Guardando la unidad de la iglesia.

Introducción.

Efeso fue la ciudad donde el apostol Pablo permanecio por más de 3 años en su 1er viaje misionero.

La carta fue escrita para instruir a los miembros de la iglesia acerca de la bendición de su nueva identidad en Cristo y la conducta que cada crisitiano debe practicar de acuerdo a esa nueva identidad.

Pablo desde la carcel comienza dando indicaciones de como cada cristiano en su nueva identidad debe guardar y proteger la unidad de la iglesia para que cada miembro esta en la iglesia y que se añada sea edificado.

I. Cada uno siendo paciente.

Efesios 4:1–2 “Yo pues, preso en el Señor, os ruego que andéis como es digno de la vocación con que fuisteis llamados, con toda humildad y mansedumbre, soportándoos con paciencia los unos a los otros en amor,”

La iglesia cómo un cuerpo.

Pablo describe a la iglesia cómo un organismo vivo, compuesto de muchos miembros diferentes que unidos entre sí se ayudan mutuamente para formar un cuerpo que cumple la misión de Cristo.

El peligro de ser impacientes.

El mundo en que vivimos nos impulsa a obtener resultados inmediatos.

La impaciencia es la enfermedad de este siglo. Sino hay resultados inmediatos la gente se desánima.

Queremos que las personas en la iglesia maduren espiritualmente:

Que las personas por las que oramos se entreguen a Cristo de inmediato.

A las personas a las que hemos presentado el evangelio; se congregen fielmente.

A los que discipulamos; den pasos de obediencia.

Ejemplos de hombres inmpacientes.

Por su inmpaciencia Saul fue desechado del reinado.

El hijo pródigo no quiso esperar la bendición de su padre y le pidió su herencia.

Santiago 1:2 “Hermanos míos, tened por sumo gozo cuando os halléis en diversas pruebas,”

Salmo 40:1 “Pacientemente esperé a Jehová, Y se inclinó a mí, y oyó mi clamor.”

II. Cada uno ejerciendo su don.

Efesios 4:7 “Pero a cada uno de nosotros fue dada la gracia conforme a la medida del don de Cristo.”

III. Cada uno creciendo en amor.

Efesios 4:13 “hasta que todos lleguemos a la unidad de la fe y del conocimiento del Hijo de Dios, a un varón perfecto, a la medida de la estatura de la plenitud de Cristo;”