El Mayor en el Reino
Mateo 18:1-9
En aquel tiempo los discípulos vinieron a Jesús, diciendo: ¿Quién es el mayor en el reino de los cielos?2Y llamando Jesús a un niño, lo puso en medio de ellos, 3y dijo: De cierto os digo, que si no os volvéis y os hacéis como niños, no entraréis en el reino de los cielos. 4Así que, cualquiera que se humille como este niño, ése es el mayor en el reino de los cielos. 5Y cualquiera que reciba en mi nombre a un niño como este, a mí me recibe.
Ocasiones de caer
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33Y llegó a Capernaum; y cuando estuvo en casa, les preguntó: ¿Qué disputabais entre vosotros en el camino? 34Mas ellos callaron; porque en el camino habían disputado entre sí, quién había de ser el mayor. 35Entonces él se sentó y llamó a los doce, y les dijo: Si alguno quiere ser el primero, será el postrero de todos, y el servidor de todos. 36Y tomó a un niño, y lo puso en medio de ellos; y tomándole en sus brazos, les dijo: 37El que reciba en mi nombre a un niño como este, me recibe a mí; y el que a mí me recibe, no me recibe a mí sino al que me envió.
Yo pues, preso en el Señor, os ruego que andéis como es digno de la vocación con que fuisteis llamados, 2con toda humildad y mansedumbre, soportándoos con paciencia los unos a los otros en amor, 3solícitos en guardar la unidad del Espíritu en el vínculo de la paz; 4un cuerpo, y un Espíritu, como fuisteis también llamados en una misma esperanza de vuestra vocación; 5un Señor, una fe, un bautismo, 6un Dios y Padre de todos, el cual es sobre todos, y por todos, y en todos. 7Pero a cada uno de nosotros fue dada la gracia conforme a la medida del don de Cristo. 8Por lo cual dice:
Subiendo a lo alto, llevó cautiva la cautividad,
Y dio dones a los hombres.
9Y eso de que subió, ¿qué es, sino que también había descendido primero a las partes más bajas de la tierra? 10El que descendió, es el mismo que también subió por encima de todos los cielos para llenarlo todo. 11Y él mismo constituyó a unos, apóstoles; a otros, profetas; a otros, evangelistas; a otros, pastores y maestros, 12a fin de perfeccionar a los santos para la obra del ministerio, para la edificación del cuerpo de Cristo, 13hasta que todos lleguemos a la unidad de la fe y del conocimiento del Hijo de Dios, a un varón perfecto, a la medida de la estatura de la plenitud de Cristo; 14para que ya no seamos niños fluctuantes, llevados por doquiera de todo viento de doctrina, por estratagema de hombres que para engañar emplean con astucia las artimañas del error, 15sino que siguiendo la verdad en amor, crezcamos en todo en aquel que es la cabeza, esto es, Cristo, 16de quien todo el cuerpo, bien concertado y unido entre sí por todas las coyunturas que se ayudan mutuamente, según la actividad propia de cada miembro, recibe su crecimiento para ir edificándose en amor.