Servicio de Acción de Gracias (Funeral de Irene Romero)

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Servicio de Acción de Gracias

En este día, estamos reunidos, por causa de algo triste, algo que duele. Una madre, dejó este mundo, una hermana, una tía, una amiga. La Sra. Irene ha finalizado su carrera.
Lo que vimos que vivió nuestro querido Sebastián, y de la familia y amigos cercanos fue una carrera de resistencia, una prueba de fe y de constancia.
Él estuvo preocupado, afligido y llevando una situación mucho más grande que él, por lo que lo mejor que pudo hacer y lo que puede hacer siempre es “confiar en Dios”.
Un ejemplo en la Biblia nos enseña lo que pasa con esta clase de agonía en el sufrimiento y el dolor de la pérdida de un ser querido.
El rey David se enfrenta a una prueba, su hijo recién nacido, enferma y está en agonía por varios días:

I. David sufre por la agonía del niño

2º Samuel 12:15 NBLA
15 ...Entonces el Señor hirió al niño... y se puso muy enfermo.
2º Samuel 12:16–23 (NBLA)
16 David rogó a Dios por el niño; y ayunó, y fue y pasó la noche acostado en el suelo.
17 Los ancianos de su casa se pusieron a su lado para levantarlo del suelo, pero él no quiso, y no comió con ellos.
18 Sucedió que al séptimo día el niño murió. Los siervos de David temían informarle que el niño había muerto, pues se decían: «Si cuando el niño todavía estaba vivo, le hablábamos y no nos escuchaba, ¿cómo, pues, vamos a decirle que el niño ha muerto? Puede hacerse daño».
Mientras tenemos una aflicción, mientras nuestros hijos, hermanos o padres están enfermos, oramos, ayunamos y sufrimos por ellos.
El Señor se complace en que vengamos a Él y le pidamos por todas las cosas que nos afligen.
Él escucha cuando le pedimos en Nombre de Cristo, y Él responde, ¡eso es seguro!
Estas cosas las utiliza Dios para separarnos del mundo terrenal y anhelar lo celestial; para poner en balance lo temporal con lo eterno; para que nos acerquemos a Él, para que confiemos en Él, para que nos refugiemos en Él. Y aprender que Su Gracia es Suficiente.
Pero muchas veces ni así venimos a Él.
Como seres humanos, no podemos evitar la muerte, o el sufrimiento, el dolor, la pérdida, simplemente no podemos quitarlo de nuestras vidas.
En esta vida hay todo eso, por causa del pecado y el pecado es la rebelión contra Dios, el alejamiento de los hombres que le hemos dado la espalda a Dios.
Hemos pecado, y merecemos la maldición de Dios, merecemos la muerte eterna.

II. David acepta la muerte del niño

2 Samuel 12.19-23
19 Pero viendo David que sus siervos susurraban entre sí, comprendió que el niño había muerto, y dijo a sus siervos: «¿Ha muerto el niño?». «Ha muerto», respondieron ellos.
20 Entonces David se levantó del suelo, se lavó, se ungió y se cambió de ropa; entró en la casa del Señor y adoró. Después vino a su casa y cuando pidió, le pusieron comida delante y comió.
21 Así que sus siervos le dijeron: «¿Qué es esto que ha hecho? Mientras el niño vivía, usted ayunaba y lloraba, pero cuando el niño murió, se levantó y comió pan».
22 Y él respondió: «Mientras el niño aún vivía, yo ayunaba y lloraba, pues me decía: “¿Quién sabe si el Señor tendrá compasión de mí y el niño viva?”.
23 »Pero ahora que ha muerto,
¿por qué he de ayunar?
¿Podré hacer que vuelva?
Yo iré a él, pero él no volverá a mí».
David con esto reconoce que ya no hay nada que hacer por su hijo, porque ha muerto y fue con el Señor, pero del que debe preocuparse es por Él mismo, por lo cual se levantó y adoró al Señor.
Hebreos 9:27 NBLA
27 Y así como está decretado que los hombres mueran una sola vez, y después de esto, el juicio,
Por más dolorosa que sea la muerte de alguien, tenemos que pensar en nosotros, que también estamos muriendo, que hoy estamos aquí, pero mañana no sabemos.
El Señor nos da la oportunidad de creer en Él, de arrepentirnos y de recibir el regalo de Vida Eterna que Jesús vino a dar, con Su muerte en la cruz.
Él murió para que tú puedas vivir, Él pagó lo que tú debiste pagar, y Él te puede dar lo que nunca alcanzarás por ti mismo: “La Justicia que Dios exige.”
¡Vuélvete! ¡Ven a Cristo!
¡Deja el pecado y la maldad y Ven a Cristo quien será compasivo y clemente en perdonar!

III. Dios nos consuela

Este mismo David, confía de tal manera en Dios, que dice:
Salmo 63:3–4 NBLA
3 Porque Tu misericordia es mejor que la vida, Mis labios te alabarán. 4 Así te bendeciré mientras viva, En Tu nombre alzaré mis manos.
La misericordia es el amor de Dios que se compadece de nosotros, que sabe lo que necesitamos y lo que merecemos, y opta por suplir nuestra necesidad.
¿De qué nos sirve la vida sin la misericordia de Dios?
David quiere vivir su vida honrando y bendiciendo a Dios.
Él reconoce que Dios ha sido su Ayuda
Salmo 63:7–8 NBLA
7 Porque Tú has sido mi ayuda, Y a la sombra de Tus alas canto gozoso. 8 A Ti se aferra mi alma; Tu diestra me sostiene.
Y quiere tener una vida “pegada” a Él, no quiere separarse de Él, quiere unirse de manera plena y total a Dios, y sabe que Dios lo sostendrá...
Ven al Señor, solo Él puede consolar, solo Él tiene la misericordia que necesitamos, solo Él nos puede sostener en momentos así.
2 Corintios 1:3–5 NBLA
3 Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, Padre de misericordias y Dios de toda consolación, 4 el cual nos consuela en todas nuestras tribulaciones, para que también nosotros podamos consolar a los que están en cualquier aflicción, dándoles el consuelo con que nosotros mismos somos consolados por Dios. 5 Porque así como los sufrimientos de Cristo son nuestros en abundancia, así también abunda nuestro consuelo por medio de Cristo.
Bendiciones
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