El Espíritu Santo: su Bautismo
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1 Corintios 12:13 “Porque por un solo Espíritu fuimos todos bautizados en un cuerpo, sean judíos o griegos, sean esclavos o libres; y a todos se nos dio a beber de un mismo Espíritu.”
I. Incorporación al Cuerpo de Cristo
I. Incorporación al Cuerpo de Cristo
Dios nos bautiza con un propósito primordial: ser incorporados a su familia.
La palabra "bautismo" se utiliza comúnmente para describir el acto de sumergirse en agua; sin embargo, al hablar del Bautismo del Espíritu Santo, nos referimos a sumergirnos en la presencia y el poder del Espíritu mismo. Esta inmersión trae consigo los siguientes resultados:
Nos une a la familia de Dios (1 Corintios 12:13)
Unidad en la diversidad: Este versículo enseña que, sin importar nuestras diferencias culturales, sociales o personales, todos fuimos bautizados por un mismo Espíritu en un único cuerpo.
Implicación práctica: Al reconocer que cada miembro es indispensable, se fomenta la humildad y el cuidado mutuo. La imagen del cuerpo enfatiza que, aunque cada miembro cumple una función única, solo al trabajar en unidad se logra el bienestar de toda la comunidad.
Ademas nos edifica para ser su casa (Efesios 2:19-22)
Implicación práctica: La comunidad de fe no es solo un grupo de individuos, sino un templo viviente donde habita Dios. Cada creyente contribuye a la construcción de un lugar de encuentro, oración y testimonio del amor de Dios.
Nos da propósito de vida y sentido de pertenencia (Romanos 12:4-5)
Implicación práctica: Cuando comprendemos que nuestra diversidad es intencional y que cada función es necesaria, encontramos nuestro propósito. Esto otorga un profundo sentido de pertenencia y nos mueve a servir desde nuestros talentos particulares.
Reflexión para la vida cristiana: Profundizar en este punto invita a cada persona a descubrir su llamado, a valorar su contribución individual y a comprometerse con la misión general de la iglesia.
Marca el inicio de nuestra vida en Cristo (Romanos 8:9)
Nos da un liderazgo claro (Colosenses 1:18)
Implicación práctica: Este liderazgo se traduce en que la comunidad de creyentes encuentra dirección, propósito y orden en la sumisión al gobierno de Cristo. El Espíritu, en unión con Cristo, capacita a los dones y ministerios para que operen en armonía.
Reflexión para la vida cristiana: Profundizar en este aspecto invita a reconocer que el liderazgo efectivo no es autoritario sino de servicio. Es el liderazgo de Cristo, que nos guía, corrige y nos impulsa a vivir conforme a su voluntad.
Nos sella como propiedad de Dios (Efesios 1:13-14)
La siguiente semana hablaremos de la llenura del Espíritu, entendiendo que el bautismo es el acto de sumergirnos en el Espíritu de Dios. Así como cuando entramos al agua en un río, alberca o tina, podemos sumergirnos parcial o totalmente, de manera que llegue un punto en el que ya no nos percibimos a nosotros mismos, sino únicamente el agua que nos rodea, la llenura se experimenta de forma similar. Mientras más vivimos en el Espíritu y menos satisfacemos los deseos de la carne, más plenamente somos llenos.