Oracion por mi pastora:
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Acordaos de vuestros pastores, que os hablaron la palabra de Dios; considerad cuál haya sido el resultado de su conducta, e imitad su fe."
Acordaos de vuestros pastores, que os hablaron la palabra de Dios; considerad cuál haya sido el resultado de su conducta, e imitad su fe."
— Hebreos 13:7
"Flores antes del silencio"
"Flores antes del silencio"
Hay un error silencioso que muchos cometen:
guardar las palabras para después,
reservar los abrazos para el luto,
y acumular las flores para cuando los ojos ya no pueden verlas.
He visto altares llenos de coronas y templos repletos de homenajes...
pero he visto también sillas vacías,
donde la persona que más lo merecía ya no podía escucharlos.
Por eso, hoy, delante de Dios y de su iglesia, me niego a repetir ese error.
Hoy hay vida, hay aliento, hay propósito latiendo en el corazón de mi pastora, los mejores años estan por venir en su vida pastora.
Y mientras su voz sigue anunciando el Reino,
mientras sus rodillas siguen tocando el cielo por nosotros,
mientras sus lágrimas siguen regando este altar,
yo le entrego mis flores... no al final, sino ahora.
No flores que se marchitan,
sino flores que se llaman gratitud, honra, respeto, amor y cobertura en oración.
Porque mientras el cielo la sostiene,
la tierra la necesita.
Y porque creemos que aún hay mucho que Dios quiere hacer a través de su vida.
Pastora, no espere el mundo a perderla para entender su valor.
Nosotros ya lo sabemos.
Y por eso hoy, en su día, le decimos:
gracias por ser una vida sembrada en obediencia,
un canal de misericordia,
una voz de sabiduría,
y un corazón que no ha dejado de creer en nosotros.
ORACION:
adre de toda gloria,
Hoy no venimos solo a celebrar un año más de vida,
venimos a levantar un altar de gratitud por un testimonio vivo,
por una sierva tuya, por una pastora que ha caminado entre nosotros con fidelidad y verdad.
Tu Palabra dice en Hebreos 13:7:
“Acordaos de vuestros pastores, que os hablaron la palabra de Dios;
considerad cuál haya sido el resultado de su conducta, e imitad su fe.”
Y eso es lo que hacemos hoy, Señor:
nos acordamos, consideramos, y honramos.
Nos acordamos de sus palabras que nos edificaron,
de sus silencios que nos cubrieron,
de sus oraciones que no vimos,
pero que tú registraste una por una en el cielo.
Consideramos su camino:
firme, constante, sembrado de amor,
y lleno de renuncias que sólo tú conoces.
Y decidimos imitar su fe,
esa fe que no se quiebra, aunque el alma tiemble.
Esa fe que sigue de pie, cuando otros ya habrían caído.
Por eso, Señor, te damos gracias por su vida,
porque nos has permitido ver tu gloria a través de ella.
Hoy bendecimos sus días, sus fuerzas, su salud, su hogar, su visión,
y todo lo que aún tienes reservado para su futuro.
Que los cielos se abran sobre ella.
Que lo que sembró en lágrimas, lo coseche en honra.
Que su voz siga teniendo peso eterno.
Que su legado no quede en palabras, sino en vidas transformadas.
No permitas, Señor, que nuestra honra llegue tarde.
Que no tengamos que lamentar no haber dicho lo que hoy podemos decir.
Por eso hoy le entregamos las flores que el cielo ya registra:
flores de respeto, de gratitud, de pacto, y de intercesión viva.
Y confesamos delante de ti:
gracias por su obediencia, por su entrega, por su amor.
No solo celebramos su nacimiento,
celebramos que todavía está entre nosotros, alumbrando, guiando y creyendo.
En el nombre que está por encima de todo nombre,
en el nombre de Jesucristo,
Amén.