¿Qué pasa si no espero?

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Abraham había recibido promesas de parte de Dios (Gn. 12:1-3).
Haré de ti una nación grande
Te bendeciré, engrandeceré tu nombre.
Serás bendición para todas las familias de la tierra.
Entre estas promesas pongamos atención a: Haré de ti una nación grande.
Una nación tiene un territorio, autoridades y población. Dios le promete a Abraham que algún día sus descendientes será una nación grande.
El territorio le fue prometido (v. 7).
Dios daría todo lo necesario para esta nación, por lo que Él sería la autoridad más grande entre ellos (17:8).
Pero había un problema: Abraham no tenía hijos, ¿de dónde saldría la población?
Abraham no sabía de qué manera Dios iba a cumplir su promesa. Dios decide prometerle que le dará un hijo (15:1-4). Y vuelve a confirmar que su descendencia será grande (v. 5). A esto Abraham creyó a Dios (v. 6).
Pasaron algunos años y Abraham no podía tener hijos con su esposa (16:1). Aquí es donde las cosas se complican:
Saraí (esposa de Abraham) le ofreció como esposa a Agar, una esclava. Su plan era que los hijos que nacieran de Agar serían adoptados por ella como si fueran suyos (v. 2-3).
Agar queda embarazada y empieza a despreciar a Saraí. Ella le reclama a Abraham por estos problemas, y empieza a humillar a Agar también.
Abraham no quiso ayudar a solucionar el problema. Él participó en este plan pero no afrontó las consecuencias.
Estos problemas demuestran que no consultaron a Dios y se habían cansado de esperar después de tanto tiempo.
Después de todos estos problemas, nació Ismael, el primer hijo de Abraham. Habían pasado 11 años desde la promesa.
Es posible que Sara haya pasado todos estos años recordando la promesa de Dios, y preguntándose si Ismael era ese hijo que Dios le había prometido a Abraham.
Conforme pasó el tiempo, Sara había perdido la oportunidad de quedar embarazada, y con ello también la esperanza de que Dios cumpliera su promesa por medio de ella. Su paciencia se agotó a medida que su vientre dejó de tener oportunidad de ser el instrumento de Dios para sus planes.
Después de trece años, Dios promete que Sara tendrá un hijo. Primero se lo dice a Abraham a solas (17:15-16). Y esto se confirma con una visita que la pareja recibe, donde se les anuncia que en poco tiempo se cumplirá la promesa (18:14). Ahora veamos algunas cosas en común entre los dos encuentros:
Abraham se ríe y habla cosas en su corazón (17:16) y Sara también se ríe al escuchar el anuncio.
Los dos toman en cuenta sus propias circunstancias, como por ejemplo su vejez (17:17; 18:12).
En ambos casos, Dios reafirma su autoridad y establece una promesa (17:19;18:14b).
El Señor cumplió su promesa y Sara tuvo un hijo a quien llamó Isaac (21:1-3).
Después de un tiempo (posiblemente unos 2 o 3 años), Isaac dejó de tomar la leche materna (fue destetado), y su padre Abraham lo celebró (21:1-3). Pero Sara notó que Ismael se burlaba de Isaac, así que le pidió a Abraham que despidiera a Agar y a su hijo.
Los problemas familiares volvieron. Sara no quería tener cerca a Agar y a su hijo, Ismael, pues veía un peligro para Isaac.
Dios le prometió a Abraham que su hijo Ismael también llegaría a ser una gran nación (21:13).
Era necesario que tomara un camino alejado de Isaac para que el plan de Dios se cumpliera.
A pesar de que Agar e Ismael salieron de la casa de Abraham, Dios los cuidó en el desierto (21:20).
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