Orgullo
México • Sermon • Submitted • Presented
0 ratings
· 31 viewsNotes
Transcript
Gracias por recibirme de nuevo con ustedes. Es un gran honor estar aquí con ustedes y con sus pastores, Mike y Lily. Yadi y yo les agradecemos esta maravillosa invitación para compartir mi mensaje con ustedes.
Por favor abran sus Biblias en Mateo 19
Vamos a leer un porción de Mateo 19
Puede que sea un poco largo así que os pido paciencia.
Mateo 19:16-30
16 Un joven vino a ver a Jesús y le preguntó:—Maestro, ¿qué cosa buena debo hacer para tener vida eterna?
17 Jesús le contestó:—¿Por qué me preguntas qué cosa es buena? Sólo Dios es bueno. Si quieres vivir de verdad, obedece los mandamientos.
18 El joven preguntó:—¿Cuáles mandamientos?
Jesús le dijo:—No mates; no seas infiel en tu matrimonio; no robes; no mientas para hacerle daño a otra persona; 19 obedece y cuida a tu padre y a tu madre; ama a los demás tanto como te amas a ti mismo.
20 Entonces el joven dijo:—Todos esos mandamientos los he obedecido. ¿Qué más puedo hacer?
21 Jesús le dijo:—Si quieres ser perfecto, vende todo lo que tienes y repártelo entre los pobres. Así, Dios te dará un gran premio en el cielo. Luego ven y conviértete en uno de mis seguidores.
22 Cuando el joven oyó eso, se fue muy triste, porque era muy rico.
23 Jesús entonces les dijo a sus discípulos:—Les aseguro que es muy difícil que una persona rica entre en el reino de Dios. 24 En realidad, es más fácil para un camello pasar por el ojo de una aguja, que para una persona rica entrar en el reino de Dios.
25 Los discípulos se sorprendieron mucho al oír lo que Jesús dijo, y comentaban entre ellos:—Entonces, ¿quién podrá salvarse?
26 Jesús los miró y les dijo:—Para la gente, lograr eso es imposible; pero para Dios todo es posible.
27 Pedro le contestó:—Recuerda que nosotros hemos dejado todo lo que teníamos, y te hemos seguido. ¿Qué premio vamos a recibir?
28 Jesús les respondió:—Les aseguro que todos ustedes reinarán conmigo cuando yo, el Hijo del hombre, me siente en el trono de mi reino poderoso. Entonces Dios cambiará todas las cosas y las hará nuevas. Cada uno de ustedes gobernará a una de las doce tribus de Israel.
29 Y todos los que, por seguirme, hayan dejado a su esposa y a sus hijos, a sus hermanos o a sus hermanas, a su padre o a su madre, su casa o un terreno, recibirán cien veces más de lo que dejaron, y tendrán además vida eterna.
30 Pero muchas personas que ahora son importantes, serán las menos importantes, y muchos que ahora no son importantes, serán los más importantes. (Matthew 19:16–30, TLA)
Estoy fascinado con las biografías de los misioneros. Están llenas de aventuras en la selva y en el desierto, evitando animales salvajes y enfermedades.
¿Y Qué me dicen de esos programas de supervivencia en la tele, donde ponen a la gente a prueba en la naturaleza?
La verdad, a mí me encantaría vivir ese tipo de aventuras.
Yadi y yo, de hecho, consideramos seriamente irnos como misioneros a alguna jungla lejana de algún país hispanohablante, ya que hablamos español.
Pero mi esposa, siendo la mujer sensata y centrada que es, no tarda en hacer estallar esa imagen gloriosa, varonil y aventurera que tengo de mí mismo, recordándome que en lugar de ser un valiente hombre de la selva, soy más bien… un quejumbroso, o más bien, un hipocondríaco.
No es que me asusten los peligros.
Sé que en una aventura así hay peligros, ¡y creo que eso es precisamente lo que me atrae!
No me dan miedo los gorilas salvajes ni los tigres,
Ni siquiera me da miedo tener que enfrentar a un terrorista armado.
Si lo puedo ver, puedo manejarlo.
Pero lo que no puedo ver… eso sí me inquieta.
Como contraer una enfermedad, un hongo raro, o un parásito.
Leí un libro llamado La Ciudad Perdida del Dios Mono.
Fue tan intrigante que no lo pude soltar.
Es un libro documental sobre una expedición real para encontrar una ciudad perdida en Honduras.
¡De verdad parecía algo sacado de Indiana Jones!
Resulta que sí encontraron, mapearon y documentaron esa ciudad.
Pero unos seis meses después de la expedición, algunos de los que fueron empezaron a tener problemas de salud.
Se empezaron a contactar entre ellos y descubrieron que compartían síntomas, pero los doctores no sabían qué era.
Lo único en común era que todos habían estado en esa expedición.
Descubrieron que estaban infectados con el parásito Leishmaniasis,
un parásito horrible que, si no se trata, puede comerse tu carne viva.
¡Un parásito!
Y me hace pensar en otro tipo de parásito peligroso.
Solo que este no es físico, es espiritual:
el orgullo.
Sin duda alguna, el orgullo es un parásito espiritual.
Fue lo que infectó al diablo cuando estaba en la presencia de Dios.
Y muchos de los que estamos aquí, en este momento, estamos infectados o hemos estado infectados con este parásito llamado orgullo.
¿Qué hace un parásito?
Según el diccionario Webster lo describe así,
“Un organismo que vive en, sobre, o junto con otro organismo para obtener nutrientes, crecer o multiplicarse, a menudo dañando al huésped directa o indirectamente.”
Necesita un huésped vivo.
¿A poco no suena igualito al orgullo?
El orgullo no puede vivir solo.
No naciste con orgullo.
Es algo que aprendiste.
Es algo que creció en ti con el tiempo.
Y lo peor es que ¡Dios aborrece el orgullo
Proverbios 8:13
13 Los que obedecen a Dios
aborrecen la maldad.
Yo aborrezco a la gente
que es orgullosa y presumida,
que nunca dice la verdad
ni vive como es debido. (Proverbs 8:13, TLA)
El orgullo causa dolor, ya sea en ti o en otros.
Piensa en esto:
Cuando alguien te lastima, te enojas, y luego… ¡quieres vengarte!
¿Para qué? La vida es muy corta.
Por ejemplo, conocemos a una mujer que tenía varios hermanos, pero con uno de ellos no se hablaba desde hacía años.
Y no hace mucho, falleció de COVID.
Se fue a la eternidad sin haberse reconciliado con su hermano.
¿Y qué importa quién tenía la culpa?
Jesús dijo:
Mateo 18:21-22
21 Entonces Pedro se acercó a Jesús y le preguntó:—Señor, si un miembro de la iglesia me hace algo malo, ¿cuántas veces debo perdonarlo? ¿Sólo siete veces?
22 Jesús le contestó:—No basta con perdonar al hermano sólo siete veces. Hay que perdonarlo una y otra vez; es decir, siempre. (Matthew 18:21–22, TLA)
El orgullo divide.
Esa es su naturaleza: te infla más que a tu hermano y crea una aparente diferencia entre tú y él.
“Soy más rico que tú,
Soy alto que tú,
soy más flaca,
soy mejor en esto,
soy más inteligente,
yo, yo, yo…”
¿Tú qué?
Tú no hiciste nada.
Ni si quieras podrás hacer que crezcas ningún pelo en su cabeza
Dios te dio todo lo que tienes.
Jesús dice:
Juan 15:5 (RVR1960)
“Yo soy la vid, vosotros los pámpanos; el que permanece en mí, y yo en él, éste lleva mucho fruto; porque separados de mí nada podéis hacer.”
Romanos 12:3 (RVR1960)
Digo, pues, por la gracia que me es dada, a cada cual que está entre vosotros, que no tenga más alto concepto de sí que el que debe tener,
sino, que piense de sí con cordura, conforme a la medida de fe que Dios repartió a cada uno.
Vez, Dios te dio todo lo que eres y que tienes.
El orgullo también te ciega a la razón.
¿Alguna vez has estado tan enojado por una ofensa que no podías pensar con claridad?
El deseo de venganza se vuelve tan fuerte que hasta fantaseas cómo vas a vengarte al las personas quienes te eso el mal
El orgullo, (as you can see), como puedes ver, es maligno.
Puede hacer que te vuelvas contra amigos o familia,
solo porque tienen algo que tú no,
o ocupan un puesto que tú no,
o manejan un coche mejor.
El orgullo, como parásito, una vez que entra, crece.
Te llena de resentimiento, amargura, incluso de autodesprecio.
Es un espíritu mentiroso.
Te convence de que solo Tú tienes la razón y todos los demás están equivocados.
El orgullo de los fariseos fue lo que los llevó a querer matar a Jesús.
Eran hombres educados en la ley,
pero luego llega este nazareno de Galilea —
así le llamaban a los de Nazaret.
Nazaret en aquellos tiempos era como lo que en Durango podrían pensar de ciertas colonias marginadas:
insignificante, pobre, sin prestigio.
Y aún así, llega está este hombre de ese pueblo olvidado,
no solo haciendo milagros como convertir el agua en vino,
sino también dando vista a los ciegos,
resucitando muertos,
y dándole la gloria no a sí mismo, sino a Dios.
El Dios que supuestamente los fariseos tanto defendían.
Perdieron de vista quiénes eran en los ojos de Dios,
y eso nubló su razón:
“¿Cómo es que Este hombre puede hacer eso y yo no?”
“Yo debería tener ese poder.”
“Yo llevo más tiempo en el estudio de esto.”
“Yo me lo merezco más que Él.”
“Vamos muchachos a mostrarle quién manda aquí.”
Y lo crucificaron, usando mentiras, chismes, medias verdades y engaños.
Y por último, como un parásito,
el orgullo no tiene valor.
Pero nosotros lo tratamos como si fuera nuestro mayor tesoro,
¿O, no es así?
Como si fuéramos ricos mientras tengamos nuestro orgullo.
Como el joven rico que leímos al principio:
Quería seguir a Jesús, quería ser aceptado,
Pero como se identificó con sus riquezas
¿El precio?
Era demasiado alto.
Muchos quieren seguir a Jesús, pero no al precio de su orgullo.
Listos para entregarse todo a Cristo, excepto,
El Orgullo,
Tristemente por algunas, el orgullo no es negociable.
Amigo, si quieres seguir a Jesús, no te decepciones,
Te costará tu orgullo.
Si eres cristiano, tu cuenta de orgullo debería estar en bancarrota.
Tu tanque del orgullo deber ser vacío
El orgullo no tiene nada de valor
No vale nada, ni si quiere un peso.
Si te cortan la luz, no puedes ir a la CFE diciendo,
“No tengo dinero, pero aquí tengo todo este orgullo guardado.”
O:
“Soy cliente desde antes que mi vecino, ¡váyanle a cortar la luz a él también para que estemos parejos!”
¡El orgullo no tiene valor!
El orgullo no te da ninguna ganancia.
¿Entonces por qué lo defiendes tanto?
Una pregunta;
¿Invitarías piojos a tu casa?
¿Dejarías entrar una lombriz en tu cuerpo?
¿Verdad que no?
Y si te enteraras que tienes una, harías todo lo posible por deshacerte de ella,
¿no es cierto?
Entonces, si el orgullo es un parásito, ¿por qué lo dejas crecer en tu corazón?
¡Resiste el orgullo en todo!
Nada es tuyo realmente.
Incluso tu dignidad,
Por qué, cuando recibiste a Cristo, rechistes a todo lo de más
Cuando te casaste a tu marido, y claraste delante del mundo
Cuando te preguntaron, si aceptabas a tu marido de por vida,
Cuando claraste que Si,
De hecho, Dijiste que No, a todos los demás
De igual manera, cuando aceptas a Cristo,
Rechazas al mundo incluso tu sentido de Orgullo
Y, Tu sentido de valor de sí mismo
Hermanos y hermanas escuchando mi voz,
Ahorita, póngame atención,
Tu valor ya se encuentra en Cristo,
Todo pertenece a El,
El es el dueño de todo, incluso tu dignidad y orgullo
Ya deje que él te defiende como El desea
Todo te tu vida está prestada y dada por Dios.
Deja que Él defienda tu honor.
Deja que Él defienda tu cuerpo.
Deja que Él se encargue de vengarte cuando te hagan daño.
Romanos 12:19 (RVR1960)
No os venguéis vosotros mismos, amados míos, sino dejad lugar a la ira de Dios; porque escrito está:
«Mía es la venganza, yo pagaré», dice el Señor.
El mensaje que deseo dejar con todos quienes
se consideran Cristianos aquí en Santiago Papasquiaro, es
Cristo dio la vida por ti,
Ya, entrégale tu vida a Él.
Deja a tras sentido, “Yo, y vivas ya por El”
No te preocupes por tus bienes,
El es el Rey de Reyes, señor de los Señores
Si El tanto valoro tu vida para darte la suya en cambio
¿Qué te hace pensar que Él no puede proveer los anhelos de tu corazón
Ya deje que el maneje en tu vida y verás
Tu vida se mejorará
ya nos toca irnos, pero cuando regresemos,
Espero oír gran cosas de ustedes aquí en Santiago Papasquiaro
Invitation
