Perdon Que Rebosa Del Corazon
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Algunos dolores podemos tomarlos con humor. Algunos con el tiempo simplemente se desvanecen.
Pero hay heridas que cortan tan profundo… que parecen imposibles de olvidar. La traición. El abandono. Las promesas rotas. Ese tipo de dolor que sigue resonando mucho después de que el momento pasó.
Y últimamente, nuestro mundo se ha sentido más pesado. La vida de niños fue arrebatada en lo que debería haber sido uno de los lugares más seguros: una escuela católica. Una figura pública fue asesinada a plena luz del día, y en lugar de duelo… muchos discutieron. Parece que cada tragedia solo empuja más a las personas unas contra otras. Los corazones se están endureciendo. Se están formando bandos. El amor se está enfriando.
Y en momentos así, muchos se preguntan: “¿Cómo perdonar lo que no puedo olvidar?” “¿Cómo mostrar misericordia cuando el mundo parece estar rompiéndose en pedazos?”
Esa es justamente la tensión a la que Jesús responde en Mateo 18, y es el tipo de amor al que Pablo nos llama en Colosenses 3: un perdón que no se detiene en nosotros, sino que fluye a través de nosotros… porque la gracia está viva en nosotros.
Transition -Y en medio de un mundo que parece enfriarse y dividirse cada vez más, Pedro se acerca a Jesús con una pregunta… una pregunta sobre hasta dónde debe llegar el perdón — y la respuesta de Jesús rompe por completo los límites que Pedro pensaba que existían.”
Punto 1 — El Perdón No Tiene Límites (Mateo 18:21–22)
Pedro se acercó a Jesús con lo que parecía ser una oferta generosa: «Señor, ¿cuántas veces debo perdonar a mi hermano que peca contra mí? ¿Hasta siete veces?»
¿Por qué siete? En la enseñanza judía, perdonar tres veces se consideraba suficiente. Después de eso, el ofensor era visto como alguien que no quería arrepentirse. Pedro más que duplica ese número. Básicamente está diciendo: «Jesús, ¿debo ir más allá de lo que enseñan los rabinos? ¿Hasta siete veces?» Para Pedro, el siete representaba perfección, el número completo, el límite perfecto.
Pero Jesús rompe esa idea: «No te digo que hasta siete veces, sino hasta setenta veces siete». (No es un número literal: 77 o 490. El punto es que en el Reino de Dios el perdón no se cuenta… es ilimitado.)
Esto era radical. En una cultura que medía la justicia con reglas y límites, Jesús dice: el perdón fluye sin fronteras. El perdón no es matemática… es misericordia. No es cumplir una cuota, sino tener un corazón transformado por la gracia.
Vivimos en una cultura que le encanta llevar la cuenta. Existe la “cultura de la cancelación”, donde un solo error puede borrar tu reputación para siempre. La gente guarda capturas, pruebas, mensajes… para asegurarse de que nadie escape del juicio. El mundo dice: «Una falla, y estás fuera».
Pero Jesús dice que en Su Reino, el perdón no se mide por el tamaño ni el número de ofensas, sino por la profundidad de la misericordia de Dios. Así como Dios no lleva la cuenta de nuestros pecados, tampoco nosotros debemos llevar la cuenta de los de otros.
Transición: Jesús no solo le dice a Pedro que deje de contar. Le cuenta una historia para mostrarle por qué. Porque el perdón no es algo abstracto — está enraizado en la realidad de que todos hemos sido perdonados de una deuda imposible de pagar.
Punto 2 — Hemos Sido Perdonados de una Deuda Impagable (Mateo 18:23–27)
Jesús continúa: «El reino de los cielos es como un rey que quiso ajustar cuentas con sus siervos. Trajeron a uno que le debía diez mil talentos.»
Pausa aquí. Un talento era la unidad de dinero más grande en el mundo antiguo. Un talento equivalía a 6,000 denarios — y un denario era el salario de un día. Así que un talento representaba unos 20 años de trabajo. Ahora multiplícalo por 10,000… son 200,000 años de salario. Jesús está usando el número más grande posible para dejar claro: esta es una deuda impagable.
El siervo ruega por paciencia, promete pagar… pero es imposible. Entonces el rey hace lo impensable: «El señor tuvo compasión, le perdonó la deuda y lo dejó libre.»
Ese siervo somos nosotros. Nuestra deuda de pecado con Dios era imposible de pagar. Pero movido por compasión, Dios canceló nuestra deuda en la cruz de Cristo.
📝 Aplicación: Hasta que no nos veamos como ese siervo con una deuda imposible, nunca entenderemos por qué perdonar a otros no es opcional. Dios no redujo nuestra deuda… la eliminó por completo.
Transición: Pero Jesús no termina con la misericordia. Ahora enfoca la historia en cómo responde ese siervo… Porque recibir perdón es solo la mitad de la historia. La pregunta real es: ¿Qué haremos con la gracia que hemos recibido?
Punto 3 — Retener el Perdón Nos Mantiene Cautivos (Mateo 18:28–35)
Ese siervo perdonado encuentra a otro que le debe 100 denarios — unos tres meses de salario. Comparado con los miles de millones que le acaban de perdonar, no es nada. Pero lo agarra del cuello y exige el pago.
El otro le suplica con casi las mismas palabras que él había dicho… pero este se niega y lo mete en la cárcel.
En el mundo romano, si no podías pagar una deuda, te metían preso hasta que tu familia reuniera el dinero. No era rehabilitación… era humillación pública. Y eso mismo le pasa al siervo que no perdona — el rey termina entregándolo a los carceleros.
La falta de perdón es una cárcel. Pensamos que encerramos al otro… pero los que terminamos encerrados somos nosotros. El rencor, la amargura y el odio nos consumen desde adentro.
🔎 Exégesis de la Cultura: Vivimos en una cultura que glorifica la venganza. Las películas, la música y hasta las redes celebran el «No te enojes… devuélvesela». Creemos que vengarnos nos hace fuertes, pero Jesús lo llama maldad. En su Reino, la verdadera fortaleza es la misericordia. La libertad no viene reteniendo deudas… sino soltándolas.
Transición: Esta parábola nos advierte del peso de la falta de perdón. Pero Pablo nos levanta la mirada en Colosenses 3 para mostrarnos la belleza de lo que pasa cuando vivimos revestidos de gracia y amor.
📍 Punto 4 — El Perdón es el Vestido del Amor (Colosenses 3:12–14)
Pablo escribe: «Por lo tanto, como escogidos de Dios, santos y amados, revístanse de compasión, bondad, humildad, mansedumbre y paciencia. Sopórtense unos a otros y perdónense… Así como el Señor los perdonó, perdonen también ustedes. Y sobre todo esto, vístanse de amor, que es el vínculo perfecto.»
📝 Exégesis del Texto:
Pablo comienza recordándonos quiénes somos: escogidos, santos y amados.“Revístanse” (griego: endysasthe) evoca el bautismo de la iglesia primitiva, cuando los creyentes se quitaban su ropa vieja y se ponían una túnica blanca nueva.Está diciendo: el perdón y el amor son parte de tu nueva ropa en Cristo.
En el mundo grecorromano, la ropa mostraba tu identidad. Los soldados, sacerdotes y ciudadanos tenían atuendos específicos. Tu ropa decía a quién pertenecías. Pablo dice: tu nuevo uniforme es Cristo. Cuando perdonas, estás diciendo: «Yo le pertenezco a Él».
Perdón vs. Reconciliación
Aquí algo clave: Pablo nos manda a perdonar, no necesariamente a reconciliarnos.
El perdón es individual: soltar la deuda delante de Dios, aunque la otra persona no cambie (Marcos 11:25).La reconciliación es el fruto posible del perdón, pero es de dos lados: requiere arrepentimiento, honestidad y reconstruir confianza (Lucas 17:3).
📌Marcos 11:25 habla del perdón que damos en el corazón delante de Dios, mientras que Lucas 17:3 habla del perdón que restaura relaciones cuando hay arrepentimiento.
💭 Es como abrir la mano y unir manos:
Perdonar es abrir la mano, soltar la deuda a Dios aunque nunca cambien.Reconciliar es unir manos, caminar juntos de nuevo, y eso solo ocurre si ambos están dispuestos.
🗣 El perdón requiere a uno… la reconciliación requiere a dos.
Puedes obedecer el mandato de perdonar y al mismo tiempo ser sabio al poner límites. El perdón es tu responsabilidad; la reconciliación es su respuesta.
📝 Aplicación espiritual: El perdón es tu vestimenta. No puedes decir que estás vestido de Cristo mientras llevas puestos los harapos del rencor. El perdón demuestra que estás vestido de Su amor… y si la reconciliación es posible, nacerá de ese terreno fértil.
Transición: Jesús nos muestra el peligro de no perdonar. Pablo nos muestra la belleza de perdonar. Y juntos nos enseñan esto: el perdón de Dios fluye hacia nosotros para que Su gracia fluya a través de nosotros.
Punto 5 — Cuando la Gracia Fluye, Transforma la Comunidad (Mateo 18:35; Colosenses 3:14)
Jesús termina la parábola diciendo: «Así hará mi Padre celestial con cada uno de ustedes, si no perdonan de corazón a su hermano» (Mateo 18:35).
El perdón es un asunto del corazón… porque la salud de toda la comunidad depende de ello.
Pablo añade: «Sobre todo esto, vístanse de amor, que es el vínculo perfecto» (Colosenses 3:14). “Vínculo” (sundesmos) significa literalmente “ligamento” — lo que mantiene unido el cuerpo. Sin perdón y amor, el cuerpo de Cristo se disloca. Con ellos, florece.
Perdonar de corazón (Mateo 18:35) es perdonar con sinceridad, no solo de labios.El amor como ligamento (Colosenses 3:14) muestra que el perdón es lo que mantiene unidas las relaciones.
⚡ El perdón no garantiza volver a tener cercanía, pero abre la puerta a la reconciliación. La reconciliación no puede crecer donde aún hay amargura. El perdón quita la amargura, y cuando hay arrepentimiento, humildad y seguridad, la reconciliación puede comenzar a florecer (Lucas 17:3).
El perdón sana el corazón del ofendido (Efesios 4:32).La reconciliación reconstruye el puente con el ofensor — pero solo si está dispuesto a cruzarlo con verdad (Romanos 12:18).
El perdón requiere a uno… la reconciliación requiere a dos. Y cuando ocurren ambos, las comunidades son sanadas y la unidad es restaurada.
Vivimos en un mundo dividido. Las amistades se rompen por ofensas pequeñas. Las familias se rompen por heridas antiguas. Las iglesias se dividen por rencores. El mundo dice: «Córtalos de tu vida. Protege tu paz. Aléjate».
Pero cuando los cristianos perdonan — y cuando, por la gracia de Dios, llega la reconciliación — el mundo presta atención. El perdón se vuelve contracultural. La reconciliación se vuelve sobrenatural. Y las palabras de Jesús cobran vida: «En esto conocerán todos que son mis discípulos: si se aman unos a otros» (Juan 13:35).
💡 Impacto práctico:
En el hogar: el perdón rompe ciclos de amargura; la reconciliación reconstruye la confianza.En el matrimonio: el perdón limpia los escombros; la reconciliación coloca nuevas piedras.En la iglesia: el perdón crea unidad; la reconciliación fortalece nuestro testimonio.En el mundo: el perdón muestra un mejor camino; la reconciliación demuestra el poder del evangelio.
Transición: Jesús advierte lo que pasa cuando la gracia se detiene en nosotros. Pablo muestra lo que pasa cuando la gracia fluye a través de nosotros. El perdón nos libera… y cuando lleva a la reconciliación, puede sanar lo que parecía irremediable.
Conclusión
La historia que contó Jesús no es solo sobre dos siervos. Es sobre nosotros… y Él.
Nosotros éramos el siervo con una deuda impagable. Jesús es el Rey que pagó esa deuda con su propia sangre.
En la cruz, el único sin pecado cargó con todo nuestro pecado… cada ofensa, cada fracaso, cada deuda… y estampó sobre nuestra vida: “Pagado por completo.”
Ahí es donde empieza el perdón. No en nuestro esfuerzo. No en nuestra fuerza de voluntad. Sino en Su misericordia.
Y por eso el perdón no puede quedarse en nosotros.
Porque cuando nos negamos a perdonar, estamos diciendo: «Lo que me hicieron a mí es más grande que lo que yo le hice a Dios.» Pero cuando elegimos perdonar, declaramos: «Lo que Jesús hizo por mí es más grande que lo que cualquiera me ha hecho a mí.»
Esto no es un detalle pequeño. Esto es el evangelio en acción. Aquí es donde el mundo ve la diferencia que Jesús hace. Aquí es donde las cadenas se rompen — no solo de tus manos, sino de tu corazón.
Así que hoy, este mensaje es para cada corazón en este lugar.
Si perteneces a Jesús, este es tu llamado: No bloquees el fluir de la gracia. No cargues lo que Cristo ya cargó en la cruz. Tú eres escogido. Eres santo. Eres amado. Ahora deja que Su amor fluya a través de ti.
Y si aún no conoces a Jesús — esta es tu invitación: Deja de intentar pagar una deuda que nunca podrás pagar. Él ya la pagó. El Rey extiende sus manos marcadas por clavos… ofreciéndote perdón total y una vida nueva.
Este es tu momento.
No salgas de aquí atado al rencor. No salgas de aquí cargado de culpa. Ven a la cruz. Recibe Su perdón… y deja que fluya a través de ti.
🎤 La gracia está aquí… y la única pregunta es: ¿Seguirás reteniendo la deuda, o dejarás que el Rey te haga libre?
📍Llamado al Altar — Para Creyentes
“Con tus ojos cerrados por un momento… Algunos de ustedes ya conocen a Jesús, pero si son honestos, siguen cargando la deuda de alguien más. Han perdonado con los labios, pero no con el corazón. Y hoy el Señor no quiere condenarte — quiere liberarte.
No porque lo que hicieron estuvo bien. Sino porque ya no quiere que sigas atado a ello.
Si sabes que hay un nombre, una herida, una deuda que todavía pesa… y estás listo para soltarla en las manos del Rey… da un paso de fe. Sal de tu asiento y ven aquí al altar. Hazlo como un acto de rendición. Dile: “Señor, yo suelto esta deuda, así como Tú cancelaste la mía.””
(Haz una pausa mientras la gente pasa al altar, con música suave de fondo)
para Creyentes
“Señor Jesús, gracias por perdonarme una deuda que nunca podría pagar. Hoy elijo soltar el peso que no me corresponde cargar. Yo perdono como Tú me perdonaste. Sano mi corazón, aunque la herida siga siendo parte de mi historia. Viste mi vida con compasión, bondad, mansedumbre, paciencia y amor. Que Tu gracia no se detenga en mí… sino que fluya a través de mí. En el nombre de Jesús, Amén.”
📍Llamado al Altar — Para Nuevos Creyentes
“Y tal vez tú estás aquí hoy… y aún no conoces a Jesús. Has estado intentando pagar tu deuda con buenas obras, con esfuerzo, pero nada ha sido suficiente. Hoy el Rey te ofrece perdón total… y una nueva vida.
Si hoy quieres entregarle tu corazón a Jesús, ahí donde estás, repite esta oración desde lo profundo de tu corazón.”
🙏 Oración de Salvación
“Jesús, reconozco que he pecado. Mi deuda es impagable, pero creo que Tú la pagaste por mí en la cruz. Creo que resucitaste para darme nueva vida. Hoy te entrego mi corazón y mi voluntad. Límpiame, perdóname, hazme nuevo. Desde este día, quiero vivir para Ti. Gracias por cancelarlo todo. En Tu nombre, Jesús, Amén.”
