La puerta se debe abrir (Tema 6)

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Serie: Obra en Construcción
Tema (Jueves)
idea: Cuando Jesús Atraviesa las Puertas Cerradas

TEXTO BASE

Juan 20:19–22 RVR60
Cuando llegó la noche de aquel mismo día, el primero de la semana, estando las puertas cerradas en el lugar donde los discípulos estaban reunidos por miedo de los judíos, vino Jesús, y puesto en medio, les dijo: Paz a vosotros. Y cuando les hubo dicho esto, les mostró las manos y el costado. Y los discípulos se regocijaron viendo al Señor. Entonces Jesús les dijo otra vez: Paz a vosotros. Como me envió el Padre, así también yo os envío. Y habiendo dicho esto, sopló, y les dijo: Recibid el Espíritu Santo.

INTRODUCCIÓN

Hermanos y amigos, ¿alguna vez han estado detrás de una puerta cerrada con miedo? Quizás recuerden la infancia, cuando en medio de una tormenta eléctrica se escondían en la habitación, cerrando puertas y ventanas para sentirse seguros.
La chilena Gabriela Mistral escribio de manera esperanzadora el siguiente fragmento de un poema titulado:
Puertas (Gabriela Mistral)
Entre los gestos del mundo recibí el que me dan las puertas. En la luz yo las he visto o selladas o entreabiertas y volviendo sus espaldas del color de la vulpeja. ¿Por qué fue que las hicimos para ser sus prisioneras?
En la Biblia encontramos un grupo de hombres en una situación similar: los discípulos de Jesús, después de la crucifixión. Estaban en un aposento alto, con las puertas cerradas por miedo. Tenían la sensación de seguridad, pero en realidad estaban presos del temor.
Y justo en ese ambiente, el Cristo resucitado atravesó las puertas cerradas y se puso en medio de ellos, diciendo: “Paz a vosotros”.

FRASE INTRODUCTORIA

Hoy quiero predicarles sobre ese Cristo que todavía atraviesa las puertas cerradas: puertas de miedo, puertas de dolor, puertas de pecado, puertas de incredulidad.

IDEA EXEGETICA DEL SERMON

Juan 20:19 RVR60
Cuando llegó la noche de aquel mismo día, el primero de la semana, estando las puertas cerradas en el lugar donde los discípulos estaban reunidos por miedo de los judíos, vino Jesús, y puesto en medio, les dijo: Paz a vosotros.
La palabra griega para “cerradas” es κεκλεισμένων (kekleismenōn), del verbo kleíō = cerrar con llave, bloquear, clausurar. No era solo una puerta entornada, era una puerta asegurada.
Esta imagen es fuerte: la puerta cerrada no detuvo al Cristo resucitado. Así como la tumba sellada no pudo detenerlo, tampoco las puertas cerradas pudieron excluirlo. Jesús resucitado no necesita permiso humano para manifestar su poder.
Después de la crucifixión, los discípulos eran un grupo perseguido. Temían que los mismos líderes que crucificaron a Jesús ahora fueran tras ellos. En la tradición judía, los romanos y el Sanedrín podían apresar fácilmente a los seguidores de un líder rebelde. Por eso, los discípulos tenían miedo y se encerraron.
¿No pasa lo mismo hoy? La gente cierra puertas en su vida por miedo: miedo al futuro, a la enfermedad, al fracaso, al rechazo, al qué dirán. Creemos que cerrando puertas nos protegemos, pero en realidad nos encerramos en nuestro propio temor.

DESARROLLO TEMÁTICO

I. Las puertas cerradas del miedo
El miedo fue lo que cerró las puertas. El miedo es el candado más fuerte que existe en la vida espiritual.
En la cultura judía, el “miedo a los judíos” significaba temor a la expulsión de la sinagoga, al rechazo social y religioso. Para ellos, quedar fuera de la sinagoga era perder familia, amigos y reputación.
El miedo siempre paraliza la fe. Por eso la Biblia repite más de 365 veces: “No temas.”
Aplicación: ¿Qué puertas del miedo tienes cerradas en tu vida?
El miedo al qué dirán si sigo a Cristo.
El miedo a perder amistades o costumbres.
El miedo a fracasar en la vida espiritual.
Amigo, tus puertas cerradas no detienen a Jesús. Él llega aunque estés lleno de miedo.
II. El Cristo que atraviesa puertas cerradas
Juan 20:19 RVR60
Cuando llegó la noche de aquel mismo día, el primero de la semana, estando las puertas cerradas en el lugar donde los discípulos estaban reunidos por miedo de los judíos, vino Jesús, y puesto en medio, les dijo: Paz a vosotros.
La expresión griega es ἔστη εἰς τὸ μέσον (estē eis to meson) — “se colocó en medio”. Esto implica autoridad y centralidad: Jesús no se apareció en la esquina ni detrás de ellos, sino en el centro del grupo.
Cristo no se limita por paredes, puertas ni candados. Así como la tumba no pudo detenerlo, ninguna puerta del corazón humano puede impedir que Él se acerque.
En el mundo antiguo, una aparición en medio de un grupo era vista como manifestación divina. Jesús se presentó como Señor de la vida, mostrando que ni la muerte ni el miedo podían limitarlo.
Aunque hayas puesto murallas a tu vida, aunque tengas puertas cerradas de dolor, pecado o incredulidad, Jesús aparece en medio. Él no pide permiso para amarte ni para darte paz.
Cristo puede atravesar las puertas cerradas de tu corazón esta noche.
III. El regalo detrás de las puertas cerradas: Paz
Juan 20:19 RVR60
Cuando llegó la noche de aquel mismo día, el primero de la semana, estando las puertas cerradas en el lugar donde los discípulos estaban reunidos por miedo de los judíos, vino Jesús, y puesto en medio, les dijo: Paz a vosotros.
En hebreo, shalom, más que ausencia de guerra, significa plenitud, bienestar, salvación.
La paz de Cristo no es la paz del mundo. El mundo da tranquilidad mientras no haya problemas. Cristo da paz aun en medio del problema.
Juan 14:27 RVR60
La paz os dejo, mi paz os doy; yo no os la doy como el mundo la da. No se turbe vuestro corazón, ni tenga miedo.
Los discípulos estaban en miedo, y lo primero que Jesús les da no es explicación, sino paz. Él no les dice “¿por qué dudaron?”, les dice: “Shalom.”
Tal vez tu puerta está cerrada porque tu vida está en tormenta. Pero Cristo se coloca en medio y te ofrece paz: paz en la enfermedad, paz en la pérdida, paz en la incertidumbre.
Hoy Cristo quiere decirte: “Paz a ti, aunque tu corazón haya estado cerrado.”
IV. Las puertas del corazón humano
Apocalipsis 3:20 RVR60
He aquí, yo estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré a él, y cenaré con él, y él conmigo.
Jesús no solo atraviesa puertas físicas; también toca la puerta del corazón. Él no la derriba; llama con amor.
En la cultura antigua, invitar a alguien a cenar era símbolo de intimidad y pacto. Jesús quiere sentarse contigo, en tu mesa, en tu vida.
Tal vez has cerrado la puerta de tu corazón por resentimiento, por pecado, por heridas pasadas. Hoy Cristo toca, y te dice: “Si abres, entraré.”
Amigo, ¿seguirás con tu puerta cerrada, o abrirás a Cristo hoy?

CONCLUSIÓN

Las puertas del miedo, del dolor, del pecado, no pueden detener al Cristo resucitado. Él atraviesa tus puertas cerradas para colocarse en medio de tu vida y darte paz.
Los discípulos tenían miedo: Cristo les dio paz.
La tumba estaba cerrada: Cristo salió victorioso.
Tu corazón puede estar cerrado: Cristo puede entrar hoy.
LLAMADO
Amigo, ¿qué puerta de tu vida está cerrada?
¿La puerta del miedo?
¿La puerta de la culpa?
¿La puerta del pecado?
Hoy Cristo se pone en medio de este lugar, y con voz tierna pero poderosa dice: “Paz a vosotros.”
No sigas con tu corazón cerrado. Jesús quiere entrar, abrazarte y darte nueva vida.
Hoy es el día para abrir la puerta de tu corazón a Cristo. Hoy es el momento para que Él atraviese tus muros y te dé paz.
¿Quieres hoy abrirle tu puerta a Jesús y decirle: “Señor, entra en mi vida, quédate conmigo, dame tu paz”?
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