CAMPO DE BATALLA
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Handout
Imagina que acabas de recibir el mejor reconocimiento de tu vida: un ascenso, una oportunidad, o alguien importante que te dice “confío en ti”.
Sales feliz, pero a las pocas horas… comienzan las dudas:
— “¿Y si no soy suficiente?”
— “¿Y si fallo?”
— “¿Y si los demás lo hacen mejor que yo?”
Eso mismo le pasó a Jesús.
El cielo se abrió, el Padre habló:
“Este es mi Hijo amado, en quien tengo complacencia.”
Pero enseguida vino el desierto.
Porque cuando el cielo te afirma, el infierno reacciona.
Cada vez que Dios te llama “hijo”, el enemigo intentará hacerte sentir huérfano.
Así es como funciona:
No te ataca con demonios que rugen, sino con pensamientos que susurran.
Te dice:
“¿De verdad eres lo que Dios dice que eres?”
Y así comienza
la batalla más importante esta en la mente.
Hoy las redes sociales son el nuevo desierto.
Allí el enemigo sigue diciendo:
— “Mira cómo vive él.”
— “Ella tiene más éxito.”
— “Tú no eres suficiente.”
Y sin darnos cuenta, empezamos a medir nuestra identidad por los likes,
los cuerpos, las apariencias y no por lo que el Padre dijo.
Queremos parecernos a otros,
cuando en realidad fuimos creados a imagen de Dios.
Y ahí empieza el desgaste interior:
intentamos llenar con
aprobación humana
lo que solo se sana con identidad divina.
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Adán y Eva escucharon una voz que decía:
“¿Con qué Dios ha dicho…?”
Jesús escuchó otra:
“Si eres Hijo de Dios…”
Misma estrategia, diferente escenario.
El Edén tenía abundancia;
el desierto, escasez.
Pero en ambos lugares la guerra fue
en la mente.
Una conversación, no una pelea.
Un diálogo que parecía inofensivo,
pero que definió destinos.
Adán y Eva perdieron en un jardín perfecto;
Jesús venció en un desierto hostil.
Porque la victoria no depende de las circunstancias externas,
sino del control interno de la mente.
Y esa sigue siendo la batalla hoy:
no es contra la gente,
ni contra el trabajo,
ni contra lo que ves en redes,
sino contra tu propio diálogo interno.
Quien domina la mente, domina la vida.
Por eso Jesús enseñó:
“Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu mente y con todas tus fuerzas.”
Cuando la mente no está de acuerdo con la verdad,
el corazón se confunde, el alma se agota y las fuerzas se dispersan.
Adan y Eva estaban de acuerdo con Dios, su mundo se parecia al cielo, pero cuando la serpiente les convenció de lo contrario, Adan y Eva se pusieron de acuerdo con el, su mundo empezó a convertirse en un infierno.
Lo que esta en mi mente determina si estoy en el cielo o infierno
Casas que uno visita, y la familia tiene un acuerdo y se siente paz, amor, pero hay otras que NO.
Ilustración
Ilustración
En Mateo 16:13–23
vemos un contraste impresionante.
Pedro, inspirado por el Espíritu, se conecta con el cielo y declara:
“Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente.”
Jesús lo felicita por su revelación y le entrega
las llaves del Reino,
símbolo de autoridad y acceso espiritual.
Pero, tan solo unos versículos después, el mismo Pedro se conecta con el infierno.
Cuando Jesús anuncia que debe ir a la cruz, Pedro lo reprende diciendo:
“¡Señor, que eso no te acontezca!”
Y Jesús le responde con firmeza:
“¡Apártate de mí, Satanás! porque no pones la mira en las cosas de Dios, sino en las de los hombres.”
El mismo hombre que habló por inspiración divina,
ahora está dejando hablar al enemigo.
Esto nos muestra que la verdadera llave está en la mente,
porque allí decidimos qué puerta abrir:
si abrimos a la bendición del cielo o a la maldición del infierno.
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En un solo pensamiento podemos pasar de ser instrumento de Dios a obstáculo del propósito.
Por eso es vital mantener una mente alineada con la verdad del Espíritu,
porque quien controla la mente, controla el acceso del Reino.
1 El Reino empieza en una mente transformada
1 El Reino empieza en una mente transformada
Cuando Jesús comenzó a predicar, sus primeras palabras fueron:
“Arrepiéntanse, porque el Reino de los cielos se ha acercado.” (Mateo 4:17)
La palabra “arrepentirse” en griego es metanoia, que literalmente significa cambiar la mente, transformar la manera de pensar.
Eso quiere decir que sin cambio mental, no hay acceso al Reino.
Podemos cantar, orar y asistir cada domingo,
pero si nuestra mente no cambia,
seguimos fuera de la realidad del Reino.
El Reino de Dios no se activa con emoción, sino con transformación.
Jesús no dijo: “Infórmense, porque el Reino se ha acercado”,
sino “arrepiéntanse”,
es decir, “piensen diferente”.
Porque Dios no vino a informarte… vino a transformarte.
Cada domingo escuchamos lo que debemos hacer,
pero la información sin transformación no cambia vidas.
Solo cuando la Palabra desciende del oído al pensamiento,
y del pensamiento a la acción, el Reino se hace realidad en nosotros.
El arrepentimiento no es solo para no ir al infierno,
es para traer el cielo a la tierra.
No es solo para escapar del castigo,
sino para acceder a las realidades del Reino aquí y ahora.
Cuando cambio mi manera de pensar,
se abren las puertas del Reino.
Pero cuando me niego a cambiar,
yo mismo cierro esas puertas.
El nivel de bendición que recibes
depende del nivel de transformación mental que permites.
Por eso el enemigo apunta directo a tu mente,
porque sabe que si logra controlarla,
te puede dejar viviendo una vida cristiana sin poder,
un creyente informado, pero no transformado.
Pero cuando renuevas tu mente con la Palabra,
el Reino se manifiesta en tu casa, en tu trabajo, en tus decisiones.
El techo de tu bendición es el techo de tu pensamiento:
si tu mente no se expande, tu vida no se eleva.
2 TE CONVIERTES EN LO QUE CONTEMPLAS
2 TE CONVIERTES EN LO QUE CONTEMPLAS
La Biblia dice en 2 Corintios 3:18
“Todos nosotros, que con el rostro descubierto reflejamos como en un espejo la gloria del Señor, somos transformados a su semejanza con más y más gloria, por la acción del Señor, que es el Espíritu.”
Esto significa que
te transformas en lo que contemplas.
Aquello que miras constantemente, eso termina moldeando tu mente, tus emociones y tus decisiones.
Te conviertes en lo que adoras
Juan, en el Apocalipsis, vio a los ancianos y a los ángeles diciendo:
“Santo, Santo, Santo es el Señor Dios Todopoderoso.”
Y mientras contemplaban Su gloria, eran transformados por ella.
Así también nosotros: nos parecemos a lo que adoramos.
Si adoramos el éxito, terminamos viviendo estresados.
Si adoramos la opinión de la gente, vivimos inseguros.
Pero si adoramos a Cristo, nuestra mente empieza a pensar como Él.
Lo que contemplas te programa
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El algoritmo sabe lo que te gusta, lo que ves, lo que te atrae.
El sistema digital te conoce mejor que tú mismo, porque lo alimentas con tu atención.
Si pasas 4, 5 o 6 horas al día frente a una pantalla,
te estás exponiendo a una corriente de pensamiento que moldea tu forma de ver la vida.
Y no lo hace de golpe, sino poco a poco.
Un video,
una comparación,
una crítica,
una imagen…
Hasta que sin darte cuenta, tu mente se ha configurado más al algoritmo que al Espíritu Santo.
La pregunta es:
¿Cuántas horas pasamos contemplando la belleza de Jesús?
¿Cuánto tiempo dedicamos a estudiar quién es Él, cómo piensa, cómo siente?
¡Cuán dulces son a mi paladar tus palabras!
¡Son más dulces que la miel a mi boca!
Cuanto más contemplas a Cristo, más tu mente se alinea con la Suya.
Y cuando piensas como Cristo, vives como Cristo.
No religión, sino transformación
Pensar como Cristo no significa saberse muchos versículos o corregir a los demás.
Significa vivir como Él vivió:
con humildad, amor, discernimiento y poder.
Una persona con la mente de Cristo no reacciona igual,
porque ve desde el cielo lo que otros ven desde la tierra.
Por eso, lo que más influye en tu mente determinará si traes el cielo o el infierno a tu vida, a tu casa y a tu familia.
Un llamado a los obreros de Capilla del Gozo
Los obreros de esta casa no dependen del liderazgo de Ricardo Paz.
Dependen de su propio compromiso personal con Dios.
Es fácil decir:
“La iglesia está así por culpa del pastor.”
Pero la realidad es que la transformación de una iglesia comienza con la transformación de cada mente.
Si cada uno de nosotros pasa tiempo en la presencia de Dios, si cada obrero cultiva adoración y pureza mental,
esta iglesia no solo se parecerá más al cielo…
será un pedazo de cielo en la tierra.
¿Qué le estás dejando hacer a Dios con el 98.81% restante?
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3 VIRUS DEL PENSAMIENTO
3 VIRUS DEL PENSAMIENTO
Satanás no puede crear nada,
pero sí puede corromper lo que Dios creó perfecto.
Y una de sus armas más efectivas es el engaño mental.
Jesús lo llamó “padre de mentira”, porque su estrategia no es asustarte…
es confundirte.
Satanás corta el circuito de tu mente con mentiras
Imagina el sistema eléctrico de una casa.
La misma corriente que enciende un foco puede mover una lavadora, ducha,
siempre y cuando el cable tenga el grosor adecuado.
Un cable #16 sirve para una lámpara,
pero una lavadora necesita un #10.
La electricidad es la misma,
lo que cambia es la capacidad del cableado.
Así también tu cerebro:
Dios te dio la herramienta más poderosa del universo,
pero el potencial que extraes depende del sistema de pensamiento.
Hay personas con el mismo cerebro,
pero vidas completamente diferentes:
unos viven en abundancia, otros en escasez;
unos agradecen, otros se amargan;
unos ven oportunidades, otros solo problemas.
No es un tema de capacidad,
es un tema de pensamiento.
Las “ratas espirituales” del cableado mental
Cuando en una casa hay ratas que muerden los cables,
la corriente se interrumpe: la luz parpadea, los aparatos fallan, y aunque hay energía, no llega donde debe.
En el mundo espiritual, Satanás hace lo mismo con tu mente.
Muerde tu cableado interior con mentiras.
Y así, aunque tengas el poder de Dios,
no fluye el poder de Dios.
Las mentiras son la peor infección mental,
porque destruyen desde dentro.
No todas las mentiras son peligrosas.
Solo las que crees como verdad.
Una mentira no tiene poder hasta que tú le das poder al creerla.
El poder de una mentira estratégica
Desde la niñez, el enemigo planta mentiras en lugares estratégicos de tu mente:
— “No sirves.”
— “Nunca cambiarás.”
— “Eres pobre y siempre lo serás.”
— “No tienes lo suficiente.”
Y esas mentiras se convierten en mecanismos de control.
Porque la mente siempre se rinde ante lo que cree.
Por eso, no hay que subestimar el poder de una mentira,
porque determina si vas a vivir limitado o libre.
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El enemigo no necesita encadenarte físicamente;
solo necesita que tu mente lo crea.
La única manera de vencer la mentira es con la verdad
Adán y Eva perdieron porque debatieron con la serpiente.
Y tú no puedes ganarle al diablo con argumentos,
porque él es un maestro del engaño, sabe discutir, manipular y seducir.
Jesús, en cambio, no debatió: declaró.
“Escrito está…”
Por cada intento de Satanás de entrar en su mente,
Jesús respondió con la Palabra exacta.
Y si el Verbo hecho carne usó la Escritura para vencer,
¿qué te hace pensar que tú y yo podemos vencer sin ella?
La espada del Espíritu no es pensar la Biblia, es tenerla pensada
La guerra espiritual no se gana con emociones,
se gana con versículos memorizados y fe aplicada.
“La espada del Espíritu es la Palabra de Dios.”
No basta con pensar “creo en Dios”,
sino que la Palabra se vuelva tu pensamiento.
Cuando el enemigo diga:
— “No tiene sentido ir tan temprano a la iglesia, busca otro trabajo.”
Tu mente debe responder:
“Busquen primero el Reino de Dios y su justicia, y todo lo demás vendrá por añadidura.”
Cuando diga:
— “El diagnóstico médico es definitivo.”
Responde:
“Por su sangre fuimos sanados.”
Cuando te susurre:
— “No podrás.”
Declara:
“Todo lo puedo en Cristo que me fortalece.”
Conclusion:
Es muy sutil perder la guerra cada domingo,
sentándonos a escuchar la Palabra,
informándonos, pero no transformándonos.
Muchos se exponen a la Biblia unos minutos,
la escuchan, la aplauden…
pero al salir, no la dejan entrar en su mente.
Y si la Palabra no transforma tus pensamientos,
no podrás vencer las mentiras del enemigo durante la semana.
Y no se adapten a este mundo, sino transfórmense mediante la renovación de su mente, para que verifiquen cuál es la voluntad de Dios: lo que es bueno y aceptable y perfecto.
“No se conformen a este mundo, sino transfórmense por medio de la renovación de su mente, para que puedan comprobar cuál es la buena, agradable y perfecta voluntad de Dios.”
No basta con oír un sermón,
necesitamos que la Palabra reprograme nuestra mente.
Porque solo una mente transformada puede confrontar una mentira con la verdad, y solo la verdad nos hace libres.
Así que hoy Dios no busca oyentes,
busca mentes renovadas,
personas que pasen del domingo de información
a la semana de transformación.
Tu vida solo sigue a tu mente. Cuando la Verdad reprograma tu mente, el Reino de Dios se instala en tu realidad
