¿Cómo ves a Jesús?

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Intro:
Texto: Marcos 3:20–35 Tema: Jesús define quiénes son los verdaderamente suyos. Proposición: Jesús distingue entre los que están cerca de Él de manera superficial y los que le pertenecen verdaderamente por obediencia y fe.
Contexto general del pasaje
El Evangelio de Marcos presenta a Jesús como el Siervo del Señor que actúa con poder y autoridad. Hasta este punto (Marcos 3:1–19):
Jesús ha sanado a muchos enfermos (1:29–34; 3:1–6).
Ha echado fuera demonios (1:23–27; 3:11).
Ha llamado a sus doce discípulos (3:13–19).
Su ministerio crece rápidamente, pero también crece la oposición. En Marcos 3:6 ya se dice que los fariseos y herodianos “consultaban con los herodianos contra él para destruirle”. En los versículos 20–35 se observa una triple reacción ante Jesús:
La multitud, lo sigue por los beneficios
Su familia, que lo malinterpreta.
Los escribas, que lo acusan.
Sus verdaderos discípulos, que lo obedecen.
Estos grupos revelan cautro clases de “cristianos” o de personas que se relacionan con Jesús.
Veremos que clase de Cristianos debemos de ser

I. Verdaderos seguidores: Los que lo buscan por amor, no por interés

(vv. 20–21)
“Y se agolpó de nuevo la gente, de modo que ellos ni aun podían comer. Cuando lo oyeron los suyos, vinieron para prenderle; porque decían: Está fuera de sí.”
Exégesis
“Se agolpó la gente” muestra el atractivo del ministerio de Jesús. En Marcos, la multitud casi siempre representa curiosidad y necesidad física, no fe genuina.
“Ni aun podían comer” revela la intensidad del servicio del Señor: estaba tan entregado al ministerio que no tomaba tiempo para sí.
“Los suyos” (hoi par’ autou) se refiere probablemente a su familia o a parientes cercanos (confirmado en v. 31).
Pensaban que Jesús “estaba fuera de sí” —una expresión que significa “perdió el juicio” o “se ha vuelto loco”.
En la cultura judía, un rabino que desatendía las costumbres normales de descanso o familia podía ser visto como fanático.
Teología del texto
Desde el inicio, Marcos muestra que ni la familia ni las multitudes entienden quién es Jesús.
Su compromiso con la voluntad del Padre es tan radical que incluso los suyos lo malinterpretan.
Juan 4:34 RVR60
34 Jesús les dijo: Mi comida es que haga la voluntad del que me envió, y que acabe su obra.
Aplicación
Algunos “cristianos” siguen a Jesús por emoción, tradición o conveniencia.
El verdadero seguidor no se aparta aunque lo malinterpreten o lo critiquen.
Ser seguidor de Cristo implica ponerlo por encima de la familia, del descanso y de la opinión pública.
Aquí quiero dar una aplicación, pero también equilibrarlo, es necesario el trabajo y se que salimos cansado y agotados del trabajo, pero a pesar de eso tenemos que seguir a Jesús que Dios no de la gracia para poder esforzarnos mas por la causa del reino.
Ilustración
Un atleta de alto rendimiento renuncia a fiestas, comidas y comodidades porque tiene la mirada en la meta. Así el seguidor verdadero renuncia al aplauso del mundo por seguir la voluntad de Cristo.
Llamado ¿Estás siguiendo a Jesús aunque otros piensen que estás “fuera de sí”? Los verdaderos seguidores perseveran cuando los demás no entienden su fe.

II. Verdaderos creyentes: Los que reconocen su poder y no lo atribuyen al mal

(vv. 22–30)
“Y los escribas que habían venido de Jerusalén decían: Tiene a Beelzebú, y por el príncipe de los demonios echa fuera los demonios.”
Exégesis
Los “escribas de Jerusalén” representan la autoridad religiosa nacional. Han descendido para investigar y desacreditar a Jesús.
“Beelzebú” (de Baal-Zebub, “señor de las moscas”) era un nombre despectivo para Satanás.
Acusar a Jesús de tener a Beelzebú era atribuir su poder al diablo.
Jesús responde con tres argumentos lógicos:➤ Jesús está diciendo: “Yo no estoy trabajando con Satanás, lo estoy venciendo.”
Un reino dividido contra sí mismo no puede permanecer (v. 24).
Si Satanás se levanta contra sí mismo, su fin ha llegado (v. 26).
Nadie puede entrar en la casa del hombre fuerte sin atarlo primero (v. 27).
¿Fueron los milagros de Cristo prueba del dominio o de la ruina de Beelzebú? Queda claro, entonces, que los milagros de Cristo, lejos de ser prueba del dominio de Satanás, como si el maligno fuese el Gran Capacitador, son por el contrario una profecía de su inevitable destrucción. Ese reino ya se está desmoronando y en su lugar surge, de una forma nueva y maravillosa, el reino glorioso que ha existido a través de las edades. Y Beelzebú, con todo su poder y actividad, nada puede hacer para impedirlo, porque está atado. La venida y obra de Cristo han reducido su poder sustancialmente.
En los vv. 28–30, Jesús advierte sobre la blasfemia contra el Espíritu Santo, es decir, rechazar deliberadamente y con conocimiento la obra del Espíritu que da testimonio de Cristo.
Teología del texto
El verdadero creyente reconoce que el poder de Jesús viene del Espíritu Santo.
Atribuir las obras de Dios al diablo revela un corazón endurecido, incapaz de arrepentirse.
La blasfemia contra el Espíritu no es un acto puntual de duda, sino una actitud permanente de rechazo a Cristo.
BLASFEMIA CONTRA EL ESPIRITU SANTO Jesús enseñó que quienes verbalmente atribuyan las obras del Espíritu a Satanás cometen blasfemia contra el Espíritu Santo1. Específicamente, es un acto consciente y voluntario que atribuye al diablo las obras de Cristo realizadas mediante el Espíritu Santo, representando un rechazo voluntario a la evidencia del origen divino de Su poder2.Este pecado es imperdonable porque revela un corazón endurecido que rechaza definitivamente la obra de convicción del Espíritu Santo, que debería conducir al arrepentimiento1. Es particularmente grave porque el pecador impenitente desprecia conscientemente al único ser que puede convencerlo del juicio, la justicia y el pecado, apartándose así de toda posibilidad de arrepentimiento3.Este rechazo nace de un corazón endurecido que se rebela abiertamente contra Dios, con la osadía de llamar satánico al Espíritu Santo. No es un pecado de ignorancia, sino de desprecio deliberado, cometido por quienes saben que Dios está actuando y aun así se niegan voluntariamente a aceptarlo.
Aplicación
Hoy también hay quienes ven la obra de Dios pero la desprecian o la explican humanamente.
El creyente verdadero no solo cree en Cristo, sino que confía y se somete a su autoridad.
No basta con admirar a Jesús como un gran maestro: hay que creer en Él como el Señor.
Llamado
Examina tu corazón: ¿reconoces la obra del Espíritu en tu vida? El verdadero creyente no atribuye la gracia al azar, sino al poder de Dios.

 III. Verdadera familia: Los que hacen la voluntad de Dios

(vv. 31–35)
“Vienen después sus hermanos y su madre, y quedándose afuera, enviaron a llamarle... Y mirando a los que estaban sentados alrededor de él, dijo: He aquí mi madre y mis hermanos. Porque todo aquel que hace la voluntad de Dios, ése es mi hermano, y mi hermana, y mi madre.”
Exégesis
“Se quedaron afuera”: su familia está físicamente cerca pero espiritualmente distante.
Jesús, al responder, no desprecia a su madre, sino que redefine los lazos familiares:
La verdadera familia no es carnal, sino espiritual.
“Todo aquel que hace la voluntad de Dios”: en Marcos, hacer la voluntad de Dios significa seguir a Cristo, obedecer su palabra y vivir bajo su señorío.
Mateo 7:21 RVR60
21 No todo el que me dice: Señor, Señor, entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos.
Jesús mira a los que están “sentados alrededor de él”: símbolo de discípulos que escuchan su enseñanza.
Teología del texto
El discipulado se basa en una nueva familia espiritual, donde la lealtad principal es a Dios.
Jesús invita a todos los que obedecen al Padre a ser parte de su familia.
La verdadera comunión cristiana se basa en obediencia compartida, no solo afinidad emocional.
Aplicación
Algunos se sienten parte de la familia de Dios solo porque nacieron en un hogar cristiano o asisten a una iglesia.
Pero Jesús dice que solo quienes hacen la voluntad del Padre son realmente parte de su familia.
En la iglesia encontramos hermanos, hermanas y madres espirituales, unidos por la fe y la obediencia.
Llamado
¿Eres parte de la familia de Cristo por obediencia o solo por asociación? Haz de la voluntad de Dios tu prioridad diaria y encontrarás el gozo de ser verdaderamente parte de su casa.
La cercanía física no garantiza relación espiritual.
Solo la obediencia y la fe auténtica hacen a uno parte de la familia de Dios.
Aplicación final: ¿Qué clase de cristiano eres delante de Jesús?
¿Un seguidor superficial, que lo busca solo por conveniencia?
¿Un creyente verdadero, que reconoce su poder y lo obedece?
¿Un miembro de su familia, que hace la voluntad del Padre cada día?
Jesús no busca admiradores, sino discípulos obedientes. Hoy Él te mira y dice:
“He aquí mi hermano, mi hermana y mi madre: el que hace la voluntad de Dios.”
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