Santa osadía

Entonces, viendo la osadía de Pedro y de Juan, y percibiendo que eran hombres sin letras y del vulgo, se maravillaban; y reconocían que habían estado con Jesús.

—Hechos 4:13

Lectura de la Escritura: Hechos 4:1–22

En el día de Pentecostés, “todos fueron llenos del Espíritu Santo y comenzaron a hablar en otras lenguas, según el Espíritu les daba que hablasen” (Hechos 2:4).

¡Qué hermoso pensamiento que el Espíritu Santo tuviera tal influencia que las palabras fueran todas Suyas! Jesús se presenta en medio con tal gloria divina, y los hombres son impulsados, llenos y guiados tan perfectamente. Solo Él suplirá las necesidades del mundo.

Vemos que había algo hermoso en Pedro y Juan cuando leemos que la gente "se dio cuenta de que habían estado con Jesús". Había algo tan real, tan según el orden del Maestro, en ellos.

La característica más sobresaliente en la vida de Jesús fue el hecho de que la gente glorificaba a Dios en Él. Y cuando Dios es glorificado y recibe el derecho de paso y la atención sincera de Su pueblo, todos son como Él es, llenos de Dios. Cueste lo que cueste, debe ser así. ¡Que así sea! ¡Llenos de Dios! Lo único que ayudará a la gente es hablar lo último que Dios nos ha dado desde la gloria.

No hay nada fuera de la salvación. Somos llenos, inmersos, revestidos con el Espíritu. No debe sentirse, verse ni hablarse de nada excepto del poderío del Espíritu Santo. Somos nuevas criaturas en Cristo Jesús (2 Cor. 5:17), bautizados en una nueva naturaleza. “El que cree en mí, como dice la Escritura, de su interior correrán ríos de agua viva” (Juan 7:38). Estamos en el mundo para suplir la necesidad, pero no somos del mundo ni de su espíritu. (Ver Juan 17:15–16.) Somos “participantes de la naturaleza divina” (2 Pedro 1:4) para manifestar la vida de Jesús al mundo. Esto es Dios encarnado en la humanidad.

Reflexión para hoy:

La vida misma del Cristo resucitado debe estar en todo lo que somos y hacemos, moviéndonos a hacer Su voluntad.