El contentamiento cristiano
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Introducción
Introducción
En una era donde las redes sociales y los medios de comunicación son muy influyentes en nuestras vidas, pocas veces nos detenemos a pensar si nuestros deseos personales diarios son aquellos que están conforme a la voluntad revelada del Señor, a saber, la Biblia. Algunos se han acostumbrado a resolver tener o hacer cosas por suplir el deseo que nace. Pero detrás de todas estas cosas debemos recordar que aquello que nuestros corazones desean no siempre es correcto, aunque lo justifiquemos.
En la voluntad soberana de nuestro Señor el día de hoy hemos de meditar en el 10mo mandamiento del decálogo divino.
No codiciarás la casa de tu prójimo, no codiciarás la mujer de tu prójimo, ni su siervo, ni su criada, ni su buey, ni su asno, ni cosa alguna de tu prójimo.
(Ex 20:17)
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P.146. ¿Cuál es el décimo mandamiento?
R. El décimo mandamiento es: «No codiciarás la casa de tu prójimo, no codiciarás la mujer de tu prójimo, ni su siervo, ni su criada, ni su buey, ni su asno, ni cosa alguna de tu prójimo».
P. 147. ¿Qué exige el décimo mandamiento?
P. 147. ¿Qué exige el décimo mandamiento?
Respuesta:
Exige contentamiento pleno con la condición propia (Contentamiento no es igual a la felicidad)
una caritativa disposición hacia el prójimo, (Es mejor dar que recibir)
y un espíritu libre de toda envidia, codicia o descontento con lo que Dios nos ha dado.
Hebreos 13:5 – “Sean vuestras costumbres sin avaricia, contentos con lo que tenéis ahora.”
Romanos 12:15 – “Gozaos con los que se gozan.”
1 Timoteo 6:6 – “Gran ganancia es la piedad acompañada de contentamiento.”
Gálatas 5:26 – “No nos hagamos vanagloriosos, irritándonos unos a otros, envidiándonos unos a otros.”
P. 148. ¿Qué prohíbe el décimo mandamiento?
P. 148. ¿Qué prohíbe el décimo mandamiento?
Respuesta:
Prohíbe todo descontento con nuestra condición, (La caída de Lucero Isaías 14:12-15)
envidia o pesar por el bien ajeno,
y todo deseo desordenado hacia lo que pertenece a otro.
1 Reyes 21:4 – Acab se entristeció y enojó por no obtener la viña de Nabot.
Ester 5:13 – Amán no pudo disfrutar de sus honores por envidia hacia Mardoqueo.
Romanos 7:7–8 – “No conocí la codicia, si la ley no dijera: No codiciarás.”
Santiago 3:14, 16 – “Donde hay envidia y contención, allí hay perturbación y toda obra perversa.”
El Pecado Interno: La Codicia como Rebelión Silenciosa
El Pecado Interno: La Codicia como Rebelión Silenciosa
El décimo mandamiento revela el corazón del hombre más que cualquier otro.
Mientras los anteriores regulan acciones externas (no matar, no hurtar, no adulterar), este manda sobre los deseos, inclinaciones y pensamientos secretos.
Es una radiografía espiritual del alma frente a la providencia de Dios.
“El deseo desordenado es la raíz de todo pecado.”
— cf. Santiago 1:14–15
El apóstol Pablo descubrió en este mandamiento su propia condenación: “El pecado, tomando ocasión por el mandamiento, produjo en mí toda codicia.” (Ro 7:8)
Ejemplos Bíblicos
Ejemplos Bíblicos
Ejemplos de Descontento y Codicia
Ejemplos de Descontento y Codicia
Eva codició el fruto prohibido por deseo de sabiduría (Gn 3:6).
Acab codició la viña de Nabot (1 Re 21:4).
Amán se amargó por la honra ajena (Est 5:13).
Judas Iscariote vendió al Señor por amor al dinero (Jn 12:6).
Ejemplos de Contentamiento y Gracia
Ejemplos de Contentamiento y Gracia
Pablo aprendió a estar contento “en cualquiera que sea su situación” (Fil 4:11–13).
Job, al perderlo todo, dijo: “Jehová dio, Jehová quitó; sea el nombre de Jehová bendito.” (Job 1:21)
Juan el Bautista exhortó: “Contentaos con vuestro salario.” (Lc 3:14)
David, aunque perseguido, confió en la bondad de Dios y no codició el trono antes de tiempo (1 Sam 24:6).
Razones Bíblicas del Mandamiento
Razones Bíblicas del Mandamiento
Dios es soberano sobre toda provisión.
Dios es soberano sobre toda provisión.
“Mío es el mundo y su plenitud.” (Sal 50:12)
Desear lo que Él no nos ha dado es cuestionar Su sabiduría y bondad.
El corazón codicioso nunca se sacia.
El corazón codicioso nunca se sacia.
“El ojo del hombre nunca se sacia.” (Pr 27:20)
La codicia es un abismo sin fondo que roba la paz y engendra idolatría.
El contentamiento nace de la fe.
El contentamiento nace de la fe.
“El Señor es mi pastor, nada me faltará.” (Sal 23:1)
Cuando creemos esto, podemos vivir libres de envidia y ansiedad.
El descontento abre la puerta a otros pecados.
El descontento abre la puerta a otros pecados.
Eva codició antes de desobedecer. Acab codició antes de asesinar.
Judas codició antes de traicionar.
La codicia es la raíz que precede la caída.
Polémica: ¿Es pecado desear legítimamente lo que otro tiene?
Polémica: ¿Es pecado desear legítimamente lo que otro tiene?
Aquí el Catecismo distingue entre:
Deseo santo (anhelar dones espirituales o mejorar por medios lícitos), y
Codicia pecaminosa (anhelar lo ajeno con descontento o envidia).
Por tanto:
Desear ser sabio como otro no es codicia si el deseo brota del amor a Dios.
Pero desear tener la posición, el reconocimiento o la comodidad del otro sí lo es, si nace del descontento con la providencia divina.
La línea divisoria está en el motivo del corazón:
¿Busco la gloria de Dios o mi propio ego?
Aplicaciones Experienciales
Aplicaciones Experienciales
Examina tu corazón diariamente.
Examina tu corazón diariamente.
La codicia no se nota fácilmente; se disfraza de “motivación”, “superación” o “justicia personal”.
Ora como el salmista:
“Examíname, oh Dios, y conoce mi corazón.” (Sal 139:23)
Practica la gratitud deliberada.
Practica la gratitud deliberada.
Agradece por lo que tienes y por lo que Dios ha negado: ambas cosas son parte de Su amor sabio.
Cultiva el gozo en el bien ajeno.
Cultiva el gozo en el bien ajeno.
Cuando alguien prospera, di en tu alma: “Gracias, Señor, por tu bondad hacia él”.
Eso mata la envidia en su raíz.
Descansa en la providencia de Dios.
Descansa en la providencia de Dios.
El contentamiento no viene de la abundancia, sino de confiar en que Dios sabe lo que conviene.
“Mi Dios, pues, suplirá todo lo que os falta.” (Fil 4:19)
Medita en Cristo, el supremo ejemplo.
Medita en Cristo, el supremo ejemplo.
Él no codició gloria terrenal, sino que se despojó a sí mismo (Fil 2:6–8).
Quien mira al Cristo humilde y satisfecho en la voluntad del Padre, aprende el verdadero descanso del alma.
Cristo no solo es el ejemplo supremo sino que es aquel que dio todo por el pecador arrepentido, ¿valoras ello?
Conclusión
Conclusión
El décimo mandamiento encierra el espíritu de toda la ley moral.
Dios no solo demanda actos correctos, sino corazones contentos y llenos de amor.
El creyente maduro no solo evita robar o matar, sino que se regocija en el bien de otros y confía en la bondad divina hacia sí mismo.
Porque: No adulterarás, no matarás, no hurtarás, no dirás falso testimonio, no codiciarás, y si hay algún otro mandamiento, en esta palabra se resume: Amarás a tu prójimo como a ti mismo.
(Ro 13:9)
“El contentamiento cristiano no consiste en tener lo que quiero, sino en querer lo que Dios me da.”
— Thomas Watson, El Arte del Contentamiento Cristiano
