La madre de mi Señor - El nacimiento virginal de Cristo
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Introducción
Introducción
A los cristianos se nos acusa de “odiar a María”. Si eso está en tu corazón —si la odias, la desprecias, o piensas que los creyentes la odiamos— estás en un error. Nadie debe levantar falso juicio ni denigrar a quien en vida fue nuestra hermana María: una mujer real, humilde, con características muy especiales, escogida por gracia de Dios, como nosotros (Lc 1:28, 30).
María fue bendita y privilegiadamente escogida de entre todas para una tarea única: traer al mundo al Redentor y Salvador. Ese fue su lugar singular en la historia de la redención. Y por su increíble humildad—una niña dulce y dignamente humilde— ella misma se ofendería si hoy le diéramos más crédito del que verdaderamente merece, porque su corazón siempre engrandece al Señor y se regocija en Dios su Salvador(Lc 1:46–47).
Dicho esto, confesamos con claridad: las doctrinas marianas católicas que proponen a María a la par de Jesús son incorrectas y desviadas. Han contaminado su nombre al punto de justificar fiestas idólatras donde prima el alcohol, la inmoralidad y el descontrol.
En mi opinión, si ella hubiera sabido que tergiversarían así las cosas, no habría atendido al ángel ni aceptado su lugar en la historia; y si fuese testigo de lo que se hace “en su honor”, rechazaría ese tipo de culto. (No atacamos personas; probamos enseñanzas a la luz de la Escritura.)
Ahora bien, la encarnación y el nacimiento virginal de Cristo son de suma importancia para nuestra fe. Sobre este acto sobrenatural y milagroso descansa la veracidad del cumplimiento de una antigua profecía que en la joven hermana María se cumpliría: “He aquí que la virgen concebirá…” (Is 7:14). Y la historia nos cuenta cómo Dios lo hizo (Lc 1:26–38; Mt 1:18–25): María “no conocía varón”, pero el Espíritu Santo vino sobre ella y el Santo Ser fue llamado Hijo de Dios.
Hoy abrimos la Biblia para honrar a María bíblicamente y para exaltar a Cristo, respondiendo tres preguntas que guiarán el mensaje: (1) ¿Por qué tuvo que nacer de una virgen? (2) ¿Por qué surgen títulos que la Biblia no le da? (3) ¿Qué importancia tiene María en la obra redentora de Cristo?
Declaraciones marco:
Creemos lo que ella misma dijo de sí y lo que la Biblia dice de ella.
No elevamos a ningún hombre o mujer a la altura de Cristo, ni les adoramos.
María fue escogida por gracia, salva por la fe en su Salvador y es ejemplo de servicio y humildad.
Lecturas base
Lecturas base
Profecía
14 Por tanto, el Señor mismo os dará señal: He aquí que la virgen concebirá, y dará a luz un hijo, y llamará su nombre Emanuel.
Cumplimiento (narrativa)
26 Al sexto mes el ángel Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de Galilea, llamada Nazaret,27 a una virgen desposada con un varón que se llamaba José, de la casa de David; y el nombre de la virgen era María.28 Y entrando el ángel en donde ella estaba, dijo: ¡Salve, muy favorecida! El Señor es contigo; bendita tú entre las mujeres.29 Mas ella, cuando le vio, se turbó por sus palabras, y pensaba qué salutación sería esta.30 Entonces el ángel le dijo: María, no temas, porque has hallado gracia delante de Dios.31 Y ahora, concebirás en tu vientre, y darás a luz un hijo, y llamarás su nombre JESÚS.32 Este será grande, y será llamado Hijo del Altísimo; y el Señor Dios le dará el trono de David su padre;33 y reinará sobre la casa de Jacob para siempre, y su reino no tendrá fin.34 Entonces María dijo al ángel: ¿Cómo será esto? pues no conozco varón.35 Respondiendo el ángel, le dijo: El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra; por lo cual también el Santo Ser que nacerá, será llamado Hijo de Dios.36 Y he aquí tu parienta Elisabet, ella también ha concebido hijo en su vejez; y este es el sexto mes para ella, la que llamaban estéril;37 porque nada hay imposible para Dios.38 Entonces María dijo: He aquí la sierva del Señor; hágase conmigo conforme a tu palabra. Y el ángel se fue de su presencia.
18 El nacimiento de Jesucristo fue así: Estando desposada María su madre con José, antes que se juntasen, se halló que había concebido del Espíritu Santo. 19 José su marido, como era justo, y no quería infamarla, quiso dejarla secretamente. 20 Y pensando él en esto, he aquí un ángel del Señor le apareció en sueños y le dijo: José, hijo de David, no temas recibir a María tu mujer, porque lo que en ella es engendrado, del Espíritu Santo es. 21 Y dará a luz un hijo, y llamarás su nombre JESÚS, porque él salvará a su pueblo de sus pecados. 22 Todo esto aconteció para que se cumpliese lo dicho por el Señor por medio del profeta, cuando dijo:
23 He aquí, una virgen concebirá y dará a luz un hijo,
Y llamarás su nombre Emanuel,
que traducido es: Dios con nosotros. 24 Y despertando José del sueño, hizo como el ángel del Señor le había mandado, y recibió a su mujer. 25 Pero no la conoció hasta que dio a luz a su hijo primogénito; y le puso por nombre JESÚS.
Cántico de María - Magnificat (autotestimonio)
46 Entonces María dijo:
Engrandece mi alma al Señor;
47 Y mi espíritu se regocija en Dios mi Salvador.
48 Porque ha mirado la bajeza de su sierva;
Pues he aquí, desde ahora me dirán bienaventurada todas las generaciones.
49 Porque me ha hecho grandes cosas el Poderoso;
Santo es su nombre,
50 Y su misericordia es de generación en generación
A los que le temen.
Desarrollo
Desarrollo
I. El milagro que Dios prometió (Isa 7:14; Lc 1:34–35)
I. El milagro que Dios prometió (Isa 7:14; Lc 1:34–35)
“¿Cómo será esto? pues no conozco varón.” (Lc 1:34). Respuesta: “El Espíritu Santo vendrá sobre ti…” (v. 35).
La señal no es un simbolismo poético: es una intervención sobrenatural real. Reconoceríamos al mesias porque nació de una virgen.
“La señal de Dios no fue una idea: fue una virgen.”
Razones bíblicas del nacimiento virginal:
1. Santidad del Mesías: sin transmisión del pecado de Adán, capaz de vivir sin mancha.
18 Así que, como por la transgresión de uno vino la condenación a todos los hombres, de la misma manera por la justicia de uno vino a todos los hombres la justificación de vida. 19 Porque así como por la desobediencia de un hombre los muchos fueron constituidos pecadores, así también por la obediencia de uno, los muchos serán constituidos justos.
Si Jesús hubiera nacido por voluntad de hombre, habría heredado nuestra corrupción; al nacer del Espíritu, trajo Su perfección.
2. Nueva creación: no nace de sangre ni de voluntad de carne, sino de Dios.
13 los cuales no son engendrados de sangre, ni de voluntad de carne, ni de voluntad de varón, sino de Dios.
3. Cumplimiento profético: Dios sella la identidad del Emanuel.
22 Todo esto aconteció para que se cumpliese lo dicho por el Señor por medio del profeta, cuando dijo:
23 He aquí, una virgen concebirá y dará a luz un hijo,
Y llamarás su nombre Emanuel,
que traducido es: Dios con nosotros.
14 Por tanto, el Señor mismo os dará señal: He aquí que la virgen concebirá, y dará a luz un hijo, y llamará su nombre Emanuel.
4. Unión hipostática viable: Convivencia posible entre la humanidad y deidad en la persona de Jesucristo. Verdadero hombre (nacido de mujer, Gá 4:4) y verdadero Dios (concebido por el Espíritu).
Aplicación: Cuando Dios obra, no necesita nuestras capacidades; solo nuestra disponibilidad. “He aquí la sierva del Señor; hágase…” (Lc 1:38).
El nacimiento virginal no exalta a María; exalta a Cristo.
II. Lo que la Biblia sí dice de María (honor bíblico)
II. Lo que la Biblia sí dice de María (honor bíblico)
“Muy favorecida… has hallado gracia delante de Dios.” (Lc 1:28, 30).
“Bendita tú entre las mujeres.” (Lc 1:42).
“He aquí la sierva del Señor.” (Lc 1:38).
“Mi espíritu se regocija en Dios mi Salvador.” (Lc 1:47).
“La madre de mi Señor” (Elisabet, Lc 1:43).
Perseveró con los discípulos en oración (Hch 1:14).
Conclusión: María es modelo de humildad, fe obediente y adoración centrada en Dios.
María cargó al Salvador en sus brazos, pero primero lo recibió en su corazón.
III. Lo que la Biblia no dice de María (correcciones necesarias)
III. Lo que la Biblia no dice de María (correcciones necesarias)
No atacamos personas; probamos enseñanzas a la luz de la Escritura.
“Madre de Dios” (término no bíblico literal):
La Biblia usa “madre de mi Señor” (Lc 1:43).
Confesar que Jesús es Dios es esencial; pero elevar el título para fundamentar culto a María distorsiona la gloria debida solo a Cristo.
“Santísima / Inmaculada” (sin pecado):
María reconoce a “Dios mi Salvador” (Lc 1:47).
La Escritura afirma que todos pecaron (Ro 3:23).
La santidad que vemos en ella es fruto de la gracia, no de una naturaleza impecable.
“Siempre virgen”:
“Y no la conoció hasta que dio a luz a su hijo primogénito” (Mt 1:25).
La Biblia menciona hermanos y hermanas de Jesús (Mt 13:55–56; Mr 6:3). (Algunos interpretan “hermanos” como parientes; el texto más llano sugiere otros hijos.)
“Mediadora / Intercesora” universal:
“Hay un solo Mediador entre Dios y los hombres, Jesucristo hombre” (1 Ti 2:5).
5 Porque hay un solo Dios, y un solo mediador entre Dios y los hombres, Jesucristo hombre,
El que vive para interceder es Cristo (Heb 7:25; Ro 8:34).
25 por lo cual puede también salvar perpetuamente a los que por él se acercan a Dios, viviendo siempre para interceder por ellos.
34 ¿Quién es el que condenará? Cristo es el que murió; más aun, el que también resucitó, el que además está a la diestra de Dios, el que también intercede por nosotros.
“Co‑redentora / Asunta” (definiciones dogmáticas extra bíblicas): No existe texto bíblico que establezca participación redentora de María ni su asunción corporal.
Conclusión: Honramos a María bíblicamente; rechazamos cualquier enseñanza que oscurezca la suficiencia y exclusividad de Cristo.
María apunta al Salvador; no compite con Él.
IV. El Salvador que ella necesitó (Lc 1:46–47)
IV. El Salvador que ella necesitó (Lc 1:46–47)
“Dios mi Salvador”: confesión personal de necesidad y gracia.
“Ha mirado la bajeza de su sierva”: María entiende su humildad; Dios hace grandes cosas (Lc 1:48–49).
48 Porque ha mirado la bajeza de su sierva;
Pues he aquí, desde ahora me dirán bienaventurada todas las generaciones.
49 Porque me ha hecho grandes cosas el Poderoso;
Santo es su nombre,
El centro del Magníficat es Dios y su misericordia (Lc 1:50–55), no la grandeza de María.
50 Y su misericordia es de generación en generación
A los que le temen.
51 Hizo proezas con su brazo;
Esparció a los soberbios en el pensamiento de sus corazones.
52 Quitó de los tronos a los poderosos,
Y exaltó a los humildes.
53 A los hambrientos colmó de bienes,
Y a los ricos envió vacíos.
54 Socorrió a Israel su siervo,
Acordándose de la misericordia
55 De la cual habló a nuestros padres,
Para con Abraham y su descendencia para siempre.
María no pidió adoración; pidió que engrandezcan al Señor.
Aplicación: La verdadera grandeza es humildad que magnifica al Señor. Imitar a María es decir cada día: “Hágase conmigo conforme a tu palabra”.
María es ejemplo; Jesús es el Salvador.
Conclusión expositiva
Conclusión expositiva
Resumen bíblico.
La promesa fue clara: “la virgen concebirá” (Is 7:14).
El cumplimiento fue histórico: María “no conocía varón” y el Espíritu Santo vino sobre ella (Lc 1:34–35).
El propósito fue salvífico: “Él salvará a su pueblo de sus pecados” (Mt 1:21).
Si Jesús no nacía de una virgen, no sería el Emanuel prometido; habría nacido bajo Adán como nosotros y no podría ser el Cordero sin mancha (2 Co 5:21; Heb 4:15).
Lugar de María.
María no es la esperanza; llevó en su vientre a la Esperanza.
No es mediadora; señaló al único Mediador (1 Ti 2:5).
No es fuente de gracia; se llamó a sí misma necesitada de “Dios mi Salvador” (Lc 1:47).
Por eso la honramos bíblicamente como sierva y modelo de humildad, y reservamos la adoración solo para Cristo.
Aplicación directa.
Si Dios hizo lo imposible en un vientre virgen, también puede hacer lo imposible en un corazón endurecido: hacerte nacer de nuevo (Jn 3:3–6).
Hoy, el llamado no es a mirar a María, sino a venir a Jesús: arrepiéntete y cree en el Hijo santo, verdadero Dios y verdadero hombre, para perdón y vida eterna.
Verdad principal
Verdad principal
El nacimiento virginal exalta a Cristo, no a María: solo el Hijo concebido por el Espíritu y nacido de mujer puede salvar a los nacidos de Adán.
Jesús debía nacer de una virgen para mostrarnos que la salvación viene de Dios, no del hombre; para ser verdadero Dios y verdadero hombre, sin pecado, y así salvar a su pueblo de sus pecados (Mt 1:21).
Aplicación
Aplicación
1) Creyentes maduros
Discierne con Biblia en mano: toda práctica/devoción que no exalte a Cristo y no esté en la Escritura, deséchala (Lc 1:46–47; 1 Ti 2:5).
Obediencia inmediata: haz hoy lo que ya sabes que Dios te pidió (Lc 1:38: “Hágase…”).
Estabilidad del alma: cuando te sacudan los imposibles, ancla tu corazón en Lc 1:37; repítelo hasta que baje al pecho.
Lidera a otros: enseña en casa/discipulado la promesa (Is 7:14) y el cumplimiento (Lc 1; Mt 1) como fundamento de fe y criterio.
Pregunta: ¿Qué obediencia concreta has postergado aun sabiendo que Dios ya habló?
El Dios que hizo lo imposible en María puede con lo que te parece imposible a ti.
2) Creyentes inmaduros
Cambia emoción por convicción: reemplaza “siento que…” por “Dios dice que…” (Lc 1:35; Mt 1:21).
Rutina que estabiliza: Biblia antes del celular; 5 minutos en Lc 1/Mt 1 + una oración: “Hágase conmigo conforme a tu palabra”.
Corta supersticiones: amuletos, cadenas “religiosas” y oraciones a cualquiera que no sea Cristo te vuelven inestable.
Confianza práctica: cuando llegue ansiedad, respira y declara Lc 1:37: “Nada hay imposible para Dios”.
Pregunta: ¿Qué hábito pequeño (mañana temprano) vas a cambiar para que tu fe deje de depender de tu estado de ánimo?
La fe madura no dice “si lo siento”; dice “Hágase”.
3) Nuevos en la fe
Cristo al centro: Jesús es el único Mediador (1 Ti 2:5). María es hermana y sierva; imítala en humildad y obediencia.
Claridad que da paz: lee hoy Lc 1; subraya “no conozco varón” (v.34) y “Dios mi Salvador” (v.47).
Paso simple: pide ayuda a un creyente maduro; comparte una decisión concreta de obediencia esta semana.
Estabilidad: cuando dudes, vuelve a los hechos: promesa (Is 7:14), anuncio (Lc 1), cumplimiento (Mt 1).
Pregunta: ¿Qué te impide hoy creer que para Dios no hay imposibles… con tu propia vida?
El que nació sin pecado es el único que puede hacerte nacer de nuevo.
4) Incrédulos y visitantes
Considera la historia: promesa y cumplimiento no son misticismo; son hechos. Cristo irrumpe en la historia para salvarte.
Deja los mediadores: religión sin Cristo produce culpa o soberbia; Cristo produce perdón, paz y nueva vida.
Da un paso real: habla con Dios con honestidad: “Si esto es verdad, muéstramelo y cámbiame”. Lee Lc 1 y vuelve tres domingos.
Pregunta: Si Dios ya hizo lo imposible en la historia, ¿por qué no creerle con tu historia?
No necesitas “otra ayuda espiritual”; necesitas al único Mediador.
5) Amigos católicos
Honramos a María bíblicamente: digamos lo que ella dijo: “Dios mi Salvador” (Lc 1:47). María apunta a Cristo; no compite con Él.
Criterio que libera: evalúa toda práctica: ¿exalta solo a Cristo? ¿está en la Biblia? Si no, suéltala.
Reubica la devoción: menos rezos a María, más imitación de su obediencia y humildad (Lc 1:38).
Estabilidad espiritual: orar al Padre, en el nombre de Jesús, en el poder del Espíritu trae paz verdadera.
Pregunta: ¿Qué parte de tu devoción mariana puedes reconducir hoy para que Cristo reciba toda la gloria?
María señala al Hijo; no se sienta en su trono.
6) En general (toda la iglesia)
Fe fortalecida: la encarnación te recuerda que la salvación viene de Dios, no de tu desempeño.
Criterio bíblico: Isa 7:14 → Lc 1 → Mt 1 es tu regla: promesa—cumplimiento; no tradiciones—opiniones.
Firmeza emocional/espiritual: cuando el alma tiemble, vuelve a Lc 1:37 y a la frase de María (Lc 1:38). Repite hasta creer y obedece.
Pregunta: ¿Cuál será tu “Hágase” esta semana y en qué “imposible” practicarás Lc 1:37?
El nacimiento virginal no exalta a María; exalta a Cristo y estabiliza tu alma.
Cierre–Llamado
Cierre–Llamado
Iglesia, volvamos al inicio. No odiamos a María; la honramos bíblicamente.
Reconocemos la fe de una joven que dijo: “He aquí la sierva del Señor; hágase conmigo conforme a tu palabra” (Lc 1:38), sabiendo todo lo que se le venía: el rumor, el rechazo, la vergüenza, la incertidumbre.
Qué gran ejemplo de obediencia humilde.
Pero hoy afirmamos con ella que la gloria es solo de Cristo, su Salvador (Lc 1:46–47).
Creemos lo que María dijo de sí y lo que dijo de su Señor.
Así que el llamado es este:
A los creyentes: responde como María. Toma ese “imposible” que te pesa, y di con fe: “Hágase”. Vuelve a centrar tu devoción solo en Jesús.
A los cansados y temerosos: descansa en la palabra que sostuvo a María: “Nada hay imposible para Dios” (Lc 1:37).
A los que aún no creen: hoy no miramos a María para salvar, sino a Aquel de quien ella se alegró: Jesús. Arrepiéntete y confía en Él como tu único Mediador y Salvador.
Si necesitas orar, reconciliarte, o dar el paso de fe, te invito a responder ahora. Vamos a orar juntos, y mientras oramos, entrega tu “imposible” a Aquel que lo hizo posible en un vientre virgen y puede hacerlo en tu corazón.
Honramos a María imitando su obediencia y humildad; adoramos a Cristo rindiéndole todo hoy.
