FUNDAMENTOS ETERNOS: SANTIDAD (Hebreos 10.5-10)

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La santidad nos habla de propósito.
Según la revelación bíblica, la santidad es:
(1) Una cualidad fundamental de Dios y de Su Espíritu;
(2) una virtud indispensable de todo verdadero creyente; y
(3) un atributo de ciertos lugares, objetos, días, fechas, acciones, etc
Ventura, S. V. (1985). En Nuevo diccionario bíblico ilustrado (p. 1069). TERRASSA (Barcelona): Editorial CLIE.

ETIMOLOGÍA DE SANTIDAD

-El término heb. kadosh significa puro, física, ritual y, especialmente, moral y espiritualmente. En ocasiones se debe traducir «separado», puesto aparte, consagrado. El NT emplea el término hagios, que también en ocasiones significa separado, consagrado, puesto aparte, pero con mayor frecuencia «puro». Ser santo es ser sin «mancha, ni arruga ni cosa semejante» ()
Ventura, S. V. (1985). En Nuevo diccionario biblico ilustrado (p. 1069). TERRASSA (Barcelona): Editorial CLIE.

LA SANTIDAD DE DIOS

-Dios es santo en majestad, trascendencia, misterio, separado del hombre y del pecado.
-La santidad de Dios significa que Él es distinto y trascendente con relación a todo lo creado, incomprensible e inaccesible al hombre.
-La santidad de Dios no es simplemente lo misterioso, sino su perfección moral, que se manifiesta plenamente en su misericordia, pero también su oposición al pecado.
Psalm 99:9 RVR60
Exaltad a Jehová nuestro Dios, Y postraos ante su santo monte, Porque Jehová nuestro Dios es santo.
(RVR60)
9 Exaltad a Jehová nuestro Dios, Y postraos ante su santo monte, Porque Jehová nuestro Dios es santo.

EL PUEBLO SANTO DE DIOS

-En el AT, Dios congrega un Pueblo que, por estar separado para Él, es santo.
Leviticus 21:6 RVR60
Santos serán a su Dios, y no profanarán el nombre de su Dios, porque las ofrendas encendidas para Jehová y el pan de su Dios ofrecen; por tanto, serán santos.
()
(RVR60)
6 Santos serán a su Dios, y no profanarán el nombre de su Dios, porque las ofrendas encendidas para Jehová y el pan de su Dios ofrecen; por tanto, serán santos.
-Por serlo, Israel debía santificar a Dios en el culto, la observancia de la Ley y el ejercicio de la justicia y la misericordia. La santidad requerida del pueblo tenía así un contenido religioso y ético, individual y social.
-El Nuevo Testamento ve en el nuevo pueblo de Dios la continuidad del pueblo santo.
1 Corinthians 1:1–2 RVC
Yo, Pablo, llamado a ser apóstol de Jesucristo por la voluntad de Dios, y el hermano Sóstenes, saludamos a la iglesia de Dios que está en Corinto, a los que han sido santificados en Cristo Jesús y llamados a ser santos, junto con todos los que en todas partes invocan el nombre del Señor Jesucristo, Señor suyo y nuestro.
(RVC)
1 Yo, Pablo, llamado a ser apóstol de Jesucristo por la voluntad de Dios, y el hermano Sóstenes,
2 saludamos a la iglesia de Dios que está en Corinto, a los que han sido santificados en Cristo Jesús y llamados a ser santos, junto con todos los que en todas partes invocan el nombre del Señor Jesucristo, Señor suyo y nuestro.
1 Peter 2:9 RVC
Pero ustedes son linaje escogido, real sacerdocio, nación santa, pueblo adquirido por Dios, para que anuncien los hechos maravillosos de aquel que los llamó de las tinieblas a su luz admirable.
(RVC)
9 Pero ustedes son linaje escogido, real sacerdocio, nación santa, pueblo adquirido por Dios, para que anuncien los hechos maravillosos de aquel que los llamó de las tinieblas a su luz admirable.
-Los miembros de este pueblo deben consagrar la totalidad de su vida en ofrenda a Dios.
Los miembros de este pueblo deben consagrar la totalidad de su vida en ofrenda a Dios.

COMO SOMOS SANTIFICADOS

-En el libro de Hebreos aprendemos que Dios ha santificado a los creyentes por medio de la obra de Jesucristo. El los ha separado y los ha adquirido por medio de Su muerte, capacitándolos para un nuevo culto en una nueva vida, vida de santidad.
Hebreos
Hebrews 9:13–14 RVC
Si la sangre de los toros y de los machos cabríos, y las cenizas de la becerra rociadas sobre los impuros, santifican para la purificación de la carne, ¡cuánto más la sangre de Cristo, que por medio del Espíritu eterno se ofreció a sí mismo sin mancha a Dios, limpiará de obras muertas nuestra conciencia, para que sirvamos al Dios vivo!
(RVC)
13 Si la sangre de los toros y de los machos cabríos, y las cenizas de la becerra rociadas sobre los impuros, santifican para la purificación de la carne,
14 ¡cuánto más la sangre de Cristo, que por medio del Espíritu eterno se ofreció a sí mismo sin mancha a Dios, limpiará de obras muertas nuestra conciencia, para que sirvamos al Dios vivo!
-La santidad es un fruto, no un requisito. Es fruto de la redención que efectuó el Señor Jesucristo. Esta es ha sido la eterna voluntad de Dios, y para realizar Su voluntad, tuvo que “comprar”, “adquirir” el derecho de nuestra alma que había sido vendida al pecado.
Hebrews 10:4–10 RVC
porque la sangre de los toros y de los machos cabríos no puede quitar los pecados. Por eso, al entrar en el mundo, Cristo dijo: «No quieres sacrificio y ofrenda, pero me has dado un cuerpo. No te agradan los holocaustos ni las expiaciones por el pecado. Entonces dije: “Mi Dios, aquí estoy para hacer tu voluntad, como está escrito de mí en el libro.”» Al decir primero: «No quieres ni te agradan sacrificios ni ofrendas, ni holocaustos ni expiaciones por el pecado» (cosas que se ofrecen según la ley), y luego añadir: «Aquí estoy, para hacer tu voluntad», quita lo primero para establecer esto último. Por esa voluntad somos santificados, mediante la ofrenda del cuerpo de Jesucristo, hecha una sola vez y para siempre.
Hebreos 10.4-
(RVC)
4 porque la sangre de los toros y de los machos cabríos no puede quitar los pecados.
5 Por eso, al entrar en el mundo, Cristo dijo: «No quieres sacrificio y ofrenda, pero me has dado un cuerpo.
6 No te agradan los holocaustos ni las expiaciones por el pecado.
7 Entonces dije: “Mi Dios, aquí estoy para hacer tu voluntad, como está escrito de mí en el libro.”»
8 Al decir primero: «No quieres ni te agradan sacrificios ni ofrendas, ni holocaustos ni expiaciones por el pecado» (cosas que se ofrecen según la ley),
9 y luego añadir: «Aquí estoy, para hacer tu voluntad», quita lo primero para establecer esto último.
10 Por esa voluntad somos santificados, mediante la ofrenda del cuerpo de Jesucristo, hecha una sola vez y para siempre.
-La NTV dice en el verso 10:
Hebrews 10:10 NTV
Pues la voluntad de Dios fue que el sacrificio del cuerpo de Jesucristo nos hiciera santos, una vez y para siempre.
(NTV)
10 Pues la voluntad de Dios fue que el sacrificio del cuerpo de Jesucristo nos hiciera santos, una vez y para siempre.
-Pero, ¿cuando es que Jesucristo “entró en el mundo” (10.5)? R/ Cuando fue engendrado y concebido por el E.S. en el vientre de María. “...no temas de recibir a María tu mujer, porque lo que en ella es engendrado, del Espíritu Santo es” ().
Matthew 1:18 RVC
El nacimiento de Jesucristo fue así: María, la madre de Jesús, estaba comprometida con José, pero antes de unirse como esposos se encontró que ella había concebido del Espíritu Santo.
(RVC)
“…se
18 El nacimiento de Jesucristo fue así: María, la madre de Jesús, estaba comprometida con José, pero antes de unirse como esposos se encontró que ella había concebido del Espíritu Santo.
-Y Juan lo explica de la siguiente manera:
John 1:14 RVR60
Y aquel Verbo fue hecho carne, y habitó entre nosotros (y vimos su gloria, gloria como del unigénito del Padre), lleno de gracia y de verdad.
(RVR60)
14 Y aquel Verbo fue hecho carne, y habitó entre nosotros (y vimos su gloria, gloria como del unigénito del Padre), lleno de gracia y de verdad.
-La obra de Dios en Cristo restaura la imagen con la cual hemos sido creados. Por eso la voluntad de Dios es nuestra santificación.
-Es por eso que la santidad es un resultado de la obra de Dios, no es un requisito, tampoco un merito propio; es un estado de vida, es un fundamento para nuestra eternidad.

COMO ME AFECTA LA SANTIDAD

-La santidad me sirve ahora, entre otras cosas para:

1. Mantener la naturaleza de Dios en mi

-Por lo tanto no me dejo corromper por el mundo.
2 Peter 1:3–4 NTV
Mediante su divino poder, Dios nos ha dado todo lo que necesitamos para llevar una vida de rectitud. Todo esto lo recibimos al llegar a conocer a aquel que nos llamó por medio de su maravillosa gloria y excelencia; y debido a su gloria y excelencia, nos ha dado grandes y preciosas promesas. Estas promesas hacen posible que ustedes participen de la naturaleza divina y escapen de la corrupción del mundo, causada por los deseos humanos.
(NTV)
3 Mediante su divino poder, Dios nos ha dado todo lo que necesitamos para llevar una vida de rectitud. Todo esto lo recibimos al llegar a conocer a aquel que nos llamó por medio de su maravillosa gloria y excelencia;
4 y debido a su gloria y excelencia, nos ha dado grandes y preciosas promesas. Estas promesas hacen posible que ustedes participen de la naturaleza divina y escapen de la corrupción del mundo, causada por los deseos humanos.

2. Me permite servir a Dios

-La santidad me permite ser un instrumento de Dios. hemos sido creados con el propósito de servir a Dios.
Isaiah 6:5–8 RVC
Entonces dije yo: «¡Ay de mí! ¡Soy hombre muerto! ¡Mis ojos han visto al Rey, el Señor de los ejércitos, aun cuando soy un hombre de labios impuros y habito en medio de un pueblo de labios también impuros!» Entonces uno de los serafines voló hacia mí. En su mano llevaba un carbón encendido, que había tomado del altar con unas tenazas. Con ese carbón tocó mi boca, y dijo: «Con este carbón he tocado tus labios, para remover tu culpa y perdonar tu pecado.» Después oí la voz del Señor, que decía: «¿A quién enviaré? ¿Quién irá por nosotros?» Y yo respondí: «Aquí estoy yo. Envíame a mí.»
(RVC)
5 Entonces dije yo: «¡Ay de mí! ¡Soy hombre muerto! ¡Mis ojos han visto al Rey, el Señor de los ejércitos, aun cuando soy un hombre de labios impuros y habito en medio de un pueblo de labios también impuros!»
6 Entonces uno de los serafines voló hacia mí. En su mano llevaba un carbón encendido, que había tomado del altar con unas tenazas.
7 Con ese carbón tocó mi boca, y dijo: «Con este carbón he tocado tus labios, para remover tu culpa y perdonar tu pecado.»
8 Después oí la voz del Señor, que decía: «¿A quién enviaré? ¿Quién irá por nosotros?» Y yo respondí: «Aquí estoy yo. Envíame a mí.»
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