¿A quien debemos temer?
Debemos temer sólo a Dios (10:28). Todo lo que los hombres pueden hacer es matar el cuerpo y, si lo hacen, el alma del creyente va a estar con el Señor. Pero Dios puede destruir tanto el cuerpo como el alma en el infierno. Por supuesto, Dios jamás condenará a uno de sus hijos (Romanos 8:1; Juan 5:24). Martín Lutero captó esta verdad cuando escribió:
Nos pueden despojar de bienes, nombre, hogar,
El cuerpo destruir, mas siempre ha de existir
De Dios el reino eterno.
La persona que teme sólo a Dios no necesita temer al hombre o grupo de hombres. El temor de Dios cancela todo temor.
Dios sacará todo a la luz (10:26–27). Los enemigos de Cristo usan medios secretos y engañosos para oponerse al evangelio. Pero los verdaderos creyentes son abiertos y valientes en sus vidas y testimonio. No tenemos nada que ocultar. “Nada he hablado en oculto”, dijo Jesús (Juan 18:20). Falsos testigos mintieron durante el juicio de Jesús, pero Dios hizo que la verdad aflorara. No tenemos nada que temer porque el Señor un día revelará los secretos de los corazones de los hombres (Romanos 2:16) y los sacará a la luz y los juzgará. Nuestra tarea no es agradar a los hombres, sino proclamar el mensaje de Dios. El juicio presente de los hombres no nos asusta, porque vivimos en la luz del futuro juicio de Dios.