Sermon Tone Analysis

Overall tone of the sermon

This automated analysis scores the text on the likely presence of emotional, language, and social tones. There are no right or wrong scores; this is just an indication of tones readers or listeners may pick up from the text.
A score of 0.5 or higher indicates the tone is likely present.
Emotion Tone
Anger
0.17UNLIKELY
Disgust
0.13UNLIKELY
Fear
0.19UNLIKELY
Joy
0.19UNLIKELY
Sadness
0.26UNLIKELY
Language Tone
Analytical
0UNLIKELY
Confident
0UNLIKELY
Tentative
0UNLIKELY
Social Tone
Openness
0.12UNLIKELY
Conscientiousness
0.16UNLIKELY
Extraversion
0.47UNLIKELY
Agreeableness
0.59LIKELY
Emotional Range
0.14UNLIKELY

Tone of specific sentences

Tones
Emotion
Anger
Disgust
Fear
Joy
Sadness
Language
Analytical
Confident
Tentative
Social Tendencies
Openness
Conscientiousness
Extraversion
Agreeableness
Emotional Range
Anger
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Introducción
CON ALGUNAS MANCHAS
Prov.
22:6; Ecl.
11:8; 12:1; 1 Cor.
16:10, 11; 1 Tim.
4:12.
Dos estudiantes caminaban cierto día por una calle de Londres.
De pronto uno de ellos se detuvo frente a una casa de empeños, y señalando un traje con anuncios que decían, “Con algunas manchas, gran reducción del precio”, exclamó: “¡Qué texto más espléndido para un sermón para los jóvenes!”
Y añadió: “Nosotros los jóvenes nos manchamos, quizás muy poco, viendo una representación vulgar en el teatro, o leyendo un libro inconveniente, o permitiendo pensamientos deshonestos o desordenados.
Y así nos manchamos, y cuando llegamos a hombres y se nos valora, quedamos “reducidos en el precio”.
Nuestro atractivo, nuestra fortaleza, habrá desaparecido.
La consagración de la juventud se habrá esfumado.
Y pasamos a formar parte inseparable de los “rezagos” o sobrantes que llevan esta marca: “Con algunas manchas: reducidas de precio.”
Dios nos alienta a trabajar por el
Dios nos alienta a trabajar por el
Entonces él Señor dijo de noche en visión a Pablo: No temas, sino habla, y no calles: 10 Porque yo estoy contigo, y ninguno te podrá hacer mal; porque yo tengo mucho pueblo en esta ciudad.
Hebreos 10.34
34 Porque de mis prisiones también os resentisteis conmigo, y el robo de vuestros bienes padecisteis con gozo, conociendo que tenéis en vosotros una mejor sustancia en los cielos, y que permanece.
Fidelidad de una herencia
Federico el grande y el Molinero
En el reinado de Federico, rey de Prusia, había un molino cerca de Potsdam, el cual interceptaba la vista de las ventanas de Sans Souci.
Enfadado por este estorbo para él en su residencia favorita, el rey mandó preguntar al propietario el precio por el cual vendería su molino.
“Por ningún precio”, fue la respuesta del resuelto prusiano, y en un momento de enojo, Federico dio orden de que el molino fuera demolido.
“El rey puede hacer esto”, dijo el molinero cruzando reposadamente los brazos, “pero hay leyes en Prusia”.
Y desde luego procedió legalmente contra el monarca, y el resultado del proceso fue que la corte sentenció a Federico a reconstruir el molino y a pagar además una gran suma de dinero como compensación por el mal que había hecho.
El rey se molestó; pero tuvo la magnanimidad de decir, dirigiéndose a sus cortesanos: “Estoy complacido de encontrar que existen en mi reino leyes justas y jueces rectos.”
Hace algunos años que el jefe de la honesta familia del molinero, que había heredado legalmente la posesión de este pequeño bien, se encontró en invencibles dificultades pecuniarias con motivo de las pérdidas sufridas a consecuencia de la guerra, y escribió al rey de Prusia recordándole la negativa dada por sus ascendientes a Federico el Grande y preguntando si su majestad abrigaba el mismo deseo de entrar en posesión de la propiedad, dadas las condiciones embarazosas en que él como propietario se encontraba.
El rey escribió inmediatamente, con su propio puño, la siguiente respuesta: “Mi querido vecino: No puedo permitir que venda usted el molino; éste debe permanecer en su posesión tanto tiempo como exista algún miembro de su familia, porque pertenece a la historia de Prusia.
Lamento, sin embargo que esté usted en malas circunstancias económicas, y le envío seis mil marcos para que arregle sus asuntos, esperando que esta suma sea suficiente para rehacer su negocio.
Considéreme siempre como su afectísimo vecino, Federico Guillermo.”—
Este molino trabaja todavía en la localidad
La Impía Jezabel 1 de Reyes 21.5-10
Y vino a él su mujer Jezabel, y díjole: ¿Por qué está tan triste tu espíritu, y no comes pan? 6 Y él respondió: Porque hablé con Naboth de Jezreel, y díjele que me diera su viña por dinero, o que, si más quería, le daría otra viña por ella; y él respondió: Yo no te daré mi viña.
7 Y su mujer Jezabel le dijo: ¿Eres tú ahora rey sobre Israel?
Levántate, y come pan, y alégrate: yo te daré la viña de Naboth de Jezreel.
8 Entonces ella escribió cartas en nombre de Achâb, y sellólas con su anillo y enviólas a los ancianos y a los principales que moraban en su ciudad con Naboth.
9 Y las cartas que escribió decían así: Proclamad ayuno, y poned a Naboth a la cabecera del pueblo; 10 Y poned dos hombres perversos delante de él, que atestigüen contra él, y digan: Tú has blasfemado a Dios y al rey.
Y entonces sacadlo, y apedreadlo, y muera.
La recompensa de parte de Dios
La obra de cada quien ha de ser manifiesta
La obra de cada uno será manifestada: porque el día la declarará; porque por el fuego será manifestada; y la obra de cada uno cuál sea, el fuego hará la prueba.
14 Si permaneciere la obra de alguno que sobreedificó, recibirá recompensa.
La obra de cada uno será manifestada: porque el día la declarará; porque por el fuego será manifestada; y la obra de cada uno cuál sea, el fuego hará la prueba.
14 Si permaneciere la obra de alguno que sobreedificó, recibirá recompensa.
EL PRECIO DE LA ACTIVIDAD
1 Cor.
3:13, 14.
La historia nos relata acerca de un anciano soldado romano que sirvió a su patria cuarenta años: diez como soldado raso y treinta como oficial.
Había tomado parte en ciento veinte combates y había sido herido gravemente cuarenta y cinco veces.
Había recibido catorce coronas cívicas por haber salvado la vida de varios ciudadanos, tres murales por haber sido el primero en entrar en la brecha, y ocho áureas por haber rescatado el estandarte de una legión romana de manos del enemigo.
Tenía en su casa como botín de guerra ochenta y tres cadenas de oro, sesenta brazaletes, dieciocho lanzas de oro, y veintitrés jaeces.
Que el cristiano sea igualmente fiel a su Salvador y luche en favor de él, y la gloria y el valor de su premio excederán en mucho al de este anciano soldado romano.
EL PRECIO DE LA ACTIVIDAD
1 Cor.
3:13, 14.
La historia nos relata acerca de un anciano soldado romano que sirvió a su patria cuarenta años: diez como soldado raso y treinta como oficial.
Había tomado parte en ciento veinte combates y había sido herido gravemente cuarenta y cinco veces.
Había recibido catorce coronas cívicas por haber salvado la vida de varios ciudadanos, tres murales por haber sido el primero en entrar en la brecha, y ocho áureas por haber rescatado el estandarte de una legión romana de manos del enemigo.
Tenía en su casa como botín de guerra ochenta y tres cadenas de oro, sesenta brazaletes, dieciocho lanzas de oro, y veintitrés jaeces.
Que el cristiano sea igualmente fiel a su Salvador y luche en favor de él, y la gloria y el valor de su premio excederán en mucho al de este anciano soldado romano.
Porque comprados sois por precio: glorificad pues a Dios en vuestro cuerpo y en vuestro espíritu, los cuales son de Dios.
DOMINI SUMUS
1 Cor.
6:20.
El gran reformador Martín Lutero viajaba a pie muy a menudo.
En cierta ocasión pidió alojamiento en una rústica casa de campesinos.
Sin saber quién era, lo recibieron bien y lo trataron tan bien como pudieron.
Al saber quién era rehusaron toda paga, pero le pidieron encarecidamente que se acordara de ellos en sus oraciones y que escribiera con tinta encarnada en su pared alguna inscripción de recuerdo.
Prometió hacerlo y escribió: Domini Sumus.
El campesino le preguntó qué significaban aquellas palabras, y Lutero explicó que tenían doble sentido.
—Significan —dijo—, “Somos del Señor”, pero pueden también significar: “Somos señores”.
Lo uno entra en lo otro: siendo propiedad del Señor Jesucristo a gran precio adquirida, no debemos ser esclavos de Satanás ni de hombre sino señores verdaderamente libres que no sirven al pecado sino al Señor Jesús.
Buen recuerdo.
Pongámoslo en la pared de nuestro corazón.
Puestos los ojos en al autor y consumador de la fe, en Jesús; el cual, habiéndole sido propuesto gozo, sufrió la cruz, menospreciando la vergüenza, y sentóse a la diestra del trono de Dios.
Y Jesús decía: Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen.
Y partiendo sus vestidos, echaron suertes.
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