Misión mundial: La dimensión estratégica
Descripción de la estrategia que se debe adoptar para el grupo que se desea alcanzar
La estrategia de la solución única
La gente en su movimiento hacia Cristo
La receptividad de las personas hacia el evangelio
Preparando llaves y abriendo puertas
El misterio de la evangelización
El Equipo Tonga en Zambia usó un acercamiento similar al sugerido por Edward Dayton al determinar cómo presentar mejor el evangelio a los tonga. Ellos pasaron dos años en el aprendizaje del idioma y de la cultura, buscando entender a la gente. Durante ese tiempo llegaron a comprender el punto de vista tonge del mundo. Aprendieron que la cultura tonga está impregnada del temor a los espíritus malignos. Temían a los “isaku” en particular, espíritus comandados por humanos quienes habían ganado su alianza por medio de un espantoso ritual involucrando entre otras cosas, la cabeza de un cadáver humano.
En el siguiente extracto, Phil Elkins sigue su descripción de cómo una aplicación del evangelio, basada en el entendimiento de las necesidades de la gente, produjo el resultado deseado.
Respondiendo a las necesidades percibidas
De todo lo explorado anteriormente se deriva un panorama de necesidades percibidas a las cuales Dios puede responder de manera significativa. Las primeras buenas nuevas para los tonga era que Dios nos había dado un Espíritu Santo de El mismo como regalo. Les compartimos que no teníamos miedo, como ellos, de los espíritus isaku, ya que teníamos dentro de nosotros continuamente un Espíritu que no toleraría otros espíritus. El Espíritu que estaba dentro de nosotros era más poderoso que los demás espíritus. Esto les explicaba la falta de temor que habían visto en nuestras vidas, el gozo, la confianza y la esperanza.
La segunda parte de nuestras buenas nuevas era que Dios, a quien ya conocían por nombre, no les había abandonado. Los tonga habían dejado a Dios, pero El estaba dispuesto a vivir entre ellos nuevamente. Ya les había mostrado su deseo de vivir con ellos al enviar a su Hijo, quien vivió como humano y le mostró a los hombres como podían vivir verdaderamente. Les explicamos que uno puede hablar directamente con Dios acerca de sus necesidades y que su Hijo también es el abogado especial de uno ante Dios. Les manifestamos, además, que el Hijo de Dios deseaba tanto quitar el pecado y la culpa por todas aquellas maneras agresivas de nuestro vivir, que El mismo aceptó llevar el castigo por nosotros.
Los tonga empezaron a darse cuenta de la evidencia de lo que les dijimos acerca, del Espíritu Santo viviendo en nosotros. Para que ningún lector me malentienda acerca de esto, no me estoy refiriendo acerca del don especial de lenguas, sino a lo que todo cristiano recibe en el momento de su nuevo nacimiento.
También les hablamos acerca de la evidencia proveniente del conocimiento de la Biblia. Esto tuvo muy poco impacto inmediato, ya que la mayoría de la gente no sabía leer. Sin embargo, la Palabra no está confinada sólo a la página impresa. La Palabra estaba siendo comunicada diariamente por un Dios que deseada revelarse a sí mismo en sus vidas. El se reveló a sí mismo un día que llegamos a una aldea donde una mujer ebria nos detuvo, prohibiéndonos entrar a su aldea. Nos dijo que ella seguía a Satanás y no a Dios. Esa noche ella murió y al día siguiente llegaron cientos de personas queriendo saber acerca de la voluntad de Dios para sus vidas.
El líder político principal del lugar en el cual estábamos, había llevado a la gente a las tumbas de sus antepasados anualmente para pedir que lloviera. Cuando él recibió las buenas nuevas, demostró su buena fe guiando a su pueblo por un camino diferente. Al llegar la primera sequía, convocó a todo el pueblo a pasar todo un día pidiéndole lluvias a Dios. Este era un acto valiente de fe que sobrepasaba la fe de algunos de nosotros los misioneros. Pero Dios honró su valor y antes que el sol se ocultara, la tierra se inundó por la lluvia.
En la aldea donde decidimos habitar, la mayoría de la población adulta aceptó el bautismo. A iniciativa de ellos, pasamos toda una noche en oración antes de salir en grupo a compartir nuestra fe en otra aldea.
A medida que nuestro equipo de misioneros norteamericanos vio más y más iglesias establecidas, comenzamos a modificar nuestro papel como líderes en el evangelismo y el establecimiento de iglesias. Creo que fue una buena estrategia para nosotros el identificarnos físicamente con los tonga para proporcionar un modelo físico y espiritual de evangelismo. Sé que es un concepto considerado como “pasado” en muchos círculos, pero siento que debería ser enfatizado en los esfuerzos de misiones pioneras.
Para preparar un liderazgo local, establecimos dieciséis centros de extensión para entrenar a cada cristiano en cuanto a los fundamentos de la fe cristiana, e instituimos un curso especial para aquellos que surgieron como líderes de iglesias. Esto se hizo con el apoyo de los nuevos convertidos, quienes asumieron el costo de los cursos. Seguimos la práctica de no subvencionar la construcción de edificios, ni proporcionar fondos para aquellos que ingresaban al ministerio de la predicación.