Laodicea: La iglesia tibia
Introducción
La realidad laodicense
La ciudad de Laodicea:
Remitente y destinatario ()
La condición de la iglesia ()
En la vida cristiana hay tres temperaturas espirituales: un corazón ardiente, encendido por Dios (Lucas 24:32), un corazón frío (Mateo 24:12), y un corazón tibio (Apocalipsis 3:16). El creyente tibio se siente cómodo, complacido y no se da cuenta de su necesidad. Si fuera frío, ¡por lo menos lo sentiría! Tanto el agua fría de Colosas como el agua caliente de Hierópolis estarían tibias para cuando se las llevaba por acueductos a Laodicea.
Esto se refiere tanto a la iglesia como a su ángel o pastor, que algunos creen era Arquipo (Col. 4:17).
Esto no significa perder la salvación, sino la efectividad del ministerio
Habían perdido sus valores (vs. 17–18a). La iglesia de Esmirna pensaba que era pobre, cuando en realidad era rica (Apocalipsis 2:9); los de Laodicea se jactaban de ser ricos, cuando en realidad eran pobres. Tal vez aquí tenemos un indicio de por qué esta iglesia declinó espiritualmente: se enorgullecían de su ministerio y habían empezado a medir las cosas por normas humanas en lugar de por valores espirituales. Eran, a los ojos del Señor, “desventurados, miserables, pobres”.
Habían perdido su visión (v. 18b). Los de Laodicea estaban “ciegos”. No podían ver la realidad. Estaban viviendo en un paraíso de necios, orgullosos de una iglesia que estaba a punto de ser rechazada. El apóstol Pedro enseña que cuando el creyente no está creciendo en el Señor, tiene afectada su visión espiritual (2 Pedro 1:5–9). La dieta afecta la condición de los ojos de uno, en un sentido espiritual tanto como físico.
Estar desnudo quiere decir estar derrotado y humillado (2 Samuel 10:4; Isaías 20:1–4). Los de Laodicea podían ir al mercado y comprar ropa fina de lana, pero eso no atendería su verdadera necesidad. Necesitaban los vestidos blancos de la justicia y gracia de Dios. De acuerdo con Apocalipsis 19:8 debemos vestirnos “de lino fino, limpio y resplandeciente”, y esto simboliza “las acciones justas de los santos”.
La solución (vv.18-19)
Que veas. Es decir, veas el pecado como lo ve Dios y comprendas tu verdadera condición, como requisito previo para el arrepentimiento.
Sé, pues, celoso. Gr. zēlóō, de la misma raíz que zestós, “caliente”, condición que la iglesia de Laodicea no había alcanzado (vers. 15). Se invita a los laodicenses a que disfruten del calor y el entusiasmo que propicia el verdadero arrepentimiento, la consagración y la entrega a Cristo.
Aplicación
Cristo fuera de iglesia
Llamado
Las cartas a las siete iglesias son las radiografías de Dios, que se nos dan para que podamos examinar nuestras propias vidas y ministerios. El juicio va a venir a este mundo, pero primero empieza en la casa de Dios (1 Pedro 4:17). En estas cartas hallamos estímulo tanto como reprensión.