El Diseño de Dios para la Iglesia

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EL DISEÑO DE DIOS PARA LA IGLESIA
“Que todo hombre (Munguía) nos considere de esta manera: como servidores de Cristo (Juperete, esclavo remero de tercer nivel, el más bajo de los esclavos) y administradores de los misterios de Dios” ()
“Pero en caso que me tarde, te escribo para que sepas cómo debe conducirse uno en la casa de Dios, que es la iglesia del Dios vivo, columna y sostén de la verdad” ()
INTRODUCCIÓN
Satanás no está interesado que ésta o cualquier otra iglesia se cierre, lo que él quiere es que por medio de esta iglesia el nombre de Cristo sea blasfemado, mira no voy a esa iglesia porque el pastor hizo esto o aquello, porque los miembros son hipócritas, etc.; creo que Dios nos está dando otra oportunidad donde tenemos que analizarnos cada uno en particular y también colectivamente como iglesia, como estamos?, que nos motiva venir a la iglesia?, cómo estamos haciendo las cosas aquí en la iglesia?, entendemos el ministerio?, por qué lo hacemos? Vivimos la predicación y el estudio de la Palabra? No estoy echando la culpa a nadie solo quiero que me ayuden a llevar la carga y que se hable bien de la iglesia para que el nombre de Cristo no sea blasfemado, que se digan de nosotros que somos esclavos de Cristo pero de último nivel, del nivel más bajo, que se digan también que somos administradores de los misterios de Dios. Si usted solo quiere mirar de palco déjeme decirle que la apatía es lo peor para matar una iglesia, la apatía destruye a la iglesia, y el fruto de la apatía es la crítica: Es fácil para una persona llegar al punto de que da todo por sentado, que las cosas se hacen sola y empieza a criticar cualquier imperfección que encuentra. El autor Thomas Hardy dijo que él tenía un amigo que podía ir a cualquier bello prado e inmediatamente encontrar un montón de estiércol.
Nosotros no debiéramos tener esa clase de perspectiva.
Al escribir a su congregación, el apóstol Pedro dijo: "Por esto, yo no dejaré de recordaros siempre estas cosas, aunque vosotros las sepáis, y estéis confir­mados en la verdad presente" (). Pedro tenía un alto llamamiento de parte de Dios y no quería ser irresponsable en cuanto a la manera en que lo cumplía. No quería ser negligente para con aquellos a los que estaba llamado a enseñar, de modo que continuamente les recordaba lo que ya habían apren­dido. Les estaba diciendo: "Yo sé que vosotros conocéis estas cosas, pero nece­sitáis que os las recuerde", esto es como una clase de FDF en grande Continuando en el versículo (), dice: "Pues tengo por justo, en tanto que estoy en este cuerpo, el despertaros con amonestación; sabiendo que en breve debo abandonar el cuerpo, como nuestro Señor Jesucristo me ha declarado. También yo procuraré con diligencia que después de mi partida vosotros podáis en todo momento tener memoria de estas cosas" (). Hay virtud en repetir las cosas básicas a fin de que no se olviden. Y eso es lo que quisiera hacer ahora.
Dios ya ha diseñado el modelo para su iglesia, el modelo bíblico, y ese modelo lo vamos a ver en cuatro partes o categorías: en primer lugar, las verdades fundamentales. Esto es, aquello que le da forma y fundamento a la iglesia, sobre la cual debe estar formada y debe estar estructurada y a partir de ahí todas las demás cosas se mueven. Esas son las verdades básicas no negociables, las cuales no vamos hacer concepciones, las que nos mantendrán de pie.
En segundo lugar están las actitudes espirituales. No quiero que usted haga ciertas cosa, no quiero decirle lo que usted tiene que hacer; sino más bien generar en usted la actitud espiritual que van a motivar su conducta, su comportamiento.
En tercer lugar están las funciones de la iglesia. Con esto quiero decir ¿Qué debe hacer la iglesia? ¿Cuál es su función? ¿Cuál es la responsabilidad de la iglesia en el mundo? ¿Qué debemos hacer? O resumiendo ¿Cuál es nuestro ministerio? Si alguien le dijera a usted: “¿Qué es lo que la iglesia debe hacer?” Que usted sepa que tiene una iglesia comprometida con la verdad bíblica y eso es lo que vamos a analizar.
Y en cuarto lugar, la manifestación externa de nuestra predicación y enseñanza. Bueno, se lleva a cabo todo el tiempo. Domingo por la mañana, miércoles por la noche, sábados por la mañana, discipulado, E.B.D. es decir siempre estamos predicando, predicando, predicando y enseñando, enseñando y enseñando.
Empecemos entonces. Para que una iglesia funcione, tiene que tener una estructura, por lo cual hay ciertas verdades esenciales que una iglesia tiene que creer y sos­tener firmemente si quiere contar con una estructura sana y fuerte. Estás doc­trinas son inalterables y nunca negociables; no pueden quedar comprometida bajo ningún concepto. Si cedemos en cualquiera de estos puntos la destruimos, la iglesia cesa en ser una iglesia “columna y sostén de la verdad” y se convierte en su lugar en cualquier otra cosa.
Primera parte--Las Verdades Fundamentales
Las Verdades Fundamentales
I. Una visión elevada de Dios
Es absolutamente esencial que una iglesia se vea a sí misma como una institución establecida para la gloria de Dios. Y creo que hemos descendido de ese elevado propósito y nos hemos enfocado en la hombre. Hoy la iglesia parece pensar que su meta es ayudar a las personas a sentirse mejor acerca de sí mismas. No les ofrece a las personas otra cosa que placebos espirituales. Se enfoca en la psicología, en el amor propio, en el entre­tenimiento y en otras mil diversiones para tratar de satisfacer esas necesidades.
La iglesia ha sido reducida de un organismo que hace hincapié en conocer y glorificar a Dios a una organización enfocada en las necesidades humanas. No se dan cuenta de que si usted conoce a Dios y le glorifica, las necesidades de su vida quedarán satisfechas. "El temor de Jehová es el principio de la sabiduría" (). Cuando usted goza de una relación correcta con Dios, todo lo demás cae en su justo lugar. No estoy diciendo que debiéramos olvidarnos de las nece­sidades humanas. Debemos interesarnos por las personas en la misma manera en que Dios lo hace. Pero debemos encontrar un buen equilibrio, y eso comienza con una visión elevada de Dios. Debemos tomar seriamente a Dios.
Me molestan aquellos predicadores y otras personas que quieren sacar a Dios de su trono y convertirlo en un siervo que tiene que hacer todo lo que ellos le piden que haga. Las personas tienden a ser irreverentes; no saben cómo adorar a Dios. Algunas personas piensan que la adoración es todo aquello que les produce sentimientos agradables. Conocen muy poco acerca de Dios. Hay demasiadas Martas y muy pocas Marías en la iglesia (). Estamos tan ocupados sirviendo que no dedicamos tiempo a sentarnos a los pies de Jesús. No temblamos ante la Palabra de Dios. No nos atrevemos a enfrentarnos a la santidad de Dios y a nuestra pecaminosidad de modo que podamos ser usados para su gloria.
Cuando una persona muere, tenemos la tendencia a decir: "¿Por qué Dios ha permitido esto?" Nosotros no tenemos el derecho de preguntar eso. Deberíamos preguntar: "¿Por qué estamos nosotros todavía vivos?" Dios, siendo santo, podía haber destruido al hombre cuando éste cayó por primera vez en el pecado. El que Dios sea tan bondadoso para con nosotros no es razón para que seamos indiferentes. A Dios debemos tomarlo seriamente.
Vea en las librerías cristianas. La gran mayoría de los libros que se escriben hoy atacan solo problemas de poca importancia. Durante las eras cuando la iglesia era más santa, los cristianos tenían muy pocos libros para leer, pero los que tenían les decían cómo disfrutar de una relación correcta con Dios. La mayoría de los libros de hoy no lo hacen.
Un estudio hecho en una conferencia nacional de pastores reveló que la mayoría de los pastores sienten que necesitan más ayuda para tratar con fami­lias. A pesar de todos los libros disponibles sobre los temas relacionados con la familia, esa es todavía un área en la que los líderes cristianos necesitan más ayuda. De modo que la respuesta no es escribir más materiales acerca de la familia. El problema consiste en que las personas no toman a Dios seriamente para funcionar conforme a sus leyes. Si a las familias se les enseñara una visión elevada de Dios, no habría tantos problemas familiares como tenemos en la iglesia.
dice: "Acercaos a Dios, y él se acercará a vosotros". ¿Le gustaría vivir su vida teniendo a Dios cerca de usted? Si usted se acerca a Dios, Él se acercará a usted. Pero usted dice: "Cuando me acerco a Dios, me pongo ner­vioso fácilmente". Por eso es por lo que también dice: "Pecadores, limpiad las manos". Cuanto más se acerca a Dios, tanto más consciente es de su propio pecado. En consecuencia, usted se humillará a sí mismo y llorará por sus pecados. dice que cuando usted se humilla a sí mismo delante del Señor, "él os exaltará".
Debemos tomar a Dios seriamente y exaltarle; no queremos tener una iglesia centrada en el hombre. Tenemos que salir y alcanzar a las personas en el amor de Cristo, pero Dios tiene que ser siempre el centro de nuestra adoración y vida.
II. La autoridad absoluta de las Escrituras
Una segunda verdad no negociable que forma parte del esqueleto de la iglesia es la autoridad absoluta de las Escrituras. La Biblia está constantemente bajo ataque, incluso desde dentro de la propia iglesia.
Leí recientemente un artículo escrito por un profesor de seminario que argumentaba que los cristianos no debieran ver el comportamiento homosexual como pecaminoso. Si una per­sona defiende ese punto de vista, es que está ignorando la Biblia. ¡Qué inconse­cuente es que un profesor de seminario niegue la Biblia cuando está entrenando a hombres para que ministren la Palabra de Dios! Pero eso es lo que está ocu­rriendo hoy. La. Biblia está siendo atacada directamente.
Creo que los carismáticos atacan la Biblia cuando le añaden sus visiones y revelaciones. Es a menudo un ataque sutil y no intencional, pero es un ataque como otro cualquiera. Ellos dicen que Jesús les dijo esto y que. Dios les dijo lo otro. Están socavando la Biblia cuando no la reconocen como la única auto­ridad. Los que creen que Dios habla regularmente a los cristianos individuales con mensajes especiales le quitan importancia a su Palabra. Dios se revela a sí mismo primariamente por medio de las páginas de las Escrituras, y esa revela­ción escrita debe ser considerada como la autoridad absoluta.
Uno de los peores asaltos a la Palabra de Dios viene de parte de personas que dicen que creen en la Biblia, pero no saben lo que enseña. Ese es el más sutil de los ataques. Muchos en todo el país dicen que creen en la Biblia de tapa a tapa, pero no conocen ni un solo párrafo de ella. ¿Cómo pueden decir que creen en lo que no conocen?
Cristo Jesús dijo: "No sólo de pan vivirá el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios" (). Si somos alimentados con cada palabra que sale de la boca de Dios, debemos entonces estudiar cada palabra. Los predica­dores de hoy se han olvidado por complete de esto.
Un pastor me dijo una vez:
—Yo pastoreo una iglesia solo durante dos años y entonces me marcho.
· ¿Ha estado usted haciendo esto por mucho tiempo? —le pregunté.
· Sí, paso dos años aquí, otros dos años allá y otros dos en otra parte.
· ¿Por qué? —le pregunté.
· Porque tengo solo cincuenta y dos sermones. Predicó cada uno de ellos dos veces y luego me marcho.
·¿Por qué no enseña usted todo el consejo de Dios ()? —le pregunté. A lo que me respondió:
·No les enseño todo, solo las partes que considero son importantes para ellos. ¡Pero toda palabra que sale de la boca de Dios es importante!
III. Sana doctrina
Lo tercero que una iglesia debe tener como parte de sus verdades fundamentales es sana doc­trina. Si usted tiene una visión elevada de Dios y está dedicado a Él, debe adhe­rirse a lo que enseña su Palabra. Las enseñanzas de Dios forman la sana doctrina.
Muchos cristianos tienen hoy una idea vaga acerca de la doctrina. Muchos pastores predican "sermoncitos para cristianitos", pequeños sermones que son finos e interesantes. A veces hacen que usted se sienta bien, confuso, triste o entusiasmado; pero rara vez escuchamos sermones que enseñan doctrina. Muy pocos predicadores explican las verdades acerca de Dios, de la vida, la muerte, el cielo, el infierno, el hombre, el pecado, Cristo, los ángeles, el Espíritu Santo, la posición del creyente, la carne o el mundo. Necesitamos verdades a las que podamos aferrarnos. Usted necesita leer un texto, averiguar que dice y significa, obtener una verdad divina y plantar esa verdad en la mente de las personas mediante su repetición regular.
Aprendí ese estilo de predicación cuando me gradué de la escuela secun­daria. Mi padre me entregó una Biblia y escribió una nota en ella animándome a leer 1 y 2 Timoteo. Lo hice y el mensaje de Pablo a Timoteo echo raíz en mi mente: "Si esto enseñas a los hermanos, serás buen ministro de Jesucristo, nutrido con las palabras de la fe y de la buena doctrina que has seguido" (; cp. , ; , ).
IV. Santidad personal
Tenemos que trazar líneas en lo que se refiere a la santidad personal. Debernos ser cuidadosos en relación con lo que nosotros y nuestros hijos vemos, leemos y escuchamos. No es posible ver algunas de las películas que se exhiben en nuestros cines y leer algunos de los libros que se publican sin pagar un precio. A veces me pregunto qué es lo pasa por la mente de los cristianos que se arriesgan a ver las películas, los programas de televisión y las publicaciones que propagan la inmoralidad y sistemas de valores contrarios a la Biblia.
No rebajemos nuestros principios a la altura de los del mundo. Es escanda­loso lo que se tolera en nuestra sociedad hoy. Cosas de las que no se hablaba hace una década, excepto en cuchicheos al oído, se dicen ahora abiertamente. Me asombra que nuestra cultura se haya podido degenerar en tan poco tiempo. Los cristianos están llamados a vivir vidas puras y no podemos ceder en eso. Debiéramos imponernos a nosotros mismos principios de pureza.
dice: "Así que, amados, puesto que tenemos tales promesas, limpiémonos de toda contaminación de carne y de espíritu, perfec­cionando la santidad en el temor de Dios". Una iglesia debiera imponer ese principio (véase ). Esa es la razón por la que practicamos la disci­plina de iglesia en nuestra congregación. Si alguien peca, hablamos con él o ella.
Muchos cristianos no están tan preocupados por la santidad personal como debieran estarlo. ¿En dónde se encuentra usted en términos de santidad y comunión con el Dios viviente? No podemos vivir vidas cristianas a medias y todavía esperar que la obra de Dios sea hecha.
V. Autoridad espiritual
Un componente último del esqueleto de la estructura de una iglesia es la auto­ridad espiritual. Una iglesia debe entender que Cristo es la cabeza de la iglesia (; ) y que El lleva a cabo su gobierno en la iglesia por medio de ancianos piadosos (; , ).
nos enseña que nos sujetemos a los que están por encima de nosotros en el Señor, porque ellos velan por nuestras almas. Sigamos su ejemplo. dice: "Os rogamos, hermanos, que reconoz­cáis a los que trabajan entre vosotros, y os presiden en el Señor, y os amonestan; y que los tengáis en mucha estima y amor por causa de su obra" (vv. 12-13).
Pedro y Juan siempre viajaron juntos. Debido a eso, usted puede pensar que Juan no habló mucho. Pero él escribió el Evangelio de Juan, 1, 2 y 3 de Juan y Apocalipsis. No hay duda que con la relación tan íntima que tuvo con Cristo, él pudo habernos contado aún más grandes cosas. Pero cada vez que se encon­traba en compañía de Pedro en los primeros doce capítulos de Hechos, él guardó silencio. ¿Por qué? Porque Pedro tenía el don de hablar.
Bernabé fue un gran maestro, probablemente el mejor de la naciente iglesia. Pero cuando Bernabé y Pablo viajaban juntos, aun los inconversos se dieron cuenta de que Pablo era el principal orador.
Así, pues, hay variedad de dones entre los líderes espirituales. Pero en su conjunto, hay, no obstante, una igualdad de autoridad espiritual entre aquellos que la Biblia llama ancianos o pastores.
Conclusión
Resumamos lo que hemos aprendido. Para que la iglesia sea eficaz como el cuerpo de Cristo, tiene que contar con la estructura correcta. Tiene que tener una visión elevada de Dios. El propósito de la iglesia debe ser el de conocer a Dios. A fin de conocerle, debe ser reconocida la autoridad de las Escrituras, porque es por medio de la Biblia que podemos conocer a Dios. Una iglesia debiera tener un alto concepto de las Escrituras y un compromiso firme a enseñar la sana doctrina. Los miembros de una iglesia debieran también pro­curar la santidad personal y sujetar sus almas al cuidado de aquellos que el Señor ha puesto sobre ellos como autoridades espirituales.
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