La Primera Bienaventuranzas
Pobres en el espíritu
La verdadera causa del fariseísmo era la ignorancia de la espiritualidad de la ley, porque sus líderes afirmaban cumplir la ley, pero solo en lo exterior. Por lo tanto, el buen propósito que nuestro Señor tenía era despertar sus conciencias al dar validez al verdadero significado interno de la ley y sus requisitos.
O Jesucristo enseñó material similar en dos lugares diferentes, como es común en la predicación, o bien Lucas identifica más específicamente lo que él enseñó en un lugar llano o meseta en la ladera de la montaña.
O Jesucristo enseñó material similar en dos lugares diferentes, como es común en la predicación, o bien Lucas identifica más específicamente lo que él enseñó en un lugar llano o meseta en la ladera de la montaña.
La verdadera causa del fariseísmo era la ignorancia de la espiritualidad de la ley, porque sus líderes afirmaban cumplir la ley, pero solo en lo exterior. Por lo tanto, el buen propósito que nuestro Señor tenía era despertar sus conciencias al dar validez al verdadero significado interno de la ley y sus requisitos.
La primera predicación de Jesucristo parece haber sido resumida en una frase corta pero crucial, como la de Juan el Bautista antes de él: “Arrepentíos, porque el reino de los cielos se ha acercado” (Mateo 3:2; 4:17).
Pero qué rara es la siguiente palabra: “bienaventurados” o “dichosos” los pobres –“los pobres en Espíritu”. ¿Quién los había visto antes como los bienaventurados de la tierra? ¿Y quién, aparte de los creyentes, los ve así el día de hoy? Y cómo estas palabras de apertura dan en el blanco de la idea clave de toda la enseñanza posterior de Cristo: lo más importante no es lo que un hombre hace sino lo que es
“Bienaventurados los pobres en espíritu”. ¿Qué es pobreza de espíritu? Es lo contrario a esa disposición altiva, engreída y autosuficiente que el mundo tanto admira y alaba. Es todo lo contrario a esa actitud independiente y jactanciosa que se niega a inclinarse ante Dios, que decide enfrentar las cosas y que dice junto con Faraón,
Mundo dice
Ser pobre en espíritu es darse cuenta de que no tengo nada, que no soy nada, que no puedo hacer nada y que necesito todas las cosas.
La pobreza de espíritu es evidente en una persona cuando es puesta en el polvo delante Dios para que reconozca su total impotencia. Esta es la primera evidencia experiencial de una obra divina de la gracia dentro del alma y corresponde al primer despertar del hijo pródigo en un país lejano cuando “comenzó a faltarle”
La gran salvación de Dios es gratuita, “sin dinero y sin precio” (Isaías 55:1). Esta es una provisión muy misericordiosa de la gracia divina, porque si Dios pusiera la salvación a la venta ningún pobre pecador la podría asegurar al ver que no tiene nada con qué comprarla. Pero la gran mayoría es insensible a esto; sí, todos nosotros lo somos hasta que el Espíritu Santo abre nuestros ojos cegados por el pecado. Solo los que han pasado de muerte a vida se vuelven conscientes de su pobreza, toman el lugar de mendigos, están dichosos de recibir la caridad divina y comienzan a buscar las verdaderas riquezas. Por esta razón “a los pobres es anunciado el evangelio” (Mateo 11:5), ¡predicado no solo a sus oídos sino a sus corazones!
De esta manera, la pobreza en espíritu –la conciencia que una persona tiene de su vacío y necesidad– es resultado de la obra del Espíritu Santo dentro del corazón del hombre. Surge del doloroso descubrimiento de que toda mi justicia es como trapo de inmundicia
El que es pobre en espíritu no es nada a sus propios ojos y siente que delante de Dios, su lugar correcto está en el polvo. Puede dejar ese lugar por medio de la falsa enseñanza o la mundanalidad, pero Dios sabe cómo traerlo de vuelta.
La pobreza en espíritu se puede ver como el lado negativo de la fe. Es darse cuenta de esa absoluta falta de valor que viene antes de echar mano de Cristo por fe; espiritualmente, es comer de su carne y beber de su sangre
El Señor Jesús revela en Mateo 11:29 cómo cultivar este espíritu que honra a Dios.
El que posee esta pobreza en espíritu es pronunciado bendito: porque ahora tiene una disposición que es justo lo contrario de lo que era suyo por naturaleza; porque posee la primera evidencia segura de que una obra divina de gracia se ha forjado dentro de él; porque tal espíritu lo hace buscar fuera de él mismo el verdadero enriquecimiento; porque es un heredero del reino de los cielos.