Una verdad fundamental

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PRESENTADO POR DAVID MONTEZA RODAS ESTUDIANTE DE TEOLOGIA UNIVERSIDAD PERUANA UNION UNA VERDAD FUNDAMENTAL El sustantivo griego koinonía que significa Deiros, Pablo A. «Prefacio a la Edición Electrónica». Diccionario Hispano-Americano de la misión. Bellingham, WA: Logos Research Systems, 2006. , comunión en, participación en algo indivisible, comunicación con. Se usa frecuentemente en el NT, lo cual indica cuán importante fue para los primeros creyentes la participación, en la fe, el testimonio, el amor fraternal, la ayuda mutua y la esperanza de los cristianos. Es una de las palabras sencillas, pero profunda porque describe la misión de la iglesia basado en el mandamiento de Jesús “amaos los unos a los otros” (Jn. 13:34), los discípulos entendieron que no solo el amor “ágape” debiera ser el estilo de vida del pueblo de Dios, sino que este amor era un deber dentro de la iglesia. El amor al prójimo aparece desde el inicio del AT (Lev. 19:18). Jesús le da a esta verdad una nueva y sorprendente dimensión más allá del AT. “un mandamiento nuevo os doy: que os améis unos a otros: como yo os he amado, que también os améis unos a otros” (Jn. 13:34). Nos podemos preguntar: ¿Cuál es el nuevo en este mandamiento?, Barret dice que el nuevo mandamiento es nuevo porque: corresponde al mandamiento que regula la relación entre Jesús y el Padre” (Jn. 10:18). El amor entre los discípulos no solo les edifica, sino que les revelaba al Padre y al Hijo. El amor representa una vida transformada, para ello demandaba una auto-entrega de parte de un discípulo para el bienestar del otro. Dijo Charles Dodd, “en ese amor mutuo, el amor que el Padre mostró al enviar a su Hijo y el amor que el Hijo mostró al dar su propia vida”, este amor no es meramente una emoción, sino más bien es “un cierto tipo de acción” que el Padre y el Hijo han expresado en su amor al mundo. Siendo parte de la iglesia de nuestros días, tenemos el deber de identificarse con los oprimidos, de trabajar en la misión y de dar testimonio de nuestra fe, pero si nuestras palabras y actos no tienen la marca suprema de la iglesia del antaño, no tiene significado. Las personas se darán cuenta si los que dicen ser cristianos se aman los unos a los otros dentro de la iglesia por el amor ágape. Si no es así, la iglesia sufre de enfermedad. “El compañerismo, por definición, significa relaciones interpersonales. Este surge cuando los creyentes se conocen, disfrutan mutuamente de esa relación y se cuidan unos a otros. Sin embargo, mientras la «koinonía» se torna en koinonitis y avanza la enfermedad, estas relaciones interpersonales vienen a ser tan absorbentes que se convierten en el centro de casi todas las actividades de la iglesia. Sus relaciones se vuelven introvertidas, olvidándose del mundo al cual la Iglesia fue enviada” Charles Van Engen, El pueblo misionero de Dios (Grand Rapids, Michigan: Libros Desafío, 2004), 101. La koinonía viene a ser koinonitis cuando se pierde el propósito por el cual el compañerismo existe. La Iglesia, entonces, pierde el enfoque del porqué del estudio bíblico, los grupos de oración, la visitación, las obras de caridad, etc. La introversión es inevitable a menos que el amor sea expresado mediante un compañerismo de servicio y auto-entrega hacia los que aún no son discípulos de Jesucristo. Las iglesias que pierden la koinonía pierden el compañerismo con Cristo. El hace la conexión entre la promesa “Estoy con vosotros todos los días” y el mandamiento de “id y haced discípulos”. Dios nos ayude a recuperar el amor con el cual debemos amar a nuestros prójimos, y que nuestra vida cristiana no sea solamente una fachada, sino que este fundada en el amor verdadero.
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