Jesús calma la tormenta
Pasaje a estudiar
Contexto
Introducción
El Siervo de Dios, Jesucristo, es el Maestro de toda situación y Conquistador de todo enemigo. Si confiamos en él y seguimos sus órdenes, no hay necesidad de temer. La victoria es el tema principal de esta porción de la escritura. Marcos registró cuatro milagros que Jesús realizó, y cada milagro nos anuncia la derrota de un enemigo.
Estudio
Un siervo aprende siempre
“Aquel día” se refiere al día en que Jesús pronunció las parábolas del reino. Había estado enseñando a los discípulos la palabra, y ahora les daría una prueba práctica para ver cuánto habían aprendido. Después de todo, el oír la palabra de Dios tiene el propósito de producir fe (Romanos 10:17); y la fe siempre debe ser probada. No es suficiente que meramente aprendamos una lección o que seamos capaces de repetir una enseñanza. Debemos también ser capaces de practicar esa lección por fe, y esa es una razón por la que Dios permite que enfrentemos pruebas en nuestra vida.
“Aquel día” se refiere al día en que Jesús pronunció las parábolas del reino. Había estado enseñando a los discípulos la palabra, y ahora les daría una prueba práctica para ver cuánto habían aprendido. Después de todo, el oír la palabra de Dios tiene el propósito de producir fe (Romanos 10:17); y la fe siempre debe ser probada. No es suficiente que meramente aprendamos una lección o que seamos capaces de repetir una enseñanza. Debemos también ser capaces de practicar esa lección por fe, y esa es una razón por la que Dios permite que enfrentemos pruebas en nuestra vida.
¿Sabía Jesús que la tempestad se avecinaba? ¡Por supuesto que lo sabía! La tormenta era parte de su plan para ese día y ayudaría a los discípulos a comprender una lección que ni siquiera sabían que necesitaban aprender: Se puede confiar en Jesús aun en las tormentas de la vida. Muchas personas tienen la idea de que las tormentas vienen a su vida sólo cuando han desobedecido a Dios, pero no siempre es así. Jonás acabó en una tormenta debido a su desobediencia, pero los discípulos se vieron en medio de una tormenta debido a su obediencia al Señor.
La ubicación geográfica del mar de Galilea se presta para las tormentas violentas. Al cruzar ese mismo mar un verano por la tarde, le pregunté a un guía israelita si había estado alguna vez en una de esas tormentas. “¡Por supuesto que he estado!” replicó, levantando sus manos hacia arriba y meneando su cabeza. “¡Y jamás quiero experimentar otra!”
La tormenta descrita en esta pasaje debe haber sido especialmente feroz puesto que aterró a pescadores experimentados, como lo eran los discípulos. Hubo por lo menos tres buenas razones por las que ninguno de los que se hallaban en el barco debían haberse perturbado, aun cuando la situación parecía amenazadora.
¿Sabía Jesús que la tempestad se avecinaba? ¡Por supuesto que lo sabía! La tormenta era parte de su plan para ese día y ayudaría a los discípulos a comprender una lección que ni siquiera sabían que necesitaban aprender: Se puede confiar en Jesús aun en las tormentas de la vida. Muchas personas tienen la idea de que las tormentas vienen a su vida sólo cuando han desobedecido a Dios, pero no siempre es así. Jonás acabó en una tormenta debido a su desobediencia, pero los discípulos se vieron en medio de una tormenta debido a su obediencia al Señor.
La tormenta descrita en esta pasaje debe haber sido especialmente feroz puesto que aterró a pescadores experimentados, como lo eran los discípulos. Hubo por lo menos tres buenas razones por las que ninguno de los que se hallaban en el barco debían haberse perturbado, aun cuando la situación parecía amenazadora.
Para empezar, tenían la promesa del Señor de que pasarían al otro lado (Marcos 4:35). Sus mandamientos siempre son sus capacitaciones y nada puede impedir la realización de sus planes. Jesús no les prometió un viaje fácil, pero sí les garantizó que llegarían a su destino.
En segundo lugar, el Señor mismo estaba con ellos, así que, ¿qué había que temer? Ellos ya habían visto su poder demostrado en sus milagros, así que debían haber tenido completa confianza en que él podría controlar la situación. Por alguna razón, los discípulos todavía no comprendían que él era en verdad el Maestro de toda situación.
Finalmente, podían ver que Jesús estaba en perfecta paz, aun en medio de la tormenta. Este hecho por sí solo debería haberlos animado. Jesús se hallaba dentro de la voluntad de Dios y sabía que el Padre lo cuidaría, así que tomó una siesta. Jonás durmió durante la tormenta debido a un falso sentido de seguridad, aun cuando andaba huyendo de Dios, pero Jesús se quedó dormido en la tormenta porque estaba verdaderamente seguro en la voluntad de Dios. “En paz me acostaré, y asimismo dormiré; Porque solo tú, Jehová, me haces vivir confiado” (Salmo 4:8).