La Segunda Bienaventuranza

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Los que lloran

Mateo 5.4 RVR60
Bienaventurados los que lloran, porque ellos recibirán consolación.
Mateo 5.3
Los que lloran:
Esto se refiere al lamento por el pecado, a la tristeza piadosa que produce el arrepentimiento que lleva a la salvación.
Arrepentimiento Fallido
Una de las maneras en las que entendemos mal lo que es el arrepentimiento es que lo confundimos con el remordimiento y la confesión.
Las confundimos porque en la superficie ambas cosas parecen lo mismo.
Nos damos cuenta que hemos cometido una acción incorrecta, y eso nos produce tristeza y nos lleva a querer admitir nuestra culpa.
En ambos casos la acción es similar, pero la razón de la tristeza es totalmente diferente.
El apóstol Pablo habla de esta diferencia
2 Corintios 7.10 RVR60
Porque la tristeza que es según Dios produce arrepentimiento para salvación, de que no hay que arrepentirse; pero la tristeza del mundo produce muerte.
Pablo, dando una clara evidencia de que no todo remordimiento por nuestras fallas y pecados producen arrepentimiento. Hay una tristeza por nuestro pecado que produce muerte. Entonces,

¿Cómo sabemos si de verdad nos hemos arrepentido?

El arrepentimiento produce un fruto tangible y evidente en nuestra vida.
2 Corintios 7.9–11 RVR60
Ahora me gozo, no porque hayáis sido contristados, sino porque fuisteis contristados para arrepentimiento; porque habéis sido contristados según Dios, para que ninguna pérdida padecieseis por nuestra parte. Porque la tristeza que es según Dios produce arrepentimiento para salvación, de que no hay que arrepentirse; pero la tristeza del mundo produce muerte. Porque he aquí, esto mismo de que hayáis sido contristados según Dios, ¡qué solicitud produjo en vosotros, qué defensa, qué indignación, qué temor, qué ardiente afecto, qué celo, y qué vindicación! En todo os habéis mostrado limpios en el asunto.
2 Corintios 7.11 TLA
¡Qué bueno que Dios los haya hecho ponerse tristes! ¡Vaya cambio que tuvieron! Así pudieron darse cuenta de que soy inocente, y hasta me defendieron. También se enojaron y tuvieron miedo de lo que podría suceder. Sintieron deseos de verme, y castigaron al culpable. Con todo esto, ustedes demostraron que no tenían nada que ver en el asunto.
2 co. 7-
Pablo está celebrando que la tristeza experimentada por sus amados hermanos los ha llevado a actuar de una manera radical en contra del pecado que había en ellos. Su tristeza produjo indignación, temor, afecto, y celo.
Su tristeza produjo arrepentimiento. ¡Lo sorprendente de todo es que Pablo los declara inocentes! Habiendo anteriormente dicho que su exhortación fue válida, ahora les dice que son inocentes en el asunto.
El arrepentimiento te lleva no solo a admitir tu culpa y confesarla, sino también a odiar tu pecado a tal manera que quieres sacarlo por completo de tu vida.
La tristeza que el mundo produce es una tristeza por miedo a las consecuencias que tu pecado puede producir en tu vida.
La tristeza que produce el arrepentimiento es una tristeza por lo que tu pecado representa para Dios: una ofensa a Su santidad y un acto de rebelión contra Su voluntad.
La simple tristeza por nuestras acciones o aun el remordimiento profundo por nuestras acciones, no constituyen un arrepentimiento genuino a menos que vaya acompañado por una decisión sincera de olvidarse del pecado que se ha estado cometiendo contra Dios.
Una tristeza mundana puede involucrar gran dolor por las acciones cometidas y probablemente también temor por el castigo, pero no una renuncia genuina por el pecado ni un propósito firme de olvidarse de él en la vida.
La única manera de saber si tu arrepentimiento fue genuino o no, es viendo el fruto en tu vida.
El arrepentimiento no significa que jamás volverás a pecar, sino que cada vez que peques te dueles por tu pecado, pero ese dolor te hace correr a Cristo a reconocer tu necesidad que te perdone.
La buena noticia es que si nos arrepentimos,
1 Juan 1.9 RVR60
Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad.
Una ilustración y un ejemplo sorprendentes del espíritu sobre el cual el Salvador aquí pronunció su bendición se encuentra en
Las bienaventuranzas Capítulo 2: LA SEGUNDA BIENAVENTURANZA

Una ilustración y un ejemplo sorprendentes del espíritu sobre el cual el Salvador aquí pronunció su bendición se encuentra en Lucas 18:9–14. Ahí se presenta a nuestra consideración un vívido contraste. En primer lugar, se nos muestra a un fariseo que confiaba en sí mismo como justo alzando la vista a Dios y diciendo: “Dios, te doy gracias porque no soy como los otros hombres, ladrones, injustos, adúlteros, ni aun como este publicano; ayuno dos veces a la semana, doy diezmos de todo lo que gano”. Puede que todo esto haya sido verdad del modo en que él lo veía, sin embargo, este hombre volvió a su casa en un estado de condenación. Sus vestidos finos eran trapos, sus ropas blancas estaban inmundas, aunque no lo sabía. Después se nos muestra al publicano que estaba lejos y que, en el lenguaje del salmista, estaba tan atribulado por sus iniquidades que no era capaz de levantar la mirada (Salmos 40:12). No se atrevía a alzar sus ojos al cielo, sino que se golpeaba el pecho. Consciente de la fuente de corrupción que había dentro de él, clamó: “Dios, sé propicio a mí, pecador”. Ese hombre volvió a su casa justificado porque era pobre en espíritu y lloró por su pecado.

Lucas 18
Lucas 18.9–14 RVR60
A unos que confiaban en sí mismos como justos, y menospreciaban a los otros, dijo también esta parábola:Dos hombres subieron al templo a orar: uno era fariseo, y el otro publicano.El fariseo, puesto en pie, oraba consigo mismo de esta manera: Dios, te doy gracias porque no soy como los otros hombres, ladrones, injustos, adúlteros, ni aun como este publicano;ayuno dos veces a la semana, doy diezmos de todo lo que gano.Mas el publicano, estando lejos, no quería ni aun alzar los ojos al cielo, sino que se golpeaba el pecho, diciendo: Dios, sé propicio a mí, pecador.Os digo que éste descendió a su casa justificado antes que el otro; porque cualquiera que se enaltece, será humillado; y el que se humilla será enaltecido.
También el objetivo de esta parábola está a la vista desde el principio. Va destinada «a unos que confiaban en sí mismos como justos, y menospreciaban a los demás»
1. Éstos tenían muy alta opinión de sí mismos; pensaban que ya eran tan santos como debían ser, y más santos que todos sus vecinos.
2. Tenían exceso de confianza al presentarse ante Dios, pues se apoyaban en su propia justicia: «confiaban en sí mismos como justos» y por consiguiente, creían que Dios les era deudor.
3. «Menospreciaban a los demás.» A esto llama el texto sagrado «parábola», aunque es un hecho real que se repite cada día
El fariseo vino al templo a orar por cumplimiento, el publicano vino a orar por necesidad. El fariseo, por ostentación; el publicano, para petición. Dios ve con qué disposiciones y objetivo nos presentamos ante Él
Ahí se presenta a nuestra consideración un vívido contraste. En primer lugar, se nos muestra a un fariseo que confiaba en sí mismo como justo alzando la vista a Dios.
Puede que todo esto haya sido verdad del modo en que él lo veía, sin embargo, este hombre volvió a su casa en un estado de condenación. Sus vestidos finos eran trapos, sus ropas blancas estaban inmundas, aunque no lo sabía. Después se nos muestra al publicano que estaba lejos y que, en el lenguaje del salmista, estaba tan atribulado por sus iniquidades que no era capaz de levantar la mirada
Salmo 40.12 RVR60
Porque me han rodeado males sin número; Me han alcanzado mis maldades, y no puedo levantar la vista. Se han aumentado más que los cabellos de mi cabeza, y mi corazón me falla.
). No se atrevía a alzar sus ojos al cielo, sino que se golpeaba el pecho. Consciente de la fuente de corrupción que había dentro de él, clamó: “Dios, sé propicio a mí, pecador”. Ese hombre volvió a su casa justificado porque era pobre en espíritu y lloró por su pecado.
No se atrevía a alzar sus ojos al cielo, sino que se golpeaba el pecho. Consciente de la fuente de corrupción que había dentro de él, clamó: “Dios, sé propicio a mí, pecador”. Ese hombre volvió a su casa justificado porque era pobre en espíritu y lloró por su pecado.
Aquí, entonces, están las primeras marcas de nacimiento que tienen los hijos de Dios.
El que nunca ha llegado a ser pobre en espíritu nunca ha sabido lo que es realmente llorar por el pecado, aunque pertenezca a una iglesia u ostente un cargo en ella, nunca ha visto ni ha entrado en el reino de Dios.
Entre más cerca viva el cristiano de Dios, más va a llorar por todo lo que lo deshonra
“Ellos recibirán consolación”. Con estas palabras Cristo se refiere principalmente a la eliminación de la culpa que carga la conciencia. Esto se logra cuando el Espíritu aplica el evangelio de la gracia de Dios a una persona a quien ha convencido de que tiene una desesperada necesidad de un Salvador.
El resultado es un sentimiento de un perdón gratuito y pleno por medio de los méritos de la sangre expiatoria de Cristo. Esta consolación divina es que llena el corazón del que ahora está seguro de que es “acepto en el Amado
Filipenses 4.7 RVR60
Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guardará vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús.
), que llena el corazón del que ahora está seguro de que es “acepto en el Amado” (). Dios hiere antes de sanar y humilla antes de exaltar. Primero revela su justicia y santidad y después da a conocer su misericordia y gracia.
que llena el corazón del que ahora está seguro de que es “acepto en el Amado” (
Efesios 1.6 RVR60
para alabanza de la gloria de su gracia, con la cual nos hizo aceptos en el Amado,
). Dios hiere antes de sanar y humilla antes de exaltar. Primero revela su justicia y santidad y después da a conocer su misericordia y gracia.
Dios hiere antes de sanar y humilla antes de exaltar. Primero revela su justicia y santidad y después da a conocer su misericordia y gracia.
Las palabras, “ellos recibirán consolación”, también tienen un cumplimiento constante en la experiencia del cristiano.
Aunque llora por sus inexcusables fracasos y se los confiesa a Dios, aun así es consolado con la seguridad de que la sangre de Jesucristo, el Hijo de Dios, lo limpia de todo pecado
).[2]
“Ellos recibirán consolación”. El mejor vino se reserva para el final. “Por la noche durará el lloro, y a la mañana vendrá la alegría” (). Durante la larga noche de su ausencia, los creyentes han sido llamados a tener comunión con el que fue el varón de dolores. Pero está escrito, “Si padecemos juntamente con él… juntamente con él [seremos] glorificados” (). ¡Qué consuelo y alegría van a ser nuestros cuando la mañana amanezca sin nubes! Entonces “huirán la tristeza y el gemido” (). Entonces se van a cumplir las palabras de la gran voz celestial de , : “He aquí el tabernáculo de Dios con los hombres, y él morará con ellos; y ellos serán su pueblo, y Dios mismo estará con ellos como su Dios. Enjugará Dios toda lágrima de los ojos de ellos; y ya no habrá muerte, ni habrá más llanto, ni clamor, ni dolor; porque las primeras cosas pasaron”.[3]
1 Juan 1.7 RVR60
pero si andamos en luz, como él está en luz, tenemos comunión unos con otros, y la sangre de Jesucristo su Hijo nos limpia de todo pecado.
Salmo 30.5 RVR60
Porque un momento será su ira, Pero su favor dura toda la vida. Por la noche durará el lloro, Y a la mañana vendrá la alegría.
). Durante la larga noche de su ausencia, los creyentes han sido llamados a tener comunión con el que fue el varón de dolores. Pero está escrito, “Si padecemos juntamente con él… juntamente con él [seremos] glorificados” (). ¡Qué consuelo y alegría van a ser nuestros cuando la mañana amanezca sin nubes! Entonces “huirán la tristeza y el gemido” (). Entonces se van a cumplir las palabras de la gran voz celestial de , : “He aquí el tabernáculo de Dios con los hombres, y él morará con ellos; y ellos serán su pueblo, y Dios mismo estará con ellos como su Dios. Enjugará Dios toda lágrima de los ojos de ellos; y ya no habrá muerte, ni habrá más llanto, ni clamor, ni dolor; porque las primeras cosas pasaron”.[3]
Durante la larga noche de su ausencia, los creyentes han sido llamados a tener comunión con el que fue el varón de dolores.
Pero está escrito,
Romanos 8.17 RVR60
Y si hijos, también herederos; herederos de Dios y coherederos con Cristo, si es que padecemos juntamente con él, para que juntamente con él seamos glorificados.
). ¡Qué consuelo y alegría van a ser nuestros cuando la mañana amanezca sin nubes! Entonces “huirán la tristeza y el gemido” (). Entonces se van a cumplir las palabras de la gran voz celestial de , : “He aquí el tabernáculo de Dios con los hombres, y él morará con ellos; y ellos serán su pueblo, y Dios mismo estará con ellos como su Dios. Enjugará Dios toda lágrima de los ojos de ellos; y ya no habrá muerte, ni habrá más llanto, ni clamor, ni dolor; porque las primeras cosas pasaron”.[3]
¡Qué consuelo y alegría van a ser nuestros cuando la mañana amanezca sin nubes! Entonces “huirán la tristeza y el gemido”
Isaías 35.10 RVR60
Y los redimidos de Jehová volverán, y vendrán a Sion con alegría; y gozo perpetuo será sobre sus cabezas; y tendrán gozo y alegría, y huirán la tristeza y el gemido.
Entonces se van a cumplir las palabras de la gran voz celestial de
Entonces se van a cumplir las palabras de la gran voz celestial de
Apocalipsis 21.3–4 RVR60
Y oí una gran voz del cielo que decía: He aquí el tabernáculo de Dios con los hombres, y él morará con ellos; y ellos serán su pueblo, y Dios mismo estará con ellos como su Dios.Enjugará Dios toda lágrima de los ojos de ellos; y ya no habrá muerte, ni habrá más llanto, ni clamor, ni dolor; porque las primeras cosas pasaron.
a
: “He aquí el tabernáculo de Dios con los hombres, y él morará con ellos; y ellos serán su pueblo, y Dios mismo estará con ellos como su Dios. Enjugará Dios toda lágrima de los ojos de ellos; y ya no habrá muerte, ni habrá más llanto, ni clamor, ni dolor; porque las primeras cosas pasaron”.[3]
Las bienaventuranzas Capítulo 2: LA SEGUNDA BIENAVENTURANZA

Entre más cerca viva el cristiano de Dios, más va a llorar por todo lo que lo deshonra

[1] Pink, A. W. (2014). Las bienaventuranzas. (J. Terranova & G. Powell, Eds., C. Canales, Trad.). Bellingham, WA: Lexham Press.
[2] Pink, A. W. (2014). Las bienaventuranzas. (J. Terranova & G. Powell, Eds., C. Canales, Trad.). Bellingham, WA: Lexham Press.
[3] Pink, A. W. (2014). Las bienaventuranzas. (J. Terranova & G. Powell, Eds., C. Canales, Trad.). Bellingham, WA: Lexham Press.
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