La oraciones de Jesucristo

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La oración era la esencia de la relación de Jesucristo con el Padre. Él oró por sí mismo y por su misión, y continúa orando por todos los creyentes.

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La práctica de Jesucristo en la oración

Oró regularmente

Lucas registra más instancias de Jesucristo orando que cualquier otro escritor de los evangelios.

A menudo oraba solo

Marcos 1.35 RVR60
Levantándose muy de mañana, siendo aún muy oscuro, salió y se fue a un lugar desierto, y allí oraba.
Ver también ; ;

Momentos específicos en la vida de Jesucristo donde hubo oración

Antes de su muerte:

;

En la cruz:

; ; ; en su bautismo; antes de elegir a los apóstoles; antes de su transfiguración

Características de las oraciones de Jesucristo

Comunión con su Padre

;

Sumisión a su Padre

Hebreos 5.7 RVR60
Y Cristo, en los días de su carne, ofreciendo ruegos y súplicas con gran clamor y lágrimas al que le podía librar de la muerte, fue oído a causa de su temor reverente.
Ver también ;

Alabar y dar gracias a su Padre

Mateo 11.25–26 RVR60
En aquel tiempo, respondiendo Jesús, dijo: Te alabo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque escondiste estas cosas de los sabios y de los entendidos, y las revelaste a los niños. Sí, Padre, porque así te agradó.
Ver también ; ; la cena del Señor; ;

El alcance de las oraciones de Jesucristo

por los niños

Por sus discípulos:

; ;
por sus perseguidores

Por sí mismo:

;
por todos los creyentes

Jesucristo continúa en el ministerio de la oración

Hebreos 7.25 RVR60
por lo cual puede también salvar perpetuamente a los que por él se acercan a Dios, viviendo siempre para interceder por ellos.
Ver también ;

La enseñanza de Jesucristo acerca de la oración

Mateo 6.9–15 RVR60
Vosotros, pues, oraréis así: Padre nuestro que estás en los cielos, santificado sea tu nombre. Venga tu reino. Hágase tu voluntad, como en el cielo, así también en la tierra. El pan nuestro de cada día, dánoslo hoy. Y perdónanos nuestras deudas, como también nosotros perdonamos a nuestros deudores. Y no nos metas en tentación, mas líbranos del mal; porque tuyo es el reino, y el poder, y la gloria, por todos los siglos. Amén. Porque si perdonáis a los hombres sus ofensas, os perdonará también a vosotros vuestro Padre celestial; mas si no perdonáis a los hombres sus ofensas, tampoco vuestro Padre os perdonará vuestras ofensas.
Ver también ; ; ; ; ;
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