La condicion deplorable del hombre
He elegido estos tres versículos de esta sección para que podamos estudiar la naturaleza del pecado, al menos en lo que se refiere a su esencia, movidos a ello por una especie de necesidad lógica. Hemos visto que el hombre, por naturaleza, es un ser que se opone a Dios, no un ser que desea a Dios. También hemos visto que para tratar el problema de la humanidad no basta con intentar llevar a cabo una reforma moral. ¿A qué se debe esto? ¿Qué hay en la naturaleza humana que lo explique? Cuando nos hacemos estas preguntas, nos topamos de frente con la doctrina del pecado. No hay otro tema que cause, o haya causado, tanto desprecio, sarcasmo y burla. No hay otra doctrina que se haya ridiculizado más. Ninguna ha levantado tanta pasión y tanto odio, la batalla mas intensa se ha librado en este punto preciso.
Preguntas:
¿Podemos tomarnos este asunto a la ligera y ser optimistas en nuestra manera de entender el hombre y la vida? ¿Es el pecado algo que la humanidad podrá quitarse de encima a medida que progrese? ¿Se deteriorará lo más bajo “el animal”, y continuará desarrollándose y aumentando lo más alto “el hombre”?
1) Su primer gran principio es que el pecado es deliberado.
Les recuerda a los creyentes
como la justicia de Dios se revela de fe en fe, “la ira de Dios se revela desde el cielo contra toda impiedad e injusticia de los hombres”. Y seguidamente empieza a atacar al pecado en su esencia misma/de manera frontal al pecado. “La ira de Dios”, afirma, “se revela desde el cielo contra toda impiedad e injusticia de los hombres que detienen con injusticia la verdad.” Desde el principio acusa al pecado de ser deliberado, y luego lo repite en el versículo 28, donde afirma: “Y como ellos no aprobaron tener en cuenta a Dios”—o, como dice la versión Dios habla hoy, “como no quisieron reconocer a Dios”— “[Dios] los entregó a una mente reprobada”. Es la misma acusación, que vuelve a aparecer otra vez en el último versículo (32): “…quienes habiendo entendido el juicio de Dios, que los que practican tales cosas son dignos de muerte, no sólo las hacen, sino que también se complacen con los que las practican.”
La primera es que los hombres no aprobaron tener en cuenta a Dios, o no quisieron reconocer a Dios. Es decir, al principio tienen conocimiento de Dios, pero deciden ignorarlo, no lo aprueban.
Esto fue así al principio de la historia de la humanidad y sigue siendo así. Nuestro país cuenta con un trasfondo y una tradición religiosos. Teníamos una manera de concebir la vida y de vivir basada en la fe en Dios, y la mayoría de la gente no es ajena a esta concepción de la vida con la que todos han tenido contacto en algún momento. Por eso, es una concepción que tiene que ser rechazada intencionadamente para que los hombres puedan llevar el tipo de vida que están llevando hoy en día. Deciden que está mal, o que es absurda, o que está pasada de moda y, sabiendo perfectamente lo que hacen, la rechazan y eligen justo lo contrario. De hecho, la gran mayoría de la gente no sólo no niega haberlo hecho, sino que se enorgullece de ello.
El segundo paso se muestra aún más en el hecho de que, aunque saben lo que dicen las Escrituras sobre lo que piensa Dios de esa conducta, no sólo la practican, sino que se deleitan con todos los que hacen lo mismo que ellos. Lo que prueba de manera concluyente que el mal no es lo que queda del animal en nuestra naturaleza es el hecho de que, aunque se le advierta de las consecuencias, el hombre sigue pecando a toda costa
El tercer paso es el que el apóstol describe diciendo que “detienen” con injusticia la verdad. Esta es la evidencia más clara de la actividad del pecado y de su carácter deliberado. El hecho de que los hombres decidan no creer en Dios y eliminarlo de sus vidas, de que ignoren todas las consecuencias y en un espíritu de bravuconería elijan la otra vida no quiere decir que terminen con Dios y con la verdad a partir de ese momento.
Se niegan a tomarse un tiempo para pensar y razonar; evitan la verdad de manera consciente y hacen todo lo posible por esconderla de ellos mismos. “¿Por qué parar?”, se preguntan. “¿Por qué pensar cuando el pensar nos produce dolor y desconcierto?” Así detienen la verdad en aras de su injusticia y por medio de ella
Se niegan a tomarse un tiempo para pensar y razonar; evitan la verdad de manera consciente y hacen todo lo posible por esconderla de ellos mismos. “¿Por qué parar?”, se preguntan. “¿Por qué pensar cuando el pensar nos produce dolor y desconcierto?” Así detienen la verdad en aras de su injusticia y por medio de ella
“cambiaron la verdad de Dios por la mentira, honrando y dando culto a las criaturas antes que al Creador, el cual es bendito por los siglos. Amén.”
1) Su primer gran principio es que el pecado es deliberado.
1) Su primer gran principio es que el pecado es deliberado.