Cuarta Bienaventuranza.
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Hambre y sed de justicia
Hambre y sed de justicia
Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia, porque ellos serán saciados.
Pregúntese primero, ¿qué significa tener hambre y sed? Son dos de los apetitos más fuertes.
¿Cuántos de nosotros hemos tenido verdadera hambre y sed? ¿Cuántos han estado en peligro de morir si no encontraran muy pronto la comida y agua?
Desde luego, hay muchas personas en la actualidad que sufren verdadera hambre y sed. No quieren un vaso de agua sino toda la jarra; no quieren dos o tres tortillas, sino todo el paquete.
Figurativamente tener hambre y sed significa tener deseo ferviente, desear intensamente, anhelar, añorar, o apetecer.
Hay quienes entienden esto como si se tratara de los que sufren opresión, violencia o cualquier otra injusticia, y refieren a Dios su causa, con plena confianza de que a su tiempo, serán vindicados.
Hay quienes entienden esto como si se tratara de los que sufren opresión, violencia o cualquier otra injusticia, y refieren a Dios su causa, con plena confianza de que a su tiempo, serán vindicados.
Hay quienes entienden esto como si se tratara de los que sufren opresión, violencia o cualquier otra injusticia, y refieren a Dios su causa, con plena confianza de que a su tiempo, serán vindicados.
Pero el tenor general de las bienaventuranzas va muy por encima de las vindicaciones meramente sociales.
La palabra justicia tiene aquí su sentido espiritual más elevado, hasta comportar en sí la mayor de las bendiciones: la rectitud moral y espiritual en la presencia de Dios; tener interés en Cristo, en su gracia, en sus promesas en la santidad, todo esto es justicia. Esta justicia se da a los que tienen hambre y sed de ella, por medio de la justicia de Cristo, sin precio y sin dinero
A todos los sedientos: Venid a las aguas; y los que no tienen dinero, venid, comprad y comed. Venid, comprad sin dinero y sin precio, vino y leche.
y ss.).
y ss.).
El hambre y la sed son apetitos que retornan constantemente y piden nueva satisfacción.
Los nacidos de nuevo tienen hambre y sed de alimento espiritual; una vez satisfechos no se hartan, sino que tienen todavía más apetito, pues en esto se diferencian los alimentos espirituales de los corporales: los corporales quitan el apetito en la medida que satisfacen; pero los espirituales lo acrecientan en la misma medida.
En este punto es importante recalcar que “Hambre y sed de Justicia” Es lo opuesto a la auto justificación de los fariseos.
En este punto es importante recalcar que “Hambre y sed de Justicia” Es lo opuesto a la auto justificación de los fariseos.
Esta declaración hace énfasis a todos aquellos que buscan la justificación de Dios por encima de lo establecido en una justicia propia.
:3Reina-Valera 1960 (RVR1960)
Porque ignorando la justicia de Dios, y procurando establecer la suya propia, no se han sujetado a la justicia de Dios;
3 Porque ignorando la justicia de Dios, y procurando establecer la suya propia, no se han sujetado a la justicia de Dios;
y ser hallado en él, no teniendo mi propia justicia, que es por la ley, sino la que es por la fe de Cristo, la justicia que es de Dios por la fe;
:9Reina-Valera 1960 (RVR1960)
Lo que ellos buscan los llenara, es decir, su hambre y sed de una relación correcta con Dios será satisfecha.
9 y ser hallado en él, no teniendo mi propia justicia, que es por la ley, sino la que es por la fe de Cristo, la justicia que es de Dios por la fe;
Tener hambre y sed de justicia significa desear intensamente hacer toda la voluntad de Dios. Debemos tener hambre y sed de obtener el perdón de Dios, de ser transformados en la imagen de Cristo, de ser edificados en la fe santísima, de poder ganar muchas almas por Cristo.
Lo que ellos buscan los llenara, es decir, su hambre y sed de una relación correcta con Dios será satisfecha.
El hambre y la sed de las que hablaba no eran físicas, sino espirituales.
No se refería a un deseo que pudiera ser fácilmente satisfecho con lo que el hombre puede proveer.
Hablaba, en cambio, de un anhelo de alcanzar la santidad y la justicia que está totalmente de acuerdo con la preciosa voluntad de Dios.
Algunas veces, nuestros apetitos humanos son satisfechos fácilmente.
Es el deseo de santidad el que es bendecido por Dios.
Es el deseo de las cosas más profundas de Dios lo que Él bendice y recompensa.
Es el deseo de conocerlo y el deseo de justicia, el deseo de conocer la Palabra de Dios, lo que el Señor satisface.
Observe algo: nuestra hambre y nuestra sed provienen de nuestras almas hambrientas y sedientas, pero la perfección y la satisfacción de esos anhelos siguen siendo dadas por Dios.
Él es el Dador. Recibimos la santidad; no la creamos.
Cuando el hambre y la sed de cosas espirituales está presente, Él es el que ha prometido dar satisfacción para que esa hambre pueda ser aplacada.
Jesús le dijo: Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente.
:37Reina-Valera 1960 (RVR1960)
No veremos a Dios si no tenemos el más profundo deseo de verle.
37 Jesús le dijo: Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente.
No veremos a Dios si no tenemos el más profundo deseo de verle.
Recibimos exactamente lo que estamos buscando.
Vemos lo que queremos ver.
Encontramos en la vida lo que realmente queremos encontrar.
-11Reina-Valera 1960 (RVR1960)
7 Pedid, y se os dará; buscad, y hallaréis; llamad, y se os abrirá.
Pedid, y se os dará; buscad, y hallaréis; llamad, y se os abrirá. Porque todo aquel que pide, recibe; y el que busca, halla; y al que llama, se le abrirá. ¿Qué hombre hay de vosotros, que si su hijo le pide pan, le dará una piedra? ¿O si le pide un pescado, le dará una serpiente? Pues si vosotros, siendo malos, sabéis dar buenas dádivas a vuestros hijos, ¿cuánto más vuestro Padre que está en los cielos dará buenas cosas a los que le pidan?
8 Porque todo aquel que pide, recibe; y el que busca, halla; y al que llama, se le abrirá.
9 ¿Qué hombre hay de vosotros, que si su hijo le pide pan, le dará una piedra?
Solo cuando tengamos un verdadero anhelo de buscarle veremos su gloria
10 ¿O si le pide un pescado, le dará una serpiente?
11 Pues si vosotros, siendo malos, sabéis dar buenas dádivas a vuestros hijos, ¿cuánto más vuestro Padre que está en los cielos dará buenas cosas a los que le pidan?
Solo cuando tengamos un verdadero anhelo de buscarle veremos su gloria
-8Reina-Valera 1960 (RVR1960)
Buscad a Jehová mientras puede ser hallado, llamadle en tanto que está cercano. Deje el impío su camino, y el hombre inicuo sus pensamientos, y vuélvase a Jehová, el cual tendrá de él misericordia, y al Dios nuestro, el cual será amplio en perdonar. Porque mis pensamientos no son vuestros pensamientos, ni vuestros caminos mis caminos, dijo Jehová.
6 Buscad a Jehová mientras puede ser hallado, llamadle en tanto que está cercano.
Respondió Jesús y le dijo: Cualquiera que bebiere de esta agua, volverá a tener sed; mas el que bebiere del agua que yo le daré, no tendrá sed jamás; sino que el agua que yo le daré será en él una fuente de agua que salte para vida eterna.
7 Deje el impío su camino, y el hombre inicuo sus pensamientos, y vuélvase a Jehová, el cual tendrá de él misericordia, y al Dios nuestro, el cual será amplio en perdonar.
Un anhelo genuino
8 Porque mis pensamientos no son vuestros pensamientos, ni vuestros caminos mis caminos, dijo Jehová.
Un anhelo genuino
Un anhelo genuino
-5Reina-Valera 1960 (RVR1960)
42 Como el ciervo brama por las corrientes de las aguas,
Así clama por ti, oh Dios, el alma mía.
2 Mi alma tiene sed de Dios, del Dios vivo;
¿Cuándo vendré, y me presentaré delante de Dios?
3 Fueron mis lágrimas mi pan de día y de noche,
Mientras me dicen todos los días: ¿Dónde está tu Dios?
4 Me acuerdo de estas cosas, y derramo mi alma dentro de mí;
De cómo yo fui con la multitud, y la conduje hasta la casa de Dios,
Entre voces de alegría y de alabanza del pueblo en fiesta.
5 ¿Por qué te abates, oh alma mía,
Y te turbas dentro de mí?
Espera en Dios; porque aún he de alabarle,
Salvación mía y Dios mío.
Como el ciervo brama por las corrientes de las aguas,
Así clama por ti, oh Dios, el alma mía.
Mi alma tiene sed de Dios, del Dios vivo;
¿Cuándo vendré, y me presentaré delante de Dios?
Fueron mis lágrimas mi pan de día y de noche,
Mientras me dicen todos los días: ¿Dónde está tu Dios?
Me acuerdo de estas cosas, y derramo mi alma dentro de mí;
De cómo yo fui con la multitud, y la conduje hasta la casa de Dios,
Entre voces de alegría y de alabanza del pueblo en fiesta.
¿Por qué te abates, oh alma mía,
Y te turbas dentro de mí?
Espera en Dios; porque aún he de alabarle,
Salvación mía y Dios mío.
Trabajad, no por la comida que perece, sino por la comida que a vida eterna permanece, la cual el Hijo del Hombre os dará; porque a éste señaló Dios el Padre.