Sermón sin título (12)
SANTIDAD, SANTO. Según la revelación bíblica, la santiada es: (1) Una cualidad fundamental de Dios y de Su Espíritu; (2) una virtud indispensable de todo verdadero creyente; y (3) un atributo de ciertos lugares, objetos, días, fechas, acciones, etc. El término heb. kadosh significa puro, física, ritual y, especialmente, moral y espiritualmente. En ocasiones se debe traducir «separado», puesto aparte, consagrado (cfr. Lc. 2:23, citando a Éx. 13:2). Ciertos autores presentan con demasiada exclusividad el concepto de separación, pero sí es cierto que la pureza consiste en estar separado de toda contaminación, de todo pecado (cfr. Lv. 19–22, donde se repite en varias ocasiones la orden de ser santo). Cuando Isaías oyó a los serafines proclamar: «¡Santo, santo, santo, Jehová de los ejércitos!», Isaías clamó: «¡Ay de mí! Que soy muerto; porque siendo hombre de labios inmundos, han visto mis ojos al Rey …» Entonces fue su iniquidad quitada, y expiado su pecado (Is. 6:2–7). Aquí tenemos expresada la purificación para ser santo. Según 2 Cr. 29:15, los levitas se santifican a fin de poder purificar la casa de Jehová. Ser santo es lo opuesto a estar contaminado (Hag. 2:12–13; cfr. Lv. 11:43–44)