La honradez y el sentido interior de congruencia
Salutación
Introducción: Ser como Cristo es
El contraste entre la luz y obscuridad
El reto de la integridad
La honradez interior
La honradez exterior
“Mis jóvenes amigos, se me ha preguntado lo que quiero decir con palabra de honor. Se lo diré. Si me colocan detrás de los muros de una prisión —muros de piedra bien altos y gruesos, con cimentos muy profundos— existe la posibilidad de que de una manera u otra pueda escapar; pero si me colocan allí en el suelo, dibujan un círculo a mi alrededor y me piden que dé mi palabra de honor de nunca cruzarlo, ¿podría salir de ese círculo? ¡No, jamás! ¡Antes moriría!”
Hay momentos en los que honramos los compromisos simplemente porque hemos acordado honrarlos. Habrá situaciones en la vida en que se verán tentados a ignorar un acuerdo que hayan hecho. Al principio concertarán el acuerdo debido a algo que desean recibir a cambio. Más tarde, debido a un cambio en las circunstancias, ya no querrán honrar los términos del acuerdo. Aprendan ahora que cuando dan su palabra, cuando hacen una promesa, cuando ponen su firma, su honradez y su integridad personales los obligan a cumplir su palabra, su compromiso, su acuerdo.
La honradez por sobre la oposición
La honradez como sello de Dios
Existe la presión para sobresalir, para mantener altas calificaciones, para encontrar empleo, para encontrar amigos, para complacer a los que los rodean, para graduarse. No permitan que esas presiones afecten su honradez. Sean honrados cuando las consecuencias parezcan estar en su contra. Oren para tener mayor honradez; piensen en los aspectos en los que el Señor desearía que fuesen más honrados y tengan el valor de tomar las medidas necesarias para elevar su espíritu a un nivel más alto de determinación a ser completamente honrados.
Nuestro Padre Celestial y Su Hijo Jesucristo son seres de absoluta, perfecta y completa honradez. Testifico que nuestro Padre Celestial y Su amado Hijo viven. Ellos los conocen a ustedes personalmente y los aman. Su destino como hijo o hija de Dios es llegar a ser como Ellos. Somos discípulos del Señor Jesucristo. Tengamos el valor de seguirlo.