Seguridad de la Salvacion
Estos textos nos ensenan que nuestra salvacion esta Segura en Dios
Verso 28
28Y sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien, esto es, a los que conforme a su propósito son llamados.
Quienes son los que aman a Dios?
10En esto consiste el amor: no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que él nos amó a nosotros, y envió a su Hijo en propiciación por nuestros pecados.
Quienes son los que conforme a su proposito son llamados?
Él nos llama con el propósito específico que tiene en mente
Son los cuyos corazones y mentes fueron tan totalmente influenciados por el Espíritu Santo que se dieron cuenta de su pecado, comenzaron a comprender su necesidad de Cristo y le abrazaron como su Señor y Salvador. Véase sobre Ro. 1:7. Véanse también Ro. 8:30; 9:24; 1 Co. 1:2, 24; 7:17s.
Son los cuyos corazones y mentes fueron tan totalmente influenciados por el Espíritu Santo que se dieron cuenta de su pecado, comenzaron a comprender su necesidad de Cristo y le abrazaron como su Señor y Salvador.
Para los que aman a Dios y los llamados por El, Todas las cosas les ayudan a bien
Hablando más específicamente, los entes que a continuación se mencionan están entre los que son divinamente ordenados y guiados para que colaboren para bien a los que aman a Dios: los ángeles buenos (Heb. 1:14) y Satanás junto con sus huestes (Ro. 16:20; Ef. 6:10–16); las naciones del mundo y sus gobernantes (Sal. 2:2–9; 48:4–8; 149:9; Hch. 9:15); la lluvia y el trueno (1 S. 12:18–20); los arroyos, las montañas y las nubes (Sal. 46:4; 72:3; Mt. 24:30; Ap. 1:7); y aun las estrellas en sus órbitas (Jue. 5:20).
Hablando más específicamente, los entes que a continuación se mencionan están entre los que son divinamente ordenados y guiados para que colaboren para bien a los que aman a Dios: los ángeles buenos (Heb. 1:14) y Satanás junto con sus huestes (Ro. 16:20; Ef. 6:10–16); las naciones del mundo y sus gobernantes (Sal. 2:2–9; 48:4–8; 149:9; Hch. 9:15); la lluvia y el trueno (1 S. 12:18–20); los arroyos, las montañas y las nubes (Sal. 46:4; 72:3; Mt. 24:30; Ap. 1:7); y aun las estrellas en sus órbitas (Jue. 5:20).
En realidad, lo que Pablo dice aquí en Ro. 8:28 es esto: “Sabemos que a los que aman a Dios y lo hacen a causa de la obra de Dios en ellos—obra determinada por su soberano propósito de elección—a éstos todas las cosas colaboran para bien”. De este modo la responsabilidad humana es plenamente mantenida, pero el trino Dios recibe toda la honra. Cf. Fil. 2:12, 13; 2 Ts. 2:13.
Verso 29 y 30
Por el contrario, el preconocimiento mencionado en Ro. 8:29 se refiere a un activo deleite divino. Indica que Dios, en su propia soberana complacencia, señaló con su amor a ciertas personas, muchas de las cuales no habían nacido todavía, reconociéndolas gozosamente como suyas propias, escogiéndolas para vida y gloria eternas. Tómese nota de los siguientes pasajes:
el término predestinación fija nuestro pensamiento más definidamente en el propósito para el cual ellas fueron elegidas y en los medios para logarlo. Esa meta no es simplemente “llegar al fin a entrar al cielo”, sino “ser hechos conformes a la imagen del Hijo de Dios”.
El hombre fue creado a la imagen de Dios. Esa imagen fue distorsionada por el pecado, pero restaurada en Cristo, quien fue y es la imagen de Dios (2 Co. 4:4; Col. 1:15).
Futuro
los vv. 11 y 23 se refieren a la gloriosa resurrección del cuerpo, y el v. 21 al universo gloriosamente renovado. Estas renovaciones no tendrán lugar hasta el día del regreso de Cristo. De esto ellos derivan su conclusión que también la conformación a la imagen de Cristo debe interpretarse como un gran evento escatológico que acontecerá en el día de la Gran Consumación.
Estas renovaciones no tendrán lugar hasta el día del regreso de Cristo. De esto ellos derivan su conclusión que también la conformación a la imagen de Cristo debe interpretarse como un gran evento escatológico que acontecerá en el día de la Gran Consumación.
Presente
En base a las razones aportadas, creo que la conformación a la imagen de su Hijo de la que el apóstol habla aquí en 8:29 se refiere a la santificación. Esta es, también, obra de Dios (2 Ts. 2:13).
¡Nótese que se dice “para que él pudiera ser el primogénito entre muchos hermanos!” En otras palabras, el exaltado Salvador no se considera completo aparte de aquellos a quienes vino a salvar! Véase Heb. 2:11, notando también la referencia a la santificación.
Y a los que Predestino a estos tambien llamo
Y a los que llamo Justifico
Y a los que justifico a estos tambien Glorifico
Tan segura es la gloria futura de los creyentes que, aunque puede ser considerada objeto de esperanza (Ro. 5:2) y por ende un asunto que tiene que ver con el futuro, aquí en Ro. 8:30 se la describe como si ya se hubiese convertido en una realidad: “también (los) glorificó”
Verso 31
Entonces, si Dios está por nosotros, como lo ha demostrado claramente por medio de lo que hizo y hace por nosotros, ¿quién esta contra nosotros?
Claro, no es como si todos los enemigos ya hubiesen sido barridos, pero ¿qué puede lograr cualquier enemigo contra nosotros, si Dios está por nosotros?
Cuando Pablo dice: “Si Dios está por nosotros”, él no está poniendo en tela de juicio el cuidado protector, el amor y las promesas de Dios. Muy al contrario, este “si” significa: “Si … ¡como ciertamente lo está!”
A la luz de todo esto, la pregunta inicial: “¿Qué, pues, diremos en respuesta a estas cosas?” deberá ser contestada con un vigoroso: “Nada tenemos que temer. Ciertamente la victoria está de nuestro lado”.
Verso 32
Si esto no significa que en algún sentido la entrega de su unigénito e inconmensurablemente amado Hijo fue para el Padre un genuino sacrificio, entonces las palabras no tienen ya significado ninguno.
Es posible imaginarse un juez que no escatime a un vicioso criminal, sino que pronuncie sobre él la severa sentencia que merece. No es inconcebible que un juez tal pueda luego disfrutar de una buena noche de sueño.
Pero lo que tenemos aquí en Ro. 8:32 es otra cosa. Deben tenerse en cuenta los siguientes hechos:
Dios, el Juez, tiene un Hijo, un único Hijo, muy querido. Dicho Hijo nunca cometió pecado alguno. En todo lo que hacía, complacía a su Padre (Jn. 8:29).
Por otra parte:
Todos nosotros nos extraviamos como ovejas,
Cada uno de nosotros se apartó por su propio camino.
Isaías 53:6
Sin embargo, sobre este querido y amado Hijo Dios ahora pronuncia la sentencia que nosotros merecíamos. Es una sentencia inconmensurable en su severidad y es ejecutada en todo detalle. Dios no escatimó a su Hijo
no mitigó la severidad de la sentencia en manera alguna, y el Hijo mismo concordó con el Padre y el Espíritu en todo esto. El, el Hijo, cargó totalmente con esa horrenda maldición. Tomó la copa de la inexpresable agonía hasta la última gota. “Esa amarga copa, el Amor la bebió. Está ahora vacía para mí”.
“El Juez de la tierra, ¿no ha de hacer lo que es justo?” (Gn. 18:25).
Preguntamos: “¿Por qué fue la maldición quitada de nuestros hombros y transferida al Hijo de Dios?” La respuesta es: Tan profunda, intensa y maravillosamente amó Dios al mundo que dio a su Hijo, el unigénito, para que todo aquel que en él cree no se pierda, mas tenga vida eterna. ¿No es ese el significado de Juan 3:16?
Versos 33 y 34
«¿Quién se atreverá a presentar recurso judicial contra los elegidos de Dios, cuando es Dios mismo el que pronuncia sentencia de absolución a favor de ellos?» (paráfrasis del versículo 33
La naturaleza lógica de esta respuesta resalta aun más claramente por las palabras que siguen, a saber “Cristo Jesús [es] el que murió … fue resucitado de entre los muertos … está a la diestra de Dios … intercede por nosotros”.
Cristo no nos olvida en el cielo, sino que nos tiene presentes a todos y a cada uno de nosotros, los suyos. ¿No es esto un consuelo suficiente? ¿Qué lugar queda para la duda y el desasosiego? No sólo en medio de nuestras aflicciones, sino aun en medio de nuestras caídas, por la debilidad de nuestra carne (v. 1 Jn. 1:7; 2:1, 2), Jesús está allí «sentado»
Verso 35
no del amor que nosotros le tenemos a Él (pobre, débil, voluble), sino del que Él nos tiene a nosotros (inmenso, poderoso, duradero).
Cuando Dios nos ha manifestado su amor hasta tal punto de entregarnos a su Hijo (5:8; 8:32; Jn. 3:16, etc.), ¿podemos imaginar que exista algo que pueda retirar o disolver tal amor?
Pablo pasa a detallar las mayores dificultades que los creyentes experimentan o pueden experimentar en esta vida, así como la imposibilidad de que tales cosas nos separen del amor de Dios en Cristo.
Por otra parte, todo cristiano genuino ama a Cristo de tal manera que nunca cree que sea demasiado el costo que se le exige por servirle ni que sea demasiado valioso lo que tenga que dejar por seguirle.
Pablo pasa a detallar las mayores dificultades que los creyentes experimentan o pueden experimentar en esta vida, así como la imposibilidad de que tales cosas nos separen del amor de Dios en Cristo.
Pablo pasa a detallar las mayores dificultades que los creyentes experimentan o pueden experimentar en esta vida, así como la imposibilidad de que tales cosas nos separen del amor de Dios en Cristo.
Verso 37
(v. 37): «Pero en medio de todas estas cosas, obtenemos una espléndida victoria sobre todo ello por obra de aquel que nos amó» (NVI).
(v. 37): «Pero en medio de todas estas cosas, obtenemos una espléndida victoria sobre todo ello por obra de aquel que nos amó» (NVI).
Versos 38 y 39
El Apóstol termina con una conclusión directa y positiva de todo este asunto (vv. 38, 39): «Porque estoy persuadido de que, etc.». Pablo no opinaba sobre algo posible o probable, sino que tenía entera seguridad, completa convicción
Luego enumera cosas que son suficientes para separar incluso el alma del cuerpo, pero incapaces para separarnos del amor de Dios:
(a) «Ni la muerte ni la vida», ni la muerte con sus temores y con sus angustias, ni la vida con sus peligros y con sus ilusiones, pueden separar de Cristo a los creyentes.
(b) «Ni ángeles (si alude a los buenos, sólo será en hipótesis, Gá. 1:8), ni principados ni potestades», es decir, ni los ángeles malos de Efesios 6:12, tienen poder suficiente, con tener tanto poder, para separarnos de Cristo.
(c) «Ni lo presente ni lo por venir»; es decir, «el presente con su inestabilidad y el futuro con su incertidumbre» (Vicentini). ¡Cuántas angustias y perplejidades neuróticas nos evitaríamos, si tuviésemos siempre ante nuestra vista, y bien metidos en el corazón, estos versículos finales del capítulo 8 de Romanos!
(d) «Ni lo alto ni lo profundo» (v. 39). En la frase anterior vemos una «dimensión lineal» (Murray); ahora vemos una «dimensión vertical». Bajo estos términos abstractos, es posible que Pablo se refiera a «los seres que están en las regiones superiores del cielo o en las situadas bajo la tierra» (Vicentini). Metafóricamente, podríamos aplicarlo a la altura de la prosperidad y la profundidad de la adversidad.
(e) «Ni ninguna otra cosa creada nos podrá separar del amor de Dios que es en Cristo Jesús nuestro Señor» (v. 39b). Parece como si Pablo tuviese temor de dejar sin nombrar algo creado (pues lo único increado es Dios, que es el que nos ama en Cristo)
y, por eso, añade esto de «ninguna otra cosa creada» que exista o que se pueda imaginar como con poder suficiente para separarnos del amor de Dios.
Lo único que separa de Dios es el pecado (Is. 59:2). Pero ese tremendo enemigo, el único verdadero enemigo del hombre y de Dios, ha sido quebrantado (6:6) en nosotros por la obra de Cristo en el Calvario. ¡Somos, pues, supervencedores!
F. Victoria que incluye la plenitud del propósito eterno (vv. 28–30)
1. Todo será para bien (28)
a. La providencia de Dios es dirigida: “a los que aman a Dios”
b. La providencia de Dios es abarcativa: “todas las cosas”
c. La providencia de Dios es activa: “les ayudan”
d. La providencia de Dios es beneficiosa: “a bien”
e. La providencia de Dios es conclusiva: “a los que conforme a su propósito …”
2. Eternidad “pasada”, tiempo presente, y eternidad “futura” (vv. 29–30)
a. Los que antes conoció (29)
b. También los predestinó (29)
c. A éstos también llamó (30)
d. A éstos también justificó (30)
e. A éstos también glorificó (30)
G. ¿Quién? ¿Quién? ¿Quién? ¿Quien? (vv. 31–39)
1. ¿Quién contra nosotros? (31, 32)
2. ¿Quién acusará? (33)
3. ¿Quién es el que condenará? (34)
4. ¿Quién nos separará? (35)
5. Más que vencedores (37)
6. Nada ni nadie (38, 39)