Sermon Tone Analysis
Overall tone of the sermon
This automated analysis scores the text on the likely presence of emotional, language, and social tones. There are no right or wrong scores; this is just an indication of tones readers or listeners may pick up from the text.
A score of 0.5 or higher indicates the tone is likely present.
Emotion Tone
Anger
0.08UNLIKELY
Disgust
0.11UNLIKELY
Fear
0.13UNLIKELY
Joy
0.24UNLIKELY
Sadness
0.17UNLIKELY
Language Tone
Analytical
0UNLIKELY
Confident
0.32UNLIKELY
Tentative
0UNLIKELY
Social Tone
Openness
0.08UNLIKELY
Conscientiousness
0.15UNLIKELY
Extraversion
0.47UNLIKELY
Agreeableness
0.59LIKELY
Emotional Range
0.16UNLIKELY
Tone of specific sentences
Tones
Emotion
Language
Social Tendencies
Anger
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Mateo 6:11-13
¿Qué pide un hijo?
Parte 1
El padre de mi suegro fue pastor durante toda su vida en una iglesia en el Salvador.
Él se llamaba Efraín, y su esposa Otilia.
Juntos tuvieron siete hijos.
Si hay algo que caracterizó la vida de este hombre fue su incondicional amor por la iglesia de Cristo, y absoluta dependencia de Su Padre celestial.
Debido a la situación económica de su país y la dureza del ministerio vivió en la absoluta pobreza.
Una de esas semanas que ni tenían para comer, su mujer, Otilia, con siete hijos hambrientos, le recriminó desesperada a su marido:
“¿Qué hacemos?
No tenemos nada para dar de comer a los niños.”
La respuesta de Efraín, fue concisa: “sienta a los niños a la mesa”
Otilia, volvió a insistir: “Pero ¿qué van a comer nuestros hijos.”
Él, sin dudarlo, volvió a decir: “que se sienten a la mesa.”
Así que su esposa sirvió la mesa, y mandó a los niños que se sentasen para comer.
Cuando estaban todos sentados Efraín alzó su voz y oró a su Padre celestial:
“Padre nuestro que estás en los cielos, danos hoy el pan nuestro de cada día.
Te doy gracias por los alimentos que vas a proveer.”
Antes de que terminase de orar, una persona llamó a la puerta.
Gerson, mi suegro, se levantó para ver quién era, y se encontró con una mujer que traía la comida lista y preparada para toda la familia.
Ese día se saciaron y disfrutaron de una rica comida.
Desde luego que la fe de este hombre es digna de imitar.
No sé cuántos de nosotros hubiésemos hecho lo mismo: decirle a nuestra familia, venid a comer, y orar dando gracias a Dios por Su provisión, sabiendo que no hay comida en la nevera.
¿Por qué Efraín oró de esta manera?
Porque dependía de su Padre celestial.
Él sabía que, si Dios cuida de los pajarillos del cielo, y las florecillas del campo, ¿cuánto más de sus hijos?
Así que, con absoluta confianza, sólo tuvo que pedir: danos hoy el pan de cada día.
Pero lo curioso es que la oración de Efraín no es algo exclusivo reservado para unos pocos héroes de la fe.
Jesús nos enseñó que todos debemos orar así, todos debemos confiar y depender de nuestro Padre celestial.
Y es justo lo que vamos a comenzar a estudiar esta noche en Mateo 6:11-13.
En Mateo 6:11-13 veremos como Jesús dice claramente que un hijo de Dios, debería orar de esta misma manera: mostrando absoluta dependencia de su Padre celestial.
Leamos toda la oración del Padre Nuestro, :
¶9 Vosotros, pues, orad de esta manera:
“Padre nuestro que estás en los cielos,
santificado sea tu nombre.
10 “Venga tu reino.
Hágase tu voluntad,
así en la tierra como en el cielo.
11 “Danos hoy el pan nuestro de cada día.
12 “Y perdónanos nuestras deudas, como también nosotros hemos perdonado a nuestros deudores.
13 “Y no nos metas en tentación, mas líbranos del mal.
Porque tuyo es el reino y el poder y la gloria para siempre jamás.
Amén.”
14 Porque si perdonáis a los hombres sus transgresiones, también vuestro Padre celestial os perdonará a vosotros.
15 Pero si no perdonáis a los hombres, tampoco vuestro Padre perdonará vuestras transgresiones.
En Mateo 6:11-13 observaremos tres peticiones que demuestran que dependemos de nuestro Padre celestial:
1. Dependemos de nuestro Padre celestial si oramos por Su provisión –
2. Dependemos de nuestro Padre celestial si oramos por su perdón –
3. Dependemos de nuestro Padre celestial si oramos por su protección –
O sea, como hijos del Dios de los cielos acudimos a Él para nuestra provisión, nuestro perdón, y nuestra protección.
Esta noche veremos la primera petición, y la semana que viene el resto.
Y como acabo de mencionar, la primera petición es que:
1. Dependemos de nuestro Padre celestial si oramos por Su provisión –
Jesús dice en Mateo 6:11: “Danos hoy el pan nuestro de cada día.”
La verdad que no sé vosotros, pero yo me alegro tremendamente de que Cristo nos haya enseñado a orar así.
En el pasado hemos visto que, si no queremos ser unos fariseos, viviendo para los demás y no para Dios…
Ni tampoco queremos ser como los gentiles quienes oran para manipular a Dios, entonces debemos orar de esta manera.
¿Y cómo?
Recordad, nosotros, Sus hijos, oramos:
“Padre nuestro que estás en los cielos, santificado sea tu nombre, venga tu reino, hágase tu voluntad, así en la tierra como en el cielo.”
Nuestro Padre está sobre los cielos de los cielos, suyo es el universo, el domina y controla cada evento de esta creación conforme a sus designios…
Por lo tanto, la prioridad en nuestra vida de oración es Su gloria, Su dominio y Su voluntad.
Antes de orar, antes de abrir mi boca y dirigirme al Rey de Reyes y Señor de Señores, debo preguntarme si la motivación de mi petición es la gloria de Dios…
Si mi deseo al orar es que todos sean testigos de Su glorioso reino…
Si mi meta es que tanto yo como el resto de los discípulos de Cristo obedezcamos Su voluntad, a la primera, completamente y con gozo.
El problema es que cuando escuchamos lo que Jesús pide de nuestras oraciones, lo más lógico sería pensar: “nunca debería pedir que provea para lo que necesito e incluso deseo.”
“Sin duda que tengo un Padre en los cielos… pero Él no está interesado en mis minúsculas e insignificantes necesidades…”
“Él es Dios, celoso de Su nombre y Su gloria, pedirle que me de hoy de comer no tiene sentido.
No es algo majestuoso.”
Pero Jesús afirma que la realidad es bien diferente.
Sí que es glorioso que vayamos a nuestro Padre celestial a pedirle nuestro pan diario.
¿Por qué digo esto?
Porque el mismo Jesús que dijo cuándo ores busca Su gloria, también dijo, una oración que glorifica a Dios, depende de Él para las necesidades básicas de la vida.
¿No es increíble?
Que yo pueda orar por lo que necesite, y que mi petición traiga gloria a Dios.
No sólo eso, esta petición, “danos hoy el pan nuestro de cada día,” confirma que nuestro Padre celestial se preocupa por nosotros.
No acudimos a un dios caprichoso y tirano como los dioses romanos.
A un dios que necesitamos convencer para que nos escuche.
Y luego cuando por fin tenemos su atención, de alguna manera, hay que sobornarle con el fin de que nos dé aquello que buscamos.
Dios no es así.
Él es un Dios de amor, de compasión, riqueza y generosidad infinita.
A nuestro Padre que está en los cielos le complace y le agrada darnos el pan de cada día.
Si nosotros siendo malos sabemos dar cosas buenas a nuestros hijos, ¿cuánto más nuestro Padre celestial quien es plena, completa y perfectamente bueno no sabrá darnos cosas buenas a nosotros?
Así que cuando acudimos a Él aun para la provisión más básica estamos buscando Su gloria, Su dominio y Su voluntad.
¿Quieres orar para la gloria de Dios?
Pues entonces depende de Él en oración para que provea hoy el pan de cada día.
Ahora bien, cuando hablamos de necesidades, ¿a qué nos referimos?
Fijaos que Jesús no dice, danos hoy lo que necesitemos de aquí a dos años, o lo necesario para vivir cómodamente.
En la providencia de Dios, nos encontramos en el momento de mayor riqueza de toda la historia de occidente.
La famosa clase media se ha extendido por toda Europa y el continente norteamericano.
La mayoría de nosotros si hubiésemos nacido en el primer siglo habríamos sido esclavos o jornaleros.
Pero hoy tenemos posesiones impensables para un creyente de la iglesia primitiva, lo que no es pecado en sí.
Pero la abundancia conlleva un peligro, y es confundir lujos con necesidades inmediatas.
De modo que equivocadamente pedimos que Dios provea algo que no necesitamos.
A este peligro hay que añadirle la influencia de nuestra cultura.
Somos bombardeados continuamente por la deificación de lo insatisfacción.
Desde pequeñitos se nos inculca que tenemos el derecho a vivir satisfechos.
Así que es mi derecho buscar y alcanzar todo aquello que yo crea que necesito para mi satisfacción personal.
Por lo tanto, haz lo que sea, con tal de vivir satisfecho.
El fin justifica los medios.
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