De la madurez a la utilidad

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El propósito del creyente es alcanzar la madurez espiritual, descubrir sus dones y desarrollarlos para cumplir el plan de Dios.

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De la madurez a la utilidad
Juan Carlos Comprés
January 15, 2017
October 8, 2017
De la madurez a la utilidad

Forest Gump

Forest Gump

Hay una película muy famosa llamada “Forest Gump”. Narra la historia de un personaje interpretado por el actor Tom Hanks. Este personaje pasó por muchas experiencias, incluyendo algunas que fueron muy difíciles. La muerte de su mejor amigo en la guerra, la muerte de quien fuera su jefe en la guerra, la muerte de la mujer de la que siempre estuvo enamorado y la muerte de su madre. Todas estas experiencias provocaron que estuviera triste y vulnerable. Un día salió a correr y lo hizo por horas, por días, semanas y meses. Sólo paraba para comer, dormir y sus necesidades. Cruzó todo el continente norteamericano de un extremo a otro. En su recorrido muchas personas le comenzaron a seguir y a correr con él. Unos periodistas lo alcanzaron, porque se había vuelto una celebridad, y le preguntaron por qué corría. Si lo hacía por la paz mundial, el medio ambiente o cualquier otro motivo. De momento él se detiene y se da cuenta que no sabía por qué había comenzado a correr. Se detuvo y tampoco supo por qué se había detenido.
El personaje de la historia era ficticio, pero lo que le pasó refleja la facilidad con que una persona puede verse atrapada por la rutina. Muestra que nosotros podemos pasarnos largos periodos de la vida sólo deteniéndonos para satisfacer nuestras necesidades humanas más básicas pero sin una idea clara de cuál es el propósito de nuestra existencia.
Forest tuvo que averiguarlo por su cuenta. No contaba con la ayuda de alguien que le guiara. Una de las ventajas del creyente es que cuenta con la guía de su Creador. Esa guía se encuentra en la Palabra de Dios.
“Lámpara es a mis pies tu palabra,
Salmo 119.105 RVR60
Lámpara es a mis pies tu palabra, Y lumbrera a mi camino.
Y lumbrera a mi camino.
Reina Valera Revisada (1960).(

Dios nuestro hacedor

Cuando Dios crea a la humanidad, el libro de Génesis revela que lo hace a su imagen y semejanza. Cuando el ser humano peca, esa imagen de Dios impregnada en el ser humano, es distorsionada y sólo quedan destellos. Dios comienza una obra de restauración de esa imagen suya. Lo hace a través del sacrificio de su hijo Jesús. Esa obra de restauración incluye varios pasos o facetas. Una parte de esa obra redentora y restauradora es darnos propósito.

Las facetas de un ser humano

Reconciliación y salvación

La fase inicial en la que todos nos encontramos es la de perdición. Es que somos pecadores, que estamos alejados de Dios aunque no lo sepamos o sintamos y que nos encaminamos hacia la perdición eterna.
Romanos 3.23 RVR60
por cuanto todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios,
Reina Valera Revisada ().
Dios declara que todo ser humano es pecador y que lo necesita. Nosotros hemos reservado el término “pecador” para las personas que se han pervertido al punto más extremo. Lo hemos reservado para criminales. Un criminal es pecador, pero pecador es todo ser humano que ha sido indiferente a su creador.
Así que el primer paso para que un ser humano sea restaurado es el reconocimiento de que es pecador. Después, ese ser humano abre su corazón a Dios y recibe su perdón. El enfermo no resuelve su problema de salud con reconocer que está enfermo, sino con adoptar las medidas necesarias.

Es por gracia

Ese reconocimiento de que somos pecadores y ese perdón de nuestros pecados, es imprescindible aclarar, que no son el producto de nuestro esfuerzo, de nuestra inteligencia o capacidad, ni porque seamos mejores personas que otros.
Ninguno de nosotros se ha acercado a Dios. Dios se acercó a nosotros y su Espíritu nos convenció de que somos pecadores.
Juan 16.7–9 RVR60
Pero yo os digo la verdad: Os conviene que yo me vaya; porque si no me fuera, el Consolador no vendría a vosotros; mas si me fuere, os lo enviaré.Y cuando él venga, convencerá al mundo de pecado, de justicia y de juicio.De pecado, por cuanto no creen en mí;
Juan 16.7
7Pero yo os digo la verdad: Os conviene que yo me vaya; porque si no me fuera, el Consolador no vendría a vosotros; mas si me fuere, os lo enviaré. 8Y cuando él venga, convencerá al mundo de pecado, de justicia y de juicio.
Reina Valera Revisada ().
Por nuestros medios no es que era imposible que nos salváramos, era imposible que siquiera nos diéramos cuenta que estábamos perdidos. No seriamos capaces de darnos cuenta que somos pecadores, no seriamos capaces de arrepentirnos ni de acercarnos a Dios.
Todo el que está aquí debe saber que tiene que sentirse dichoso y agradecido, que no es una coincidencia que esté sentado en este lugar escuchando el mensaje que puede salvar su alma.

Santificación

¿Es ese el final del proceso de restauración de Dios? No. Es fácil para muchos conformarse con haber reconocido que son pecadores y haber recibido el perdón de Dios. Se parece a las fases normales de la vida. Cuando una mujer ha dado a luz marca una fase, pero eso no significa que la maternidad ha terminado cuando la criatura ha salido del vientre. Dos personas quieren casarse, pero cuando contraen matrimonio no quiere decir que ya han terminado. Un joven quiere graduarse de bachiller, pero cuando lo hace no quiere decir que ha terminado. Son logros alcanzados pero no son el fin.
No podemos conformarnos creyendo que la obra de Dios ha terminado cuando hemos sido salvados.
Ahora comienza el proceso que la Biblia llama santificación. El proceso en el que la forma de pensar y actuar de acuerdo a la naturaleza humana alejada de Dios, es reemplazada por una forma de pensar y actuar nueva y conforme a la forma de pensar de Dios.
Romanos 12.2 NVI
No se amolden al mundo actual, sino sean transformados mediante la renovación de su mente. Así podrán comprobar cuál es la voluntad de Dios, buena, agradable y perfecta.
(NVI)
2 No se amolden al mundo actual, sino sean transformados mediante la renovación de su mente. Así podrán comprobar cuál es la voluntad de Dios, buena, agradable y perfecta.

Fases de santificación

Cuando experimentamos avances significativos en nuestra vida espiritual, existe el peligro de contentarnos con esos avances y sentir que ya hemos llegado. Por ejemplo, si usted siempre fue un padre violento, se arrepiente y abandona esa práctica, puede creer que ya no necesita progresar. Ahora usted solamente agrede a sus hijos verbalmente. ¿Ha experimentado progreso? Sí. ¿Ya llegó a donde debe llegar? No.
(
Colosenses 3.5–11 NVI
Por tanto, hagan morir todo lo que es propio de la naturaleza terrenal: inmoralidad sexual, impureza, bajas pasiones, malos deseos y avaricia, la cual es idolatría. Por estas cosas viene el castigo de Dios. Ustedes las practicaron en otro tiempo, cuando vivían en ellas. Pero ahora abandonen también todo esto: enojo, ira, malicia, calumnia y lenguaje obsceno. Dejen de mentirse unos a otros, ahora que se han quitado el ropaje de la vieja naturaleza con sus vicios, y se han puesto el de la nueva naturaleza, que se va renovando en conocimiento a imagen de su Creador. En esta nueva naturaleza no hay griego ni judío, circunciso ni incircunciso, culto ni inculto, esclavo ni libre, sino que Cristo es todo y está en todos.
Reina Valera Revisada (

La santificación también es por gracia

Al igual que el reconocimiento de que somos pecadores y de abrir nuestro corazón a Dios para que nos perdone, el proceso de santificación es por gracia. Es decir, cada vez que usted logre vencer la carne y sus deseos, sepa que ha sido por la obra del Espíritu Santo en usted y no por sus fuerzas.
Esto es importante para que no se frustre tratando de santificar su vida con sus fuerzas. También es importante para que no se sienta orgulloso y se sienta superior a otras personas.

Discípulo

La pregunta ahora es, si ya somos salvos, si ya vamos francos en el proceso de santificación, ¿ha Dios terminado? ¿Cuál fue el mandamiento que Jesús les dio a sus discípulos?
Mateo 28.19–20 NVI
19 Por tanto, vayan y hagan discípulos de todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, 20 enseñándoles a obedecer todo lo que les he mandado a ustedes. Y les aseguro que estaré con ustedes siempre, hasta el fin del mundo.
Reina Valera Revisada ().
Si los discípulos hubieran tenido una mentalidad complaciente y hubieran dicho: ya somos salvos, sólo hay que sentarse a que el Señor vuelva y nos lleve, el mensaje de salvación que ellos recibieron, no habría llegado más allá de su generación. El mandato fue hacer discípulos.
Si los discípulo hubieran tenido una mentalidad complaciente y hubieran dicho: ya somos salvos, sólo hay que sentarse a que el Señor vuelva y nos lleve, el mensaje de salvación que ellos recibieron, no habría llegado más allá de su generación. El mandato fue hacer discípulos.
Todos comenzamos siendo creyentes y debemos avanzar hasta volvernos discípulos. No todos lo somos todavía.
Un discípulo, ademas de ser salvo y de estar avanzando hacia la madurez espiritual, es alguien que hace que el Reino de Dios avance en este mundo. El discípulo hace algo por el Reino.

¿Cómo puedo entrar a esta etapa?

Cada uno de nosotros tiene talentos naturales. Uno debe preguntarse, ¿cómo puedo servir para el Reino con las capacidades que tengo, con lo que sé hacer?
También viendo las necesidades. Si decimos que vamos a regar volantes en la comunidad, no se necesita una habilidad especial, sino la disposición.
Con la disposición pasa algo interesante. Todos nosotros venimos con una cantidad de talento inimaginable y que ha sido enterrada por diferentes motivos. Hay gente que pueden hacer ciertas cosas pero que no las hacen porque han perdido la motivación. Otros siempre han tenido temor, han sido tímidos o nunca han tenido la oportunidad. Cuando hay disposición usted también comienza a descubrir capacidades que su creador puso en usted.

Conclusión

Hay otro propósito en común que nosotros los creyentes tenemos. Hemos dicho que avanzar hacia la madurez. El otro es avanzar el Reino de Dios. Esto no se puede si somos personas centradas en nosotros mismos, contentas con la vida que tenemos sin pensar en los demás. Para ser un discípulo, hay que comenzar a pensar en el prójimo, en sus problemas, en sus luchas y en su destino eterno. Esto también es una obra de gracia. Hay que pedirle a Dios que me haga sensible a lo que pasa a mi alrededor.
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