Sermón sin título

exodo

CUATRO COSAS QUE APRENDÍ DEL SERMÓN “”

1. Dios escogió a Moisés para servirle. Que bendición es saber que uno nace para un propósito y ese propósito es servir al Señor. Saber que el obedecer y servir a Dios trae un impacto de generación a generación. Impactamos a nuestros amigos, a nuestros familiares, a nuestro cónyuge, hijos y todo, por haber obedecido al llamado de Dios. Todos nacemos con el deseo de servir a alguien o algo. Prácticamente nuestro corazón está diseñado para adorar a Dios o adoraremos a otros dioses incluido mi propio yo. Cuando veo en el versículo 2 “Yo soy”, aprendo que si no adoro al “Yo Soy”, terminaré adorando al “Yo Soy” al revés, “Soy Yo”. Eso es lo que pasa exactamente con las personas que no obedecen el llamado del Señor para servirle, se sirven así mismo o ponen sus dones y talentos en los brazos del mundo. En cambio, servir al Dios Todopoderoso eso es algo que trasciende más allá de la cortina de este mundo, pues como en el caso de Moisés, en Apocalipsis, se llegará a cantar el canto de Moisés. Bendito Dios que nos llamó con un propósito, a servirle en este mundo y por la eternidad.

2. Dios no tiene favoritismo. Cuando el faraón más oprimía al pueblo hebreo, Dios comienza un plan de libertad haciendo múltiples maravillas que harían que finalmente este, pueblo, el pueblo de Dios fuera libertado. Por la desobediencia, ese pueblo, esa generación, es llevada al desierto por cuarenta años para ser probada. No todos pasaron la prueba. El hecho de que Dios me ha abierto puerta para servir, que me haya salvado, me dio dones, me permite predicar hasta el día de hoy, sin embargo, esto no me garantiza que mi peregrinaje como siervo de Dios está garantizado el resto de mi vida. Debo serle fiel en mi vida pública, como en mi vida privada, obedeciendo de la forma que el Señor indicó en Su Palabra, que Él es santo.

3. Dios trae las pruebas en el peor momento de Moisés. Es interesante ver como Moisés quería que supiéramos que estaba en un momento muy sensible, su hermana, la que lo había protegido, amado, estaba muerta. Y en ese preciso momento vino la prueba de la piedra. El plan de llevarse a Ana estaba planificado, cuando llegaron a la tierra que tenía que llegar, el “examen” ya estaba sobre la mesa, y era el momento de comenzar. En nuestro caso es el momento que debemos confiar en Dios.

4. “Por cuanto no creísteis en mí” Moisés quiso obedecer a Dios a su manera y no a la manera de Dios y pagó un precio muy alto. Solo tenía que hablarle a la peña, pero en su corazón quería un poco de gloriar, lo podemos ver cuando dice: “Os hemos de hacer salir aguas de esta peña? Moisés lo sabía, Dios es celoso: “a otro no daré mi gloria “() De nada sirve hacer la obra a nuestra manera, debe ser a la manera de Dios, pues es a Dios a quien servimos. Y nunca debemos olvidar que Dios no nos necesita, y si vamos a servirle, debe ser a la manera de Dios.

AFIRMACIÓN: Sí escuché todo el sermón.