Requisitos del Pastor,diaconos,creyentes
Requisitos:
El éxito o fracaso de cualquier agrupación depende de los líderes, ya sea una familia o una iglesia local. El Espíritu Santo da dones a los creyentes para el ministerio de la iglesia local, y entre estos dones están los “pastores y maestros” (Efesios 4:11) y “los que ayudan” y “los que administran” (1 Corintios 12:28). Como ya hemos notado, aun cuando la iglesia es un organismo, debe estar organizada, o morirá. El liderazgo es una parte de la organización espiritual.
En esta sección Pablo describe al obispo, al diácono y a la iglesia misma. Si entendemos estas tres descripciones, daremos un mejor liderazgo al ministerio de la iglesia.
De acuerdo con el Nuevo Testamento los términos “obispo”, “pastor” y “anciano” son sinónimos. Obispo quiere decir supervisor, y los ancianos tenían la responsabilidad de supervisar el trabajo de la iglesia (1 Pedro 5:1–3; Hechos 20:17, 28). Anciano es la traducción de la palabra griega presbutes que significa hombre viejo. Pablo usó la palabra “presbiterio” en 1 Timoteo 4:14, refiriéndose no a una denominación, sino al cuerpo de ancianos de la iglesia que ordenó a Timoteo. Los ancianos y los obispos (dos nombres para el mismo oficio [Tito 1:5, 7]) eran personas maduras con sabiduría y experiencia espiritual. Finalmente, un pastor es uno que guía y cuida el rebaño de Dios.
Al comparar los requisitos que se dan aquí para los obispos, con los que se dan para los ancianos en Tito 1:5–9, se nota que se trata del mismo oficio. La organización de la iglesia era muy sencilla en los días de los apóstoles: Había pastores (ancianos, obispos) y diáconos (Filipenses 1:1). Parece que en cada iglesia había varios obispos que se encargaban de supervisar el trabajo; algunos se dedicaban a gobernar (organizar), y otros a enseñar (1 Timoteo 5:17).
Pero esos hombres tenían que llenar los requisitos. Era bueno que un creyente nuevo aspirara al puesto de obispo, pero la mejor manera de lograrlo era madurar en su carácter cristiano y llenar los siguientes requisitos. Ser un anciano (obispo) era una decisión muy seria, algo que no se trataba a la ligera en la iglesia primitiva. Pablo enumera dieciséis requisitos que un hombre tenía que cumplir si esperaba servir como anciano, obispo o pastor.
Irreprensible (3:2a). Esta palabra literalmente quiere decir nada de que asirse; esto es, no debe haber nada en la vida del pastor de lo cual Satanás o los inconversos puedan asirse para criticar o atacar la iglesia. Ningún ser humano es sin pecado, pero debemos procurar ser irreprensibles.
Marido de una sola mujer (3:2b). Todos los adjetivos calificativos de este pasaje están en masculino. Aunque hay un amplio ministerio para la mujer en la iglesia local, el cargo de anciano no es para la mujer. Aun así, la vida familiar de un pastor es muy importante, y especialmente su vida marital. (En el versículo 12 este mismo requisito se aplica a los diáconos.) Esto quiere decir que un pastor no debe ser divorciado y vuelto a casar. Pablo ciertamente no se refería a la poligamia, puesto que ningún miembro de la iglesia, mucho menos el pastor, sería aceptado si tuviera más de una esposa. Tampoco se refiere a volverse a casar si muere su esposa; a la luz de Génesis 2:18 y 1 Timoteo 4:3 ¿por qué prohibírsele a un pastor que se vuelva a casar? Por cierto que los miembros de la iglesia cuyo cónyuge había muerto podían volver a casarse, entonces ¿por qué sancionar al pastor?
Es evidente que la habilidad del hombre para gobernar su matrimonio y su hogar indican capacidad para supervisar una iglesia local (1 Timoteo 3:4–5). Un pastor que se ha divorciado se hace vulnerable juntamente con la iglesia a las críticas de los de afuera, y no es probable que las personas con problemas maritales consulten con un hombre que no pudo conservar su propio matrimonio. Yo no veo ninguna razón por la que un creyente dedicado que se ha divorciado y vuelto a casar no pueda servir en otras responsabilidades de la iglesia, pero no puede ser anciano ni diácono.
Sobrio (3:2c). Esto significa moderado. Moderado en todo (2 Timoteo 4:5, traducción literal). O “no pierdas la cabeza en ninguna circunstancia” (NVI). Un pastor necesita ejercer juicio sobrio y sensato en todas las cosas.
Prudente (3:2d). Debe tener una actitud seria y decidida en su trabajo. Esto no quiere decir que no tenga sentido del humor, ni que siempre tenga que ser solemne y sombrío. Por el contrario, implica que conoce el valor de las cosas y que no rebaja su ministerio ni el mensaje del evangelio con una conducta descuidada.
Decoro (3:2e). Ordenado sería una buena traducción. El pastor debe ser organizado en su pensar y su vivir, así como en su enseñar y predicar. Es la misma palabra que se usa en 1 Timoteo 2:9 en referencia al vestido de la mujer.
Hospedador (3:2f). Literalmente bondadoso con los extraños. Este era un ministerio importante de la iglesia primitiva cuando los viajeros creyentes necesitaban un lugar para posar (Romanos 12:13; Hebreos 13:2; 3 Juan 5–8). De la misma manera hoy día, un pastor y su esposa que sean hospitalarios serán de gran ayuda para el compañerismo de la iglesia local.
Apto para enseñar (3:2g). La enseñanza de la Palabra de Dios es uno de los ministerios principales del anciano. Muchos estudiosos de la Biblia creen que “pastores y maestros” en Efesios 4:11 se refiere a una sola persona, pero con dos funciones. Un pastor es automáticamente un maestro (2 Timoteo 2:2, 24). El famoso predicador norteamericano Phillips Brooks dijo: “apto para enseñar—no es algo con lo cual uno se tropieza por accidente o por un repentino celo ardiente”. Un pastor debe ser un estudiante cuidadoso de la Palabra de Dios, y de todo lo que le auxilie para conocer y enseñar esa Palabra. El pastor que es flojo en su estudio es una vergüenza en el púlpito.
No dado al vino (3:3a). La frase define a una persona que se sienta por mucho tiempo con la copa y toma hasta la embriaguez. El hecho de que Pablo le aconsejara a Timoteo que usara el vino con un fin medicinal (5:23) indica que no se requería de los miembros la total abstinencia. Era triste, pero algunos de los miembros de la iglesia de Corinto se emborrachaban, aun en el banquete de compañerismo que seguía a la santa cena (1 Corintios 11:21). Los judíos diluían su vino con agua para asegurarse de que no estuviera fuerte. Es bien conocido el hecho de que el agua no era purificada en ese tiempo, de tal manera que el vino diluido y tomado con moderación resultaría más saludable para beber.
Sin embargo, existe una vasta diferencia entre el uso del vino en la cultura de la época bíblica y el apoyo a la industria de bebidas alcohólicas de hoy día. La amonestación y el ejemplo de Pablo en Romanos capítulo 14 (especialmente el versículo 21) son aplicables a la actualidad de una manera muy especial. Un pastor piadoso con toda seguridad querrá dar el mejor ejemplo, y no servir de pretexto para hacer pecar a algún hermano débil.
No pendenciero (3:3b). No contencioso, no buscapleitos. C.H. Spurgeon les decía a los estudiantes del seminario: “No vayan por todas partes con los puños listos para pelear, ni llevando un revólver teológico”.
No codicioso de ganancias deshonestas (3:3c). Pablo tiene más para decir acerca del dinero en 6:3–19. Es posible usar el ministerio como una forma fácil de hacer dinero, si un hombre no tiene conciencia ni integridad. (Eso no implica que a los pastores se les pague bien en la mayoría de las iglesias.) Los pastores codiciosos suelen tener negocios fuera de la iglesia, y estas actividades arruinan su carácter y obstaculizan su ministerio. Los pastores no deben trabajar “por ganancia deshonesta” (1 Pedro 5:2).
Amable (3:3d). El pastor debe escuchar a las personas y ser capaz de aceptar la crítica sin enojarse. Debe permitir que otros le sirvan a Dios en la iglesia sin la dictadura del pastor.
Apacible (3:3e). El pastor debe hacer la paz y no la guerra. Esto no quiere decir que deba hacer a un lado sus convicciones, sino que puede diferir sin ser descortés. La impaciencia no conduce a un ministerio duradero.
No avaro (3:3f). Se pueden codiciar muchas cosas aparte del dinero: la popularidad, un ministerio grande que lo haga a uno famoso, un ascenso denominacional, etc. Pero, la palabra avaro se refiere principalmente al dinero.
Que gobierne bien su casa (3:4–5). Esto no quiere decir que un pastor deba estar casado, o que si lo está que tenga hijos. Sin embargo, el matrimonio y la familia son probablemente la voluntad de Dios para la mayoría de los pastores. Si los hijos del pastor no pueden obedecerlo y respetarlo, entonces es probable que su iglesia tampoco respete ni obedezca su liderazgo. Para los creyentes, la iglesia y el hogar van juntos. Debemos cuidar de ambos con amor, verdad y disciplina. El pastor no puede ser una cosa en el hogar y otra en la iglesia. Si lo es, sus hijos lo notarán, y habrá problemas. Las palabras “gobierne” y “gobernar” en los versículos 4 y 5 significan presidir, dirigir, y sugiere que el pastor es quien dirige los asuntos de la iglesia. (No como dictador, por supuesto, sino como pastor tierno [1 Pedro 5:3].) La palabra que se traduce como “cuidará” en el versículo 5 describe un ministerio personal para las necesidades de la iglesia. Se la usa en la parábola del buen samaritano para describir el cuidado que se le dio al hombre herido (Lucas 10:34–35).
No un neófito (3:6). “Neófito” literalmente significa uno que acaba de ser plantado, y se refiere a un nuevo creyente. La edad no es ninguna garantía de madurez, pero es bueno que una persona pase tiempo en el estudio y el crecimiento antes de encargarse de una iglesia. Por supuesto, algunos hombres maduran más rápido que otros. Satanás se complace en ver a un pastor joven sobresalir, enorgullecerse y luego destruir todo lo que ha sido edificado.
Que tenga buen testimonio de los de afuera (3:7). ¿Paga sus deudas? ¿Conserva una buena reputación con los inconversos con quienes hace tratos? (Colosenses 4:5 y 1 Tesalonicenses 4:12).
Ningún pastor siente que es todo lo que debe ser, y los miembros de su iglesia deben orar constantemente por él. No es fácil servir como pastor (anciano), pero es mucho más fácil si su carácter es como Dios quiere que sea.
Los Diáconos (1 Timoteo 3:8–13)
La palabra “diáconos” es una transliteración de la palabra griega diakonos que significa siervo. Tal parece que el origen de los diáconos se encuentra en Hechos capítulo 6. Los primeros diáconos fueron elegidos para ayudar a los apóstoles. En la actualidad, los diáconos de una iglesia local relevan a los pastores (ancianos) de otras tareas para que los pastores puedan concentrarse en el ministerio de la Palabra, la oración y el cuidado espiritual.
Aunque los diáconos no tienen la autoridad de los ancianos, deben también llenar ciertos requisitos. Muchos diáconos fieles han sido nombrados ancianos después de que han demostrado ser dignos.
Honestos (3:8a). Los diáconos deben ser dignos de respeto; un creyente con carácter digno de imitar. Los diáconos deben tomar sus responsabilidades con seriedad, y hacer uso de su cargo y no sólo ocuparlo.
Sin doblez (3:8b). No llevan cuentos de casa en casa; no son chismosos. No dicen una cosa a algún miembro, y luego lo opuesto a otro miembro. Son confiables en su palabra.
No dados a mucho vino (3:8c). Hemos tratado ya este asunto en el versículo tres en la página 32.
No codiciosos de ganancias deshonestas (3:8d). Los diáconos manejan las ofrendas y distribuyen el dinero para las personas necesitadas de la iglesia. Esto puede ser una tentación para robar, o para usar los fondos de manera egoísta. Los comités de finanzas de la iglesia necesitan tener una actitud correcta hacia el dinero.
Doctrinalmente correctos (3:9). La palabra “misterio” significa una verdad una vez encubierta, pero que ahora ha sido revelada por Dios. Las grandes doctrinas de la fe están encubiertas para aquellos que no creen, pero son entendidas por los que confían en el Señor. Los diáconos deben entender la doctrina cristiana y obedecerla con una buena conciencia. No es suficiente sentarse en las reuniones y decidir cómo gobernar la iglesia. Deben basar sus decisiones en la Palabra de Dios, y respaldar esas decisiones con una vida santa.
He notado que algunos oficiales de la iglesia conocen mejor la constitución de la iglesia que la Palabra de Dios. Aunque es bueno tener estatutos y reglamentos que ayuden a mantener el orden, es también importante manejar los asuntos de la iglesia basándose en la Palabra de Dios. Las Escrituras eran la constitución de la iglesia primitiva. Un diácono que no conoce su Biblia es un obstáculo para el progreso de una asamblea local.
Un pastor amigo mío, que ya está con el Señor, se hizo cargo de una iglesia que se había dividido de otra y que constantemente tenía conflictos internos. Por lo que él me dijo, ¡sus reuniones de negocios eran algo que debía verse! La constitución de la iglesia era reverenciada casi al par con la Biblia. Las personas la llamaban “el libro verde”. Mi amigo empezó a enseñar la Palabra de Dios, y el Espíritu empezó a cambiar vidas. Pero el enemigo comenzó a trabajar y usó a algunos oficiales para desafiar al pastor en una reunión.
—¡Usted no está siguiendo el libro verde! —dijeron ellos.
Mi amigo levantó su Biblia en alto y preguntó: —¿Vamos a obedecer a la Palabra de Dios, o a un libro verde escrito por los hombres?
Esto fue un punto decisivo para la iglesia, y luego Dios bendijo con un crecimiento y un poder maravilloso.
Un diácono que no conoce la Palabra de Dios no puede manejar los asuntos de la iglesia de Dios. Un diácono que no vive la Palabra de Dios, sino que tiene una conciencia reprobada, no puede manejar la iglesia de Dios. Simplemente porque un miembro de la iglesia sea muy apreciado, próspero en sus negocios, o dadivoso en sus ofrendas no quiere decir que esté capacitado para servir como diácono.
Probados y aprobados (3:10). Esto implica observar su vida para ver cómo se comporta. En muchas iglesias un nuevo miembro o un nuevo creyente empieza sirviendo a Dios en la visitación, recogiendo la ofrenda, ayudando en la escuela dominical, y de muchas otras maneras. Este es el principio de Mateo 25:21, “Sobre poco has sido fiel, sobre mucho te pondré”.
Vale la pena notar que varios líderes que se mencionan en la Biblia primero fueron probados como siervos. José trabajó como siervo por 13 años antes de que llegara a ser el segundo gobernador en Egipto. Moisés cuidó de las ovejas por 40 años antes de que Dios lo llamara. Josué fue siervo de Moisés antes de que ocupara su lugar como líder. David cuidaba de las ovejas de su padre cuando Samuel lo invitó para ser ungido rey de Israel. Aun nuestro Señor Jesucristo vino como siervo y trabajó como carpintero; el apóstol Pablo fabricaba tiendas. Antes de gobernar, hay que servir.
Siempre se debilita el testimonio de una iglesia local cuando un miembro que no ha sido probado ocupa un puesto en la iglesia. “Tal vez Jaime asista más a la iglesia si lo nombramos diácono”, es una declaración que demuestra ignorancia en cuanto a Jaime, así como de la Palabra de Dios. Un creyente no probado es un creyente no preparado. Probablemente hará más daño que bien si se le da un cargo en la iglesia.
Hogares piadosos (3:11–12). La esposa del diácono es una parte de su ministerio, ya que la piedad debe comenzar en el hogar. Los diáconos no deben ser hombres que se han divorciado y vuelto a casar. Sus esposas deben ser creyentes, mujeres que toman en serio el ministerio, que no son calumniadoras (literalmente no diablas, puesto que la palabra “diablo” significa calumniador, acusador falso), y son fieles en todo lo que hacen. Es triste ver el daño que se hace a la iglesia local cuando las esposas de los diáconos o los ancianos dicen chismes o calumnian a otros.
Algunos estudiosos piensan que el versículo 11 se refiere, no a las esposas de los diáconos, sino a otra clase de ministerio—el de las diaconisas. Muchas iglesias tienen diaconisas que ayudan en el trabajo de las mujeres, en los bautizos, en los compañerismos, etc. Febe era una diaconisa de la iglesia de Cencrea (Romanos 16:1). Tal vez en algunas de las iglesias las esposas de los diáconos servían como diaconisas. Agradecemos a Dios por el ministerio de mujeres piadosas en la iglesia local, ya sea que ocupen cargos o no. No es necesario tener un cargo para llevar a cabo un ministerio o ejercer un don.
Deseo de trabajar (3:13). Debe usar su cargo, y no sólo ocuparlo. La palabra griega que se traduce como “grado” significa rango (así como en el ejército), una posición, un paso o un peldaño de la escalera. ¡Qué aliento para un diácono fiel! Dios le ascenderá espiritualmente y le dará más y más honra entre los creyentes, lo cual significa mayor oportunidad para ministrar. Un diácono fiel tiene una buena posición ante Dios y los hombres, y puede ser usado por Dios para levantar la iglesia. Tiene un denuedo espiritual que hace que su ministerio sea eficaz.
Ciertamente, una parte de esta bendición podría incluir la posibilidad de un ascenso en el ministerio espiritual de la iglesia. Es un gozo para el pastor ver a sus diáconos llegar a ser ancianos, y luego ver a algunos de los ancianos ser llamados al ministerio del pastorado a tiempo completo. (Debe recordarse que en las iglesias del Nuevo Testamento los ancianos eran nombrados de entre los miembros de sus propias congregaciones. No eran importados de otros lugares.)
Es un asunto serio servir en una iglesia local. Cada uno de nosotros debe examinar su corazón para asegurarse de que, por la gracia de Dios, está capacitado.
Los Creyentes (1 Timoteo 3:14–16)
Los ancianos, los diáconos y los miembros de la iglesia necesitan estar al tanto de lo que es la iglesia local. En este breve párrafo Pablo da tres descripciones de la iglesia.
La casa de Dios (3:15a). La iglesia de Dios es una familia, así que familia de Dios tal vez sería la mejor traducción. Una de las palabras favoritas de Pablo es “hermanos” (4:6). Cuando un pecador cree en Jesucristo como Salvador, inmediatamente nace en la familia de Dios (Juan 1:11–13; 1 Pedro 1:22–25). Pablo aconseja al joven Timoteo a que trate a los miembros de la iglesia local como trataría a los miembros de su propia familia (1 Timoteo 5:1–2).
Puesto que la iglesia local es una familia, debe ser alimentada; y la única dieta que nutrirá a los hijos de Dios es la Palabra de Dios. Es nuestro pan (Mateo 4:4), leche y alimento sólido (1 Corintios 3:1–2; Hebreos 5:12–14) y miel (Salmo 119:103). Un pastor debe dedicar tiempo a alimentarse él mismo para que también pueda alimentar a otros (1 Timoteo 4:6). Una iglesia no crece por adición, sino por nutrición (Efesios 4:11–16). Es penoso ver la forma en que algunos pastores desperdician su tiempo (y el tiempo de la iglesia) toda la semana y luego no tienen con qué alimentar a las personas en el día domingo.
Al igual que una familia, una iglesia necesita disciplina en amor. Los hijos a quienes no se disciplina se hacen rebeldes y tiranos. Los líderes espirituales de la iglesia deben ejercer la disciplina (1 Corintios 4:18–5:13 y 2 Corintios 2:6–11). Algunas veces los hijos necesitan un regaño; otras veces la disciplina debe ser más severa.
Los hijos necesitan también aliento y ejemplo (1 Tesalonicenses 2:7–12). Los líderes espirituales deben tener la ternura de una madre y la fuerza de un padre amoroso.
La asamblea (3:15b). La palabra “iglesia” es una transliteración de la palabra griega ekklesia que significa asamblea. Hacía referencia a las asambleas políticas de las ciudades griegas (Hechos 19:29, 32), donde ciudadanos capaces llevaban a cabo los negocios. Pero se usa cerca de 100 veces en el Nuevo Testamento en referencia a las iglesias locales, asambleas de creyentes. La palabra griega significa los que son llamados afuera. (Se usa en Hechos 7:38 para describir a la nación de Israel, que fue llamada a salir de Egipto; pero Israel no era una iglesia en el sentido del Nuevo Testamento.)
Pablo quería que el joven Timoteo conociera cómo debía conducirse como líder de una asamblea local. Las epístolas pastorales son guías de conducta para la iglesia local. Cientos de libros se han publicado en años recientes con el propósito de enseñarnos cómo empezar, edificar y aumentar la iglesia local; y algunos contienen buenos consejos. Sin embargo, el mejor consejo para gobernarla se encuentra en estas tres epístolas inspiradas. El joven pastor en su primera iglesia, así como el veterano experto en el ministerio, deben saturarse de las enseñanzas que Pablo compartió con Timoteo y Tito.
Hay muchas asambleas, pero la iglesia es la asamblea del Dios viviente, y por lo tanto él tiene el derecho de decirnos cómo debe ser gobernada. La iglesia ha sido comprada con la sangre del Hijo de Dios (Hechos 20:28); por lo tanto, debemos ser cuidadosos con nuestra conducta. Los oficiales de la iglesia local no deben ser dictadores religiosos que abusan de las personas para lograr sus fines egoístas (1 Pedro 5:3–5; 3 Juan 9–12).
Columna y baluarte de la verdad (3:15–16). Esta es una descripción arquitectónica, y debió significar mucho para Timoteo en Éfeso, ya que el gran templo de Diana tenía 127 columnas. La palabra “baluarte” implica una fortificación, una muralla. La iglesia local está construida sobre Jesucristo, la Verdad (Juan 14:6; 1 Corintios 3:9–15); pero la iglesia local también es una columna y una fortificación de la verdad.
Es claro que el aspecto de la columna del ministerio de la iglesia se refiere principalmente a la exposición de la verdad de la Palabra, así como una estatua se pone en un pedestal para que todos puedan admirarla. Debemos sostener en alto la Palabra de vida (Filipenses 2:16), para que el mundo pueda verla. La iglesia local hace resaltar a Jesucristo por medio de la vida de los miembros fieles.
Como baluarte la iglesia protege la verdad y la guarda, para que la verdad no tropiece (de otra manera sucederá como dijo Isaías, que “la verdad tropezó en la plaza, y la equidad no pudo venir”, Isaías 59:14). Cuando las iglesias locales se alejan de la verdad (1 Timoteo 4:1–5) y hacen concesiones en su ministerio, entonces el enemigo progresa. Algunas veces los líderes de las iglesias deben adoptar una posición militante contra el pecado y la apostasía. Esto no los hace muy populares, pero sí agrada al Señor.
La verdad principal a la que la iglesia debe atestiguar es a la persona y obra de Cristo Jesús (es probable que el versículo 16 haya sido sacado de un himno cristiano de aquella época). Jesucristo es Dios manifestado en carne, no sólo en su nacimiento, sino durante todo su ministerio terrenal (Juan 14:1–9). Aunque los suyos como nación le rechazaron, Jesucristo fue justificado en el Espíritu; ya que el Espíritu lo llenó de poder para hacer milagros y aun levantarse de entre los muertos (Romanos 1:4). La sola presencia del Espíritu en el mundo es en sí un juicio para el mundo (Juan 16:7–11).
“Visto de los ángeles” sugiere las muchas veces en que los ángeles escogidos se asociaron con la vida y ministerio de nuestro Señor. (La palabra griega angelos, traducida como “ángeles”, también significa mensajeros, ve Santiago 2:25. Tal vez Pablo se refería a los mensajeros escogidos que fueron testigos de la resurrección de Cristo.) No obstante, Cristo no murió por los ángeles, sino por los pecadores; así que fue “predicado a los gentiles”. Esto nos recuerda las comisiones que el Señor le dio a su iglesia para que llevara el evangelio hasta lo último de la tierra, en donde es “creído en el mundo”. En la ascensión fue “recibido arriba en gloria” (Hechos 1:2, 22); y regresará un día para llevar a su Iglesia a participar de esa gloria.
¡Qué reto tan emocionante para tu iglesia local es testificar de Jesucristo a los pecadores de tu comunidad, y de todo el mundo!