Herencia del cielo

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El cielo es la herencia segura, de valor incalculable, que espera a los redimidos. Ahí, el servicio fiel será recompensado y se les dará a los redimidos cuerpos transformados para el servicio en la esfera celestial.

Notes
Transcript

Los creyentes heredarán el reino de los cielos

Su herencia está segura

Mateo 25.34 RVR95
Entonces el Rey dirá a los de su derecha: “Venid, benditos de mi Padre, heredad el Reino preparado para vosotros desde la fundación del mundo,
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El valor de su herencia está más allá del cálculo humano

1 Corintios 2.9–10 RVR95
Antes bien, como está escrito: «Cosas que ojo no vio ni oído oyó ni han subido al corazón del hombre, son las que Dios ha preparado para los que lo aman». Pero Dios nos las reveló a nosotros por el Espíritu, porque el Espíritu todo lo escudriña, aun lo profundo de Dios,
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Los adoptados en la familia de Dios son herederos de Dios y Cristo

Romanos 8.17 RVR95
Y si hijos, también herederos; herederos de Dios y coherederos con Cristo, si es que padecemos juntamente con él, para que juntamente con él seamos glorificados.
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La naturaleza de la herencia celestial

Es inviolable

1 Pedro 1.3–5 RVR95
Bendito el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, que según su gran misericordia nos hizo renacer para una esperanza viva, por la resurrección de Jesucristo de los muertos, para una herencia incorruptible, incontaminada e inmarchitable, reservada en los cielos para vosotros, que sois guardados por el poder de Dios, mediante la fe, para alcanzar la salvación que está preparada para ser manifestada en el tiempo final.
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Es una respuesta a la fe y al amor

Santiago 2.5 RVR95
Hermanos míos amados, oíd: ¿No ha elegido Dios a los pobres de este mundo, para que sean ricos en fe y herederos del reino que ha prometido a los que lo aman?
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Es para los vencedores

Apocalipsis 21.7 RVR95
El vencedor heredará todas las cosas, y yo seré su Dios y él será mi hijo.
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El tesoro celestial debe ser buscado

Mateo 6.19–21 RVR95
»No os hagáis tesoros en la tierra, donde la polilla y el moho destruyen, y donde ladrones entran y hurtan; sino haceos tesoros en el cielo, donde ni la polilla ni el moho destruyen, y donde ladrones no entran ni hurtan, porque donde esté vuestro tesoro, allí estará también vuestro corazón.
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Recompensa celestial

El servicio será recompensado en el cielo

1 Corintios 3.11–14 RVR95
Nadie puede poner otro fundamento que el que está puesto, el cual es Jesucristo. Si alguien edifica sobre este fundamento con oro, plata y piedras preciosas, o con madera, heno y hojarasca, la obra de cada uno se hará manifiesta, porque el día la pondrá al descubierto, pues por el fuego será revelada. La obra de cada uno, sea la que sea, el fuego la probará. Si permanece la obra de alguno que sobreedificó, él recibirá recompensa.
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La expectativa de una recompensa celestial debería ser una motivación para servir

Filipenses 3.14 RVR95
prosigo a la meta, al premio del supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús.
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Las recompensas van a variar

Mateo 16.27 RVR95
porque el Hijo del hombre vendrá en la gloria de su Padre, con sus ángeles, y entonces pagará a cada uno conforme a sus obras.
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La perseverancia por amor a Jesucristo será especialmente recompensado

Mateo 5.10–12 RVR95
Bienaventurados los que padecen persecución por causa de la justicia, porque de ellos es el reino de los cielos. Bienaventurados seréis cuando por mi causa os insulten, os persigan y digan toda clase de mal contra vosotros, mintiendo. »Gozaos y alegraos, porque vuestra recompensa es grande en los cielos, pues así persiguieron a los profetas que vivieron antes de vosotros.

Las recompensas por el servicio incluye coronas que significan posición y autoridad

1 Pedro 5.4 RVR95
Y cuando aparezca el Príncipe de los pastores, vosotros recibiréis la corona incorruptible de gloria.
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Los redimidos compartirán la posición de Jesucristo en la gloria

Efesios 2.6 RVR95
Juntamente con él nos resucitó, y asimismo nos hizo sentar en los lugares celestiales con Cristo Jesús,
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El cuerpo resucitado como una herencia celestial

Filipenses 3.20–21 RVR95
Pero nuestra ciudadanía está en los cielos, de donde también esperamos al Salvador, al Señor Jesucristo. Él transformará nuestro cuerpo mortal en un cuerpo glorioso semejante al suyo, por el poder con el cual puede también sujetar a sí mismo todas las cosas.
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