Reconciliación
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Paz con Dios
Paz con Dios
En consecuencia, ya que hemos sido justificados mediante la fe, tenemos paz con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo. También por medio de él, y mediante la fe, tenemos acceso a esta gracia en la cual nos mantenemos firmes. Así que nos regocijamos en la esperanza de alcanzar la gloria de Dios. Y no sólo en esto, sino también en nuestros sufrimientos, porque sabemos que el sufrimiento produce perseverancia; la perseverancia, entereza de carácter; la entereza de carácter, esperanza. Y esta esperanza no nos defrauda, porque Dios ha derramado su amor en nuestro corazón por el Espíritu Santo que nos ha dado.
Rom
La paz con Dios no hace referencia a una “paz” interior. Es una paz literal. Ya no estamos en guerra con Dios. Muchas veces sobre-espiritualizamos nuestra “privación” de la gloria de Dios. La realidad es que nos encontramos bajo la ira de Dios.
¿Qué tiene que ver la reconciliación con Dios con el sufrimiento? Cuando sufrimos, siempre hay la pregunta adentro de nosotros, “¿Estoy bajo la maldición de Dios?”. Y esto cambia como pensamos en nuestro sufrimiento. Cuando el sufrimiento es causado por algo aparte de la ira directa de Dios, siempre hay la posibilidad de una salida. Cuando el sufrimiento es causado por la ira directa de Dios, el hombre queda sin esperanza.
La obra de Cristo
La obra de Cristo
A la verdad, como éramos incapaces de salvarnos, en el tiempo señalado Cristo murió por los malvados. Difícilmente habrá quien muera por un justo, aunque tal vez haya quien se atreva a morir por una persona buena. Pero Dios demuestra su amor por nosotros en esto: en que cuando todavía éramos pecadores, Cristo murió por nosotros.
Cristo murió por personas menores a Él, no mayores. Sin embargo, muchas veces el hombre busca tratar a Cristo y su muerte como menores.
Seguramente tenemos reconciliación
Seguramente tenemos reconciliación
Rom
Y ahora que hemos sido justificados por su sangre, ¡con cuánta más razón, por medio de él, seremos salvados del castigo de Dios! Porque si, cuando éramos enemigos de Dios, fuimos reconciliados con él mediante la muerte de su Hijo, ¡con cuánta más razón, habiendo sido reconciliados, seremos salvados por su vida! Y no sólo esto, sino que también nos regocijamos en Dios por nuestro Señor Jesucristo, pues gracias a él ya hemos recibido la reconciliación.