Más que vencedores

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El creyente está llamado a ser victorioso en su interior, en su vida personal, en la obra de sus manos, en sus relaciones, en su salud, aunque enfrente dificultades. La obediencia a la Palabra de Dios será la causa de esta victoria.

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La ruta que no existe

Cuando nos ponemos una meta, vemos dónde estamos y adónde queremos llegar. Es como si viéramos una línea recta, un camino recto en el que no hay obstáculos. Esta forma de pensar muchas veces es alimentada por estereotipos que se presentan en historias: se casaron y fueron felices para siempre. Vemos la vida como lo que debe ser y no como es: un camino con obstáculos y hay que aprender a reaccionar a estos retos.
Nos casamos con la esperanza de que no vamos a tener discusiones o peleas. Vamos a la universidad con la intención de graduarnos y conseguir un empleo digno, pero en muchas ocasiones estamos desempleados. Compramos un vehículo, pero no con la expectativa de que se nos dañe. Adquirimos un artículo del hogar y esperamos que funcionen.
Como no pensamos en estos contratiempos cuando hacemos planes, no estamos emocionalmente preparados para la vida cuando las cosas no salen como esperábamos. Es en este momento que nos frustramos y nos sentimos decepcionados con nosotros, con las personas con quienes vivimos, con la vida, con Dios, con todo.

Llamados a vencer

El ser humano, y en especial el creyente, está llamado a vencer los obstáculos que se encuentren en la vida cualesquiera que estos sean.
Romanos 8.35–37 NVI
¿Quién nos apartará del amor de Cristo? ¿La tribulación, o la angustia, la persecución, el hambre, la indigencia, el peligro, o la violencia? Así está escrito: «Por tu causa siempre nos llevan a la muerte; ¡nos tratan como a ovejas para el matadero!» Sin embargo, en todo esto somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó.
Romanos 8.35-37
No debemos esperar una vida sin contra tiempos, sin dificultades, sin decepciones, sin luchas, sin enfermedad. Cuando estas cosas llegan a nuestra vida, no significa que hemos fracasado, no significa que estamos haciendo algo mal necesariamente, no significa que estamos condenado a que nos vaya mal.
Tampoco significa que como las dificultades son parte de la vida, debemos aceptar estos acontecimientos como que esa es la vida, que no tenemos escapatoria o que estamos condenados a que sea así.
No tengo que aceptar la derrota en mi vida. No tengo que acostumbrarme a ella. Como creyente no puedo pensar que la derrota es normal. Dios me ha llamado a vencer.

El año de la victoria

Este año ha sido declarado el año de la victoria. La victoria espiritual, la victoria personal, familiar, congregacional, laboral.
No tengo que aceptar que mi relación sea un desastre y contentarme con eso. No tengo que aceptar que lo único que pudo hacer son trabajos de poca monta, no tengo que aceptar que mi estado de salud no mejorará, no tengo que aceptar que siempre seré una persona de mal genio, no tengo que aceptar que vivir en la escasez sea normal. Tengo que verlas como etapas, como pruebas, como obstáculos, pero no como estoy maldito y destinado a eso. ¿Por qué? Porque soy mas que vencedor en Cristo.

Implicaciones de una victoria

Hubo una persona del pueblo de Dios que fue victorioso en lo que hizo. Examinemos las circunstancias en las que se encontraba y lo que Dios le dice y hace.
Josué 1.1–9 NVI
1 Después de la muerte de Moisés, siervo del Señor, Dios le dijo a Josué hijo de Nun, asistente de Moisés: 2 «Mi siervo Moisés ha muerto. Por eso tú y todo este pueblo deberán prepararse para cruzar el río Jordán y entrar a la tierra que les daré a ustedes los israelitas. 3 Tal como le prometí a Moisés, yo les entregaré a ustedes todo lugar que toquen sus pies. 4 Su territorio se extenderá desde el desierto hasta el Líbano, y desde el gran río Éufrates, territorio de los hititas, hasta el mar Mediterráneo, que se encuentra al oeste. 5 Durante todos los días de tu vida, nadie será capaz de enfrentarse a ti. Así como estuve con Moisés, también estaré contigo; no te dejaré ni te abandonaré. 6 »Sé fuerte y valiente, porque tú harás que este pueblo herede la tierra que les prometí a sus antepasados. 7 Sólo te pido que tengas mucho valor y firmeza para obedecer toda la ley que mi siervo Moisés te ordenó. No te apartes de ella para nada; sólo así tendrás éxito dondequiera que vayas. 8 Recita siempre el libro de la ley y medita en él de día y de noche; cumple con cuidado todo lo que en él está escrito. Así prosperarás y tendrás éxito. 9 Ya te lo he ordenado: ¡Sé fuerte y valiente! ¡No tengas miedo ni te desanimes! Porque el Señor tu Dios te acompañará dondequiera que vayas.»
Josué tiene la enorme tarea de hacer que el pueblo cruce el Jordán y después conquistar la tierra. Enfrentar diferentes enemigos, ciudades amuralladas, gigantes, pueblos más numerosos, etc. No era una tarea fácil. Encima de todo esto, tenía que sustituir a nada más que a Moisés. Tenía varias razones para sentir ansiedad, para sentir que él no era capaz de llevar a cabo lo que se venía.
Las palabras que Dios le da eran para darle ánimo, para darle seguridad. Cuando las leemos, podemos llegar a la conclusión de que la posesión de la Tierra Prometida sería fácil.
Josué 1.3 NVI
3 Tal como le prometí a Moisés, yo les entregaré a ustedes todo lugar que toquen sus pies.
Josué 1.5 NVI
5 Durante todos los días de tu vida, nadie será capaz de enfrentarse a ti. Así como estuve con Moisés, también estaré contigo; no te dejaré ni te abandonaré.

Aunque Dios esté en el asunto, no será fácil

Estas promesas de Dios podrían hacer pensar a cualquiera que la posesión de la tierra prometida sería un trámite. Que Josué y el pueblo cruzarían el Jordán y al otro lado todo el mundo los estaría esperando para entregarles todo.
El registro bíblico nos dice que hubo que pelear mucho, que hubo muertes numerosas en el pueblo de Dios, que hubo derrotas cuando trataron de apoderarse de ciertas ciudades, que tuvieron que retirarse, etc.
Una de las creencias más populares entre el pueblo de Dios es que si Dios está en el asunto, las cosas fluyen, las puertas se abren, Dios provee. Y es verdad. Sin embargo, nada de esto significa que será fácil, que nos sentaremos a ver cómo todas las cosas se dan.
Si Dios este negocio es de Dios, no enfrentaremos contra tiempos. Si esta relación es de Dios, no vamos a discutir. Si esa beca es de Dios, el gobierno nunca dejará de depositar los fondos. Si ese viaje es de Dios, esa visa me la dan la primera vez que vaya.

Implicaciones

Cuando vamos a obtener la victoria en cualquier área de la vida, hay implicaciones. Una victoria implica que hubo un enfrentamiento, que hubo que sortear dificultades. Si no hay nada que vencer, no hay victoria.
Si eso es así, entonces cobra sentido el verso 6:
Josué 1.6 RVR60
6 Esfuérzate y sé valiente; porque tú repartirás a este pueblo por heredad la tierra de la cual juré a sus padres que la daría a ellos.
Dios quiere bendecirte, Dios quiere darte la victoria, pero esto significa que tendrás que pelear, que luchar, que tendrás que ser valiente, que tendrás que esperar, que tendrás que esforzarte mucho.
Tendrás que esforzarte para obtener la victoria sobre tu mal genio, sobre tu impaciencia, sobre tu lengua, sobre tus pensamientos impuros, sobre tus deudas, sobre tu relación con tus hijos, sobre tu salud.

El medio de la victoria

Las armas para la victoria es otra de las cosas que no tienen sentido. Josué y el pueblo tienen que luchar a sangre y fuego contra gente muy poderosa y numerosa. ¿Cuál será la clave de éxito para ellos? ¿Conseguirse espadas más grandes? ¿Hacer alianzas con otros pueblos? ¿Buscar un entrenador personal?
Josué 1.7–9 RVR60
7 Solamente esfuérzate y sé muy valiente, para cuidar de hacer conforme a toda la ley que mi siervo Moisés te mandó; no te apartes de ella ni a diestra ni a siniestra, para que seas prosperado en todas las cosas que emprendas. 8 Nunca se apartará de tu boca este libro de la ley, sino que de día y de noche meditarás en él, para que guardes y hagas conforme a todo lo que en él está escrito; porque entonces harás prosperar tu camino, y todo te saldrá bien. 9 Mira que te mando que te esfuerces y seas valiente; no temas ni desmayes, porque Jehová tu Dios estará contigo en dondequiera que vayas.
Josué 1.8–9 NVI
8 Recita siempre el libro de la ley y medita en él de día y de noche; cumple con cuidado todo lo que en él está escrito. Así prosperarás y tendrás éxito. 9 Ya te lo he ordenado: ¡Sé fuerte y valiente! ¡No tengas miedo ni te desanimes! Porque el Señor tu Dios te acompañará dondequiera que vayas.»
Para que te vaya bien, tienes que abandonar la forma de pensar que aprendiste antes de tener una relación con Dios. La forma de pelear en el Señor no es alzando la voz, no es imponiendo tu voluntad sobre todo el mundo, no es manipulando y creando intrigas, no es dando un golpe en la mesa y mandando a todo el mundo a callar, no es mandando a tu esposa a callar porque tú eres el hombre, no es desafiando a tu marido para que él sepa que no me gobernar.

Obediencia

En las áreas de tu vida en que necesitas victoria, ¿estás obedeciendo? Dios no te dará victoria en ningún área en la que no muestres obediencia.
Hay la promesa de Dios de que prosperarás si te esfuerzas en cumplir su voluntad. El prosperará tu vida si le honras con tu vida.
Salmo 1 NVI
1 Dichoso el hombre que no sigue el consejo de los malvados, ni se detiene en la senda de los pecadores ni cultiva la amistad de los blasfemos, 2 sino que en la ley del Señor se deleita, y día y noche medita en ella. 3 Es como el árbol plantado a la orilla de un río que, cuando llega su tiempo, da fruto y sus hojas jamás se marchitan. ¡Todo cuanto hace prospera! 4 En cambio, los malvados son como paja arrastrada por el viento. 5 Por eso no se sostendrán los malvados en el juicio, ni los pecadores en la asamblea de los justos. 6 Porque el Señor cuida el camino de los justos, mas la senda de los malos lleva a la perdición.
Cuando eres obediente, estás mostrando tu fe en Dios y entonces Dios obra a tu favor.
Proverbios 16.7 RVR60
7 Cuando los caminos del hombre son agradables a Jehová, Aun a sus enemigos hace estar en paz con él.

Fe y oración

Si vamos a obtener la victoria espiritual, tenemos que luchar con armas espirituales. Usted no va ganar un juego de baloncesto si juega con un bate.
Sepa que su lucha no es contra la persona que usted piensa. Usted está enfocando sus esfuerzos incorrectamente.
Efesios 6.12–13 NVI
12 Porque nuestra lucha no es contra seres humanos, sino contra poderes, contra autoridades, contra potestades que dominan este mundo de tinieblas, contra fuerzas espirituales malignas en las regiones celestiales. 13 Por lo tanto, pónganse toda la armadura de Dios, para que cuando llegue el día malo puedan resistir hasta el fin con firmeza.
Por lo tanto, sus armas no pueden ser las que usaba antes. La obediencia implica usar las armas de Dios, no las armas que te dice la compañera de trabajo que debes usar, ni las armas que tu primo te dice. Son las armas de Dios.
2 Corintios 10.4 RVR60
4 porque las armas de nuestra milicia no son carnales, sino poderosas en Dios para la destrucción de fortalezas,

Conclusión

Hemos declarado este año el año de la victoria. Todos tenemos que vencer algo para Dios, aunque sea diferente en cada caso. Algunos queremos y necesitamos vencer en varios aspectos.
Dios quiere darnos la victoria y ha prometido estar con nosotros como lo estuvo con Josué. Podemos contar con su fortaleza cuando nos sintamos débiles, podemos contar con su sabiduría cuando no sepamos qué hacer, podemos contar que nos abrirá puertas cuando se nos cierren las que teníamos abiertas, pero la victoria se le dará a aquel que primero se rinda.
La victoria será de quien se rinda a su voluntad, de quien se esfuerce a obedecer, de quien pelee con las armas de Dios.
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