Qué Haces Aqui
¿QUÉ HACES AQUÍ, ELÍAS?
1 Reyes 19.9-18
INTRODUCCIÓN
I.- ¿QUÉ ES UNA CUEVA?
Esta es una palabra que de solo pronunciarla nos trae a la memoria un significado no agradable. Normalmente, una cueva se define como una cavidad subterránea formada natural o artificialmente. Muchas veces se utiliza para referirse al lugar donde uno vive porque sirve de refugio, o a veces donde uno quiere vivir cuando las cosas van mal.
En las Sagradas Escrituras encontramos distintos pasajes que nos hablan de cuevas. Por ejemplo, Lot y sus hijas se refugiaron en una cueva después de la destrucción de Sodoma (Gn 19.30), David hizo de la cueva de Adulam, su primer cuartel general al huir de Saúl y luego también utilizó otras. Se utilizan también como tumbas, tal es el caso de la cueva de Macpela (Gn 23).
Sin embargo, hoy de eso hablar de esas cuevas modernas, que se encuentran en la vida de muchos de nosotros. Estas cuevas modernas no son, precisamente, un lugar, más bien puede ser una condición o una actitud que muchas cristianos adoptan cuando no quieren o no saben cómo enfrentar las presiones, las pruebas y los problemas que se le presentan muchas veces.
Sin importar qué posición ocupas en la iglesia, en tu trabajo o en tu hogar, habrá momentos en que buscarás encerrarte en una cueva. Lo que esto quiere decir es que habrá ocasiones en todo quieres escapar de todo y de todos; huir de la realidad presente y esconderte. Lamentablemente, hoy en día hay cristianos que están refugiados en cueva, ya sea por temor, por incertidumbre, por resentimiento, por amargura o por cualquier razón que sea. Quiero que sepas que Dios no nos quiere metidos en cuevas. Dios no quieres que te sientas reducido a una mínima expresión. Dios no quiere que veas los problemas actuales como grandes e insalvables obstáculos. Más bien, lo que El Señor desea es que te levantes por encima de la situación por la que estás pasando y seas un vencedor.
II. EL USO DE CUEVAS EN LAS ESCRITURAS.
Como lo señalamos anteriormente, hay tres usos que en el Texto Sagrado se le atribuye a las cuevas, a saber:
· Como vivienda: grandes cavernas fueron excavadas para que sirvieran de viviendas de varias habitaciones. La Biblia nos dice que Lot y sus dos hijas se instalaron en cuevas después de la caída de Sodoma y Gomorra (Gn. 19.30), David y su banda de seguidores frecuentaron la gran cueva de Adulam (1 Sa. 22.1; 24). Nosotros vivíamos en cuevas cuando no queríamos que nuestras obras fueran descubiertas. Jesús dijo en una ocasión: “Y esta es la condenación: que la luz vino al mundo, y los hombres amaron más las tinieblas porque sus obras eran malas.Porque todo aquel que hace lo mal, aborrece la luz y no viene a la luz, para que sus obras no sean reprendidas. Mas el que practica la verdad viene a la luz, para que sea manifiesto que sus obras son hechas en Dios.” (Jn. 3.19-21).
· Como refugio: La cueva es el lugar donde la gente se refugia de los ataques enemigos. Josué logró acorralar a cinco reyes cananeos que se refugiaron en Maceda (Jos. 10.16ss). Los israelitas se escondieron de los invasores madianitas (Jue. 6.2) y de los filisteos (1 S. 13.6).
· Como tumba: Abraham usó una cueva para enterrar a su esposa Sara.
Podemos ver que ninguno de estos ejemplos nos habla bien del uso de las cuevas. Sin embargo, examinemos ahora el caso del pasaje que nos ocupa, el profeta Elías.
III.- ELÍAS EN LA CUEVA.
Elías hizo de la cueva su hogar porque llegó un momento en su vida en que se sintió deprimido y atemorizado. Usando un lenguaje religioso, Elías se estaba retirando. Lo primero que Dios hace cuando Elías se sienta debajo de un enebro es enviarle un ángel. El ángel es un visitante, un mensajero de Dios que viene a darle ánimo al siervo de Dios. La Biblia nos enseña en Heb. 1.14 que los ángeles son espíritus ministradores, enviados para servicio a favor de los que serán herederos de la salvación. Dios conoce cuando estás cansado, o deprimido o angustiado y te envía un mensajero para fortalecerte y para hacerte saber que aún en ese momento Él está contigo. Un ángel, enviado por Dios, vino de lo alto al Getsemaní donde se encontraba el Maestro orando para fortalecerle en ese momento de angustia que estaba pasando antes de ser entregado.
No solamente el ángel se le aparece a Elías, sino que también le prepara comida. Dios no solamente conoce dónde te escondes, sino que también conoce lo que te hace falta. Aún así, le da palabra de aliento a través del ángel: “Levántate y come, porque largo camino te resta”. Dios conoce tu necesidad y conoce tu estado de ánimo. También conoce cuando te hacen falta fuerzas para continuar. Él conoce cuando te sientes solo y decepcionado. Él no te va a abandonar, ni a desamparar, porque Él lo ha prometido en Su Palabra. Lo único que Dios quiere es que renueves tu visión para que puedas comprender el plan que Él ha trazado y sigas adelante.
Elías come, se levanta y camina por cuarenta días y cuarenta noches. Tiempo suficiente para reflexionar y renovar su visión. La Biblia dice que al cabo de los cuarenta días y cuarenta noches, Elías llegó hasta Horeb, el monte de Dios. Este monte es muy significativo, porque en el pasado, allí sucedieron eventos: este fue el momento en que Dios se le apareció a Moisés en medio de una zarza ardiente; este fue el monte donde Dios le entregó a Moisés las tablas de la Ley. En otras palabras, este monte es testigo del poder y de la manifestación del poder de Dios. No obstante, la Palabra de Dios nos enseña que Elías llega aquí y lo primero que hace es encerrarse en una cueva.
Ahora Dios no le envía un ángel, sino que es el mismo Dios que lo viene a buscar. En nuestras vidas, hay situaciones en las cuales Dios no envía un mensajero, sino que Él mismo interviene. Me llama la atención la pregunta que Dios le hace a Elías, no le dice: ¿Dónde estás?, tampoco le dice: ¿Qué haces allá?, sino que le dice: ¿Qué haces aquí, Elías? Esto significa que para buscar a su siervo, Dios de alguna manera se metió también en la cueva. No hay lugar donde tú te metas que Dios no te pueda alcanzar. Muchas veces queremos darle excusas al Señor como si Dios no supiera exactamente lo que nos está sucediendo. Adán quiso darle una excusa a Dios cuando Dios le preguntó dónde estaba; ahora Elías también quiere darle su propia excusa. Un detalle que no falta en las excusas es que siempre uno quiere justificarse y creer que tiene razón para estar donde se está o para hacer lo que se está haciendo.
IV.- DIOS SE MANIFIESTA AFUERA DE LA CUEVA.
Mientras que la cueva significa, depresión, tristeza, oscuridad, desaliento, etc., lo cierto es que para ver la manifestación del poder de Dios es necesario salir de la cueva. Dios no se pone a argumentar con Elías. Dios no se pone a argumentar con ningún ser humano. Hay momentos en que los cuales lo que Dios va a hacer es demostrarte su poder. Lo único que Dios le dice a Elías es: “Sal fuera y ponte en el monte delante de Jehová.” Aquí no hay más palabras, lo que Dios va a hacer es demostrar su poder.
Dios hace que pase un fuerte y poderoso viento que rompía los montes y quebraba las peñas delante de Jehová; tras el viento un terremoto y tras el terremoto un fuego, y en ninguna de estas manifestaciones estaba la Presencia de Jehová. Esta era una demostración de que Dios usa los elementos que Él desea para que sirvan a Sus propósitos y que Él puede hacer con ellos lo que desee. Es importante saber distinguir entre la Presencia de Dios y los instrumentos que Dios usa. Los cristianos inmaduros corren detrás de las manifestaciones sin discernir si son o no de parte de Dios. Pero el creyente espiritual está buscando la Presencia de Dios, y a veces esa Presencia se manifiesta como un silbo apacible, como un susurro al corazón, como una suave voz que te da aliento.
Con todo y esto, la actitud de Elías aún persiste. Elías, físicamente, ya no está en la cueva, porque Dios le pidió que saliera; pero en su interior todavía está en la cueva. Dios le hace, por segunda vez, la misma pregunta y obtiene de Elías la misma respuesta. En este punto Dios decide reemplazarlo por Eliseo.
En la Obra del Señor ninguna persona es indispensable. El Señor de la Obra sabe reservarse para Sí siervos y siervas que se guarden, que no se contaminen, que se consagren. Los propósitos de Dios son firmes, pero para cumplirlos en nuestras vidas, es necesario estar donde Dios nos pone y estar haciendo lo que Dios nos ha mandado. De todo lo demás se encargará Dios. Mantente en el lugar en el cual Dios te ha puesto y no abandones la comisión que te ha sido asignada.
DIOS LES BENDIGA.