Más dulce que la miel

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Obedecer a Dios es un acto de fe, es un acto de amor, es el distintivo de nuestra relación con Dios. Habrá muchas ocasiones en las que tendremos que pagar un precio, pero nada traerá más gozo al creyente verdadero que saber que su vida es agradable a su padre celestial.

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Introducción: la obediencia

Todas las relaciones tienen una base. Una relación de matrimonio se basa en algo (amor, atracción). Una relación de trabajo se basa en algo diferente. Una relación de hermanos se basa en algo diferente a una relación de pareja. Hay componentes que pueden estar presente en varias relaciones, pero cada relación tiene ese componente clave que, si lo quitamos, la naturaleza de la relación cambia aunque esta continúe. Ya no es lo mismo.
Cuando Dios hace un pacto con Abraham comienzan una relación. Esa relación tiene un componente que, si lo sacamos, la relación no funcionaría: la obediencia.
Génesis 17.1 RVR60
1 Era Abram de edad de noventa y nueve años, cuando le apareció Jehová y le dijo: Yo soy el Dios Todopoderoso; anda delante de mí y sé perfecto.
Génesis 17.9 NVI
9 Dios también le dijo a Abraham: —Cumple con mi pacto, tú y toda tu descendencia, por todas las generaciones.
En un pacto o relación, cada parte tiene una obligación. Dios nos salva, provee, bendice, sana, protege y nosotros obedecemos sus preceptos.
Es la misma condición que le exige a Josué para entregarle al pueblo de Israel la tierra prometida.
¿Qué es la obediencia? ¿Por qué debemos obedecer? ¿Es manipulación? ¿En qué medida debemos hacerlo?

Es un acto de fe

Génesis 12.1 NVI
1 El Señor le dijo a Abram: «Deja tu tierra, tus parientes y la casa de tu padre, y vete a la tierra que te mostraré.
genesis 12.
Obedecer a Dios puede parecer ilógico en muchas ocasiones, sobre todo porque no tenemos toda la información que nos gustaría tener en el momento. También puede parecer ilógico porque se nos puede decir que hagamos algo que a la luz de lo que pasa en el momento o de las probabilidades no tiene sentido.
Abraham estaba establecido en un lugar. Su familia estaba establecida, le estaba yendo bien y tanto él como su esposa eran personas de una edad ya avanzada. Había muchas razones para cuestionar lo que Dios le decía que hiciera. Sólo su confianza en Dios le permitió tomar una decisión que a todas luces era descabellada.
Hay otro caso que ilustra el concepto de que la obediencia es un acto de fe.
Génesis 7.1–5 NVI
1 El Señor le dijo a Noé: «Entra en el arca con toda tu familia, porque tú eres el único hombre justo que he encontrado en esta generación. 2 De todos los animales puros, lleva siete machos y siete hembras; pero de los impuros, sólo un macho y una hembra. 3 Lleva también siete machos y siete hembras de las aves del cielo, para conservar su especie sobre la tierra. 4 Porque dentro de siete días haré que llueva sobre la tierra durante cuarenta días y cuarenta noches, y así borraré de la faz de la tierra a todo ser viviente que hice.» 5 Noé hizo todo de acuerdo con lo que el Señor le había mandado.
genesis 7
En el caso de Noé se ilustra, no sólo que según nuestra forma de pensar lo que Dios le decía que hiciera carecía de sentido, sino también que las probabilidades de que pasara eran mínimas.

Es un acto de amor y agradecimiento hacia Dios

La motivación para obedecer a cualquier persona puede variar. Uno puede obedecer por temor, por culpa, por interés. Dios debe ser temido. De hecho la Biblia dice:
Proverbios 1.7 RVR60
7 El principio de la sabiduría es el temor de Jehová; Los insensatos desprecian la sabiduría y la enseñanza.
Sin embargo, cuando nosotros comprendemos qué fue lo que Dios hizo por nosotros, en qué problema estábamos, cuánto nos amó, la única respuesta lógica es amarle.
1 Juan 4.19 RVR60
19 Nosotros le amamos a él, porque él nos amó primero.
Ese amor que debemos tener hacia Dios, ¿cómo debe expresarse?
Juan 14.15 NVI
15 »Si ustedes me aman, obedecerán mis mandamientos.

Es el rasgo distintivo del cristiano

La palabra cristiano se comienza a usar en la iglesia de Antioquía. No la usan por primera vez los creyentes. Los no creyentes, cuando ven el empeño de los hermanos para ser como Cristo, comienzan a llamarles cristianos.
Hechos de los Apóstoles 11.25–26 NVI
25 Después partió Bernabé para Tarso en busca de Saulo, 26 y cuando lo encontró, lo llevó a Antioquía. Durante todo un año se reunieron los dos con la iglesia y enseñaron a mucha gente. Fue en Antioquía donde a los discípulos se les llamó «cristianos» por primera vez.
Mi forma de ser, de hablar, de reclamar, de exigir mis derechos, de hacer negocios, tiene que reflejar mi asociación con Cristo y eso sólo es posible mediante la obediencia.
Si no obedezco a Dios, soy incongruente. Por eso el mismo Jesús dice:
Lucas 6.46 NVI
46 »¿Por qué me llaman ustedes “Señor, Señor”, y no hacen lo que les digo?

Sustitutos

El ser humano se fija en las apariencias. Le llama la atención lo que ve. El creyente, como humano al fin, no está exento de dejarse llevar por las apariencias. De hecho, las Escrituras nos advierten de no hacer eso.
Juzgamos por lo que se ve. Hacemos eso en nuestra relación con Dios. Juzgamos si está bien o mal dependiendo de esos factores. Sustituimos la obediencia de fe y de amor, que debe nacer en el corazón, por elementos externos. Eso nos hace creer que estamos bien en cuando a nuestra relación con Dios.
No hay sustituto para el distintivo de la obediencia. La obediencia a su palabra es la evidencia externa de que internamente tenemos una relación con él.
1 Juan 2.3–6 NVI
3 ¿Cómo sabemos si hemos llegado a conocer a Dios? Si obedecemos sus mandamientos. 4 El que afirma: «Lo conozco», pero no obedece sus mandamientos, es un mentiroso y no tiene la verdad. 5 En cambio, el amor de Dios se manifiesta plenamente en la vida del que obedece su palabra. De este modo sabemos que estamos unidos a él: 6 el que afirma que permanece en él, debe vivir como él vivió.

¿Cómo debe ser la obediencia a Cristo?

Dios no quiere ni espera una relación a medias con nosotros. Jesús no se entregó a medias y espera que nuestra respuesta sea igual.
Dios no quiere ni espera una relación a medias con nosotros. Jesús no se entregó a medias y espera que nuestra respuesta sea igual.
Marcos 12.30 RVR60
30 Y amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente y con todas tus fuerzas. Este es el principal mandamiento.
Saúl fue desechado como rey de Israel porque tuvo en poco la palabra de Dios. El decidió qué iba a obedecer y que no. Como resultado, Dios lo desechó como rey y le quitó el reino.
1º Samuel 15.13–23 NVI
13 Cuando Samuel llegó, Saúl le dijo: —¡Que el Señor te bendiga! He cumplido las instrucciones del Señor. 14 —Y entonces, ¿qué significan esos balidos de oveja que me parece oír?—le reclamó Samuel—. ¿Y cómo es que oigo mugidos de vaca? 15 —Son las que nuestras tropas trajeron del país de Amalec—respondió Saúl—. Dejaron con vida a las mejores ovejas y vacas para ofrecerlas al Señor tu Dios, pero todo lo demás lo destruimos. 16 ¡Basta!—lo interrumpió Samuel—. Voy a comunicarte lo que el Señor me dijo anoche. —Te escucho—respondió Saúl. 17 Entonces Samuel le dijo: —¿No es cierto que, aunque te creías poca cosa, has llegado a ser jefe de las tribus de Israel? ¿No fue el Señor quien te ungió como rey de Israel, 18 y te envió a cumplir una misión? Él te dijo: “Ve y destruye a esos pecadores, los amalecitas. Atácalos hasta acabar con ellos.” 19 ¿Por qué, entonces, no obedeciste al Señor? ¿Por qué echaste mano del botín e hiciste lo que ofende al Señor? 20 —¡Yo sí he obedecido al Señor!—insistió Saúl—. He cumplido la misión que él me encomendó. Traje prisionero a Agag, rey de Amalec, pero destruí a los amalecitas. 21 Y del botín, los soldados tomaron ovejas y vacas con el propósito de ofrecerlas en Guilgal al Señor tu Dios. 22 Samuel respondió: «¿Qué le agrada más al Señor: que se le ofrezcan holocaustos y sacrificios, o que se obedezca lo que él dice? El obedecer vale más que el sacrificio, y el prestar atención, más que la grasa de carneros. 23 La rebeldía es tan grave como la adivinación, y la arrogancia, como el pecado de la idolatría. Y como tú has rechazado la palabra del Señor, él te ha rechazado como rey.»
1 samuel 15
No es del agrado de Dios cuando ignoramos lo que dice su palabra o cuando seleccionamos. No es un menú del que puedo escoger lo que me gusta y lo que no. La obediencia debe ser total.
No es del agrado de Dios cuando ignoramos lo que dice su palabra o cuando seleccionamos.

La obediencia tiene un costo

Creo que la mayoría tenemos la intención de ayudar. Pero si la ayuda a una persona me causa cierta pérdida, entonces reconsidero lo que dije. Ponemos límites si, dependiendo de la persona, ayudarle representa perjuicio para nosotros.
Vivimos en un mundo que en casi todo lo que hace no toma en cuenta a Dios. De muchas formas hace lo que a Dios desagrada. Así que las probabilidades de que salgamos perdiendo o ganemos menos por obedecer a Dios son muchas.
David comprendió el precio que tenía que pagar para hacer lo que agradaba a Dios. Dijo:
2º Samuel 24.24 NVI
24 Pero el rey le respondió a Arauna: —Eso no puede ser. No voy a ofrecer al Señor mi Dios holocaustos que nada me cuesten. Te lo compraré todo por su precio justo. Fue así como David compró la parcela y los bueyes por cincuenta monedas de plata.
Obedecer a Dios me costará dinero, me costará tiempo, me costará comodidad. No puedo poner un límite como si fuera un presupuesto para ser obediente.

Debe ser de buena gana, aunque no comience así

Todos hemos hecho algo aún sin tener las ganas de hacerlo. Todos hemos hecho algo sin estar convencidos de que era lo mejor, aunque después de ver los resultados cambiemos de opinión.
El aspecto espiritual no es diferente. Hay situaciones en las que no tendremos las ganas o no estaremos convencidos, pero comenzamos y terminamos haciendo lo que agrada a Dios.
Jesús habla del caso de alguien así:
Mateo 21.28–32 NVI
28 »¿Qué les parece?—continuó Jesús—. Había un hombre que tenía dos hijos. Se dirigió al primero y le pidió: “Hijo, ve a trabajar hoy en el viñedo.” 29 “No quiero”, contestó, pero después se arrepintió y fue. 30 Luego el padre se dirigió al otro hijo y le pidió lo mismo. Éste contestó: “Sí, señor”; pero no fue. 31 ¿Cuál de los dos hizo lo que su padre quería? —El primero—contestaron ellos. Jesús les dijo: —Les aseguro que los recaudadores de impuestos y las prostitutas van delante de ustedes hacia el reino de Dios. 32 Porque Juan fue enviado a ustedes a señalarles el camino de la justicia, y no le creyeron, pero los recaudadores de impuestos y las prostitutas sí le creyeron. E incluso después de ver esto, ustedes no se arrepintieron para creerle.
Mateo 21.18–32 NVI
18 Muy de mañana, cuando volvía a la ciudad, tuvo hambre. 19 Al ver una higuera junto al camino, se acercó a ella, pero no encontró nada más que hojas. —¡Nunca más vuelvas a dar fruto!—le dijo. Y al instante se secó la higuera. 20 Los discípulos se asombraron al ver esto. —¿Cómo es que se secó la higuera tan pronto?—preguntaron ellos. 21 —Les aseguro que si tienen fe y no dudan—les respondió Jesús—, no sólo harán lo que he hecho con la higuera, sino que podrán decirle a este monte: “¡Quítate de ahí y tírate al mar!”, y así se hará. 22 Si ustedes creen, recibirán todo lo que pidan en oración. 23 Jesús entró en el templo y, mientras enseñaba, se le acercaron los jefes de los sacerdotes y los ancianos del pueblo. —¿Con qué autoridad haces esto?—lo interrogaron—. ¿Quién te dio esa autoridad? 24 —Yo también voy a hacerles una pregunta. Si me la contestan, les diré con qué autoridad hago esto. 25 El bautismo de Juan, ¿de dónde procedía? ¿Del cielo o de la tierra? Ellos se pusieron a discutir entre sí: «Si respondemos: “Del cielo”, nos dirá: “Entonces, ¿por qué no le creyeron?” 26 Pero si decimos: “De la tierra” … tememos al pueblo, porque todos consideran que Juan era un profeta.» Así que le respondieron a Jesús: 27 —No lo sabemos. —Pues yo tampoco les voy a decir con qué autoridad hago esto. 28 »¿Qué les parece?—continuó Jesús—. Había un hombre que tenía dos hijos. Se dirigió al primero y le pidió: “Hijo, ve a trabajar hoy en el viñedo.” 29 “No quiero”, contestó, pero después se arrepintió y fue. 30 Luego el padre se dirigió al otro hijo y le pidió lo mismo. Éste contestó: “Sí, señor”; pero no fue. 31 ¿Cuál de los dos hizo lo que su padre quería? —El primero—contestaron ellos. Jesús les dijo: —Les aseguro que los recaudadores de impuestos y las prostitutas van delante de ustedes hacia el reino de Dios. 32 Porque Juan fue enviado a ustedes a señalarles el camino de la justicia, y no le creyeron, pero los recaudadores de impuestos y las prostitutas sí le creyeron. E incluso después de ver esto, ustedes no se arrepintieron para creerle.
En nosotros están los deseos de la carne. Se van a rebelar contra el deseo del Espíritu, contra la voluntad de Dios. Cuando tengas que obedecer a Dios, la carne te va dar todas las razones para que no obedezcas. Empieza aunque no tengas ganas ni estés convencido porque el Señor irá obrando así en ti.

La obediencia nos guarda

Como pastor de jóvenes, tuve que lidiar con la concepción que muchos de los jóvenes tenían de que los mandamientos de Dios tenían el propósito de no permitirles disfrutar de la vida. Se preguntaban por qué Dios les permitía tener esos deseos si les prohibía saciarlos. Veían los mandamientos de Dios como un obstáculo para ser felices.
Como joven en su momento, también veía los mandamientos de Dios de forma negativa. Mi visión cambió cuando comencé a ver los resultados en mi vida y en la vida de mis amigos que se alejaron de Dios.
"La obediencia a Dios tiene como propósito ahorrarnos el dolor que nos provocan las decisiones que tomamos de espaldas a El”.
Le ahorra el dolor al joven que decide decirle que no al grupo del trabajo que le propone algo deshonesto. El grupo cae preso, pero él no. Le ahorra las dificultades a esa joven que queda embarazada y ahora tiene que criar a un hijo sola. Le hubiera ahorrado el dolor a ese señor que, por un momento, echó a perder una relación de años y una familia.

Es dulce

Una de las estrategias que utilizaban los profesores de niños en algunas escuelas de Israel, era hornear los mandamientos de Dios y echarles miel. Así, los niños asociaban el sabor dulce de la miel con obedecer la palabra de Dios.
Salmo 119.103 RVR60
103 ¡Cuán dulces son a mi paladar tus palabras! Más que la miel a mi boca.
Obedecer a Dios es un acto de fe, es un acto de amor, es el distintivo de nuestra relación con Dios. Habrá muchas ocasiones en las que tendremos que pagar un precio, pero “Nada traerá más gozo al creyente verdadero que saber que su vida es agradable a su padre celestial”.
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