Liberación para Sion
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· 4,305 viewsMuchas veces somos atados por nuestras propias malas decisiones... Llego el tiempo de desatarnos, pero no podemos solos necesitamos de nuestros hermanos.
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Texto:
Texto:
Sacúdete del polvo; levántate y siéntate, Jerusalén; suelta las ataduras de tu cuello, cautiva hija de Sion.
INTRODUCCIÓN:
INTRODUCCIÓN:
Este es un tiempo especial para nuestra congregación, es un tiempo donde el Señor está yendo a fondo, a las raíces de todo en nuestra vida.
El domingo pasado hablamos sobre la sanidad y restauración que el Señor está comenzando a hacer en nosotros, y como parte de ese proceso viene también la liberación para Sion.
Liberación de ataduras, ataduras que no nos permiten avanzar, que no nos permiten servir a nuestro Dios. Que nos nos permiten crecer y desarrollarnos y alcanzar la madurez en Cristo.
En este texto que leímos, que también lo tomamos como palabra profética para este tiempo para nosotros, encontramos tres acciones para creer y aplicar a nuestra vida hoy.
DESARROLLO:
DESARROLLO:
1. SACUDIR EL POLVO.
1. SACUDIR EL POLVO.
El texto dice: “Sacúdete el polvo…”
Abatida hasta el polvo está mi alma; Vivifícame según tu palabra.
Estar en el polvo, es estar tirado por tierra, es símbolo de abatimiento, aflicción, duelo, humillación, debilidad, etc.
Los cuales, alzando los ojos desde lejos, no lo conocieron, y lloraron a gritos; y cada uno de ellos rasgó su manto, y los tres esparcieron polvo sobre sus cabezas hacia el cielo.
Por la causa que sea, terminaste mordiendo el polvo, muchas veces por el ataque de otros, o por nuestros propios errores, pero la cuestión es que terminamos por el piso, y no importa cómo llegaste a esa condición, ahora es tiempo de sacudirte de ese polvo.
Dijo Jehová a Samuel: ¿Hasta cuándo llorarás a Saúl, habiéndolo yo desechado para que no reine sobre Israel? Llena tu cuerno de aceite, y ven, te enviaré a Isaí de Belén, porque de sus hijos me he provisto de rey.
Pero ahora esto dice el Señor: «No llores más, porque te recompensaré —dice el Señor—. Tus hijos volverán a ti desde la tierra lejana del enemigo.
Sacudirse el polvo es dejar el estado de tristeza por la situación que estamos pasando, es dejar de llorar, es dejar de estar depresivo, tirado sin hacer nada.
Es como sacarse un manto de encima… y lo segundo es levantarse y sentarse.
2. LEVANTARSE Y SENTARSE.
2. LEVANTARSE Y SENTARSE.
Despues dice: “Levántate y siéntate, Jerusalén...”
Al sacudirnos de la tristeza, de la amargura, del llanto, la depresión. Nos levantamos.
Levántate, resplandece; porque ha venido tu luz, y la gloria de Jehová ha nacido sobre ti.
No importa cómo caíste, no podes quedarte ahí, tenes que levantarte, y vos me podes decir que siempre te pasa lo mismo, que no es la primera ves, pero no importa tampoco cuantas veces caíste, es tiempo de levantarse porque el Señor lo dice.
porque aunque siete veces caiga el justo, volverá a levantarse, pero los malvados caerán en el mal.
Levantate y sientate.
Este sentarse no es sentarse en cualquier lugar, sino en uno de privilegio, en un lugar distinguido,
Levántate del polvo, oh Jerusalén y siéntate en un lugar de honor. Quítate del cuello las cadenas de la esclavitud, oh hija cautiva de Sión.
¡Sacúdete el polvo, ponte en pie! ¡Entronízate, oh Jerusalem! ¡Desata las ataduras de tu cerviz, Oh cautiva hija de Sión!
Y que lugar mas distinguido y de autoridad que el lugar de Cristo.
y juntamente con él nos resucitó, y asimismo nos hizo sentar en los lugares celestiales con Cristo Jesús,
Es como estar por encima de las circunstancias que nos llevaron al polvo, este levantarse y sentarse, es estar en control, en autoridad, ya no estoy mas controlado por las emociones o los sentimientos, sino por el Espíritu de Dios.
Porque no nos ha dado Dios espíritu de cobardía, sino de poder, de amor y de dominio propio.
Y no podemos estar en autoridad si no nos desatamos de las ataduras.
3. SOLTAR LAS ATADURAS.
3. SOLTAR LAS ATADURAS.
Y por último dice: “Suelta las ataduras de tu cuello, cautiva hija de Sion…”
Y en este punto debemos aclarar que las ataduras, igual que las heridas, fueron generadas por nosotros mismos, por nuestra desobediencia, por nuestras rebeliones, por no querer hacer lo de Dios en todas las circunstancias que enfrentamos.
El yugo de mis rebeliones ha sido atado por su mano; Ataduras han sido echadas sobre mi cerviz; ha debilitado mis fuerzas; Me ha entregado el Señor en manos contra las cuales no podré levantarme.
Debemos reconocer a Dios en todo, aún en aquellos que nos hacen mal está su voluntad, él lo permite porque algo me quiere enseñar, hay algo en mí que no está bien y tiene que salir de alguna manera y la manera de Dios es sacar esas cosas a través de la aflicción, etc.
Muchas veces estamos atados, porque no perdonamos, porque no amamos, porque seguimos enojados, amargados, resentidos, y se generan ataduras sobre nosotros que nos aplastan y no podemos levantar la cabeza.
Si están encadenados, y atrapados en una red de dificultades,
él les muestra la causa; les hace ver sus pecados de soberbia.
Todo pecado genera una atadura y toda atadura está controlada por Satanás y sus demonios.
Jesús les respondió: De cierto, de cierto os digo, que todo aquel que hace pecado, esclavo es del pecado.
Prenderán al impío sus propias iniquidades, Y retenido será con las cuerdas de su pecado.
El que encubre sus pecados no prosperará; Mas el que los confiesa y se aparta alcanzará misericordia.
Confesar los pecados nos libera. Confesar es decir lo que Dios dice. Es estar de acuerdo con Dios.
el cual nos ha librado de la potestad de las tinieblas, y trasladado al reino de su amado Hijo,
en quien tenemos redención por su sangre, el perdón de pecados.
Cuando no resolvemos las cosas en Cristo, esas cosas se vuelven ataduras gobernadas por Satanás.
CONCLUSIÓN:
CONCLUSIÓN:
Entonces a modo de conclusión, debemos llevar adelante tres acciones para nuestra liberación:
Sacudir el polvo.
Levantarnos y sentarnos.
Soltar las ataduras.
Todas estas acciones las hacemos en Cristo, en su Nombre, en base a lo que él ya hizo por nosotros, ya que el nos sacó del polvo, nos levantó y nos sentó juntamente con el y soltó todas nuestras ataduras.
Así que, si el Hijo os libertare, seréis verdaderamente libres.
Si bien Cristo lo hace directamente a cada uno, lo hace a través de su cuerpo, su iglesia, nuestros hermanos.
Me gusta la idea de que las ataduras no nos las podemos sacar nosotros mismos, necesitamos la ayuda de nuestros hermanos. Si nos fijamos en el texto dice que las ataduras están sobre nuestro cuello.
Estos yugos estaban puestos de tal manera que no fuera posible sacárselo el prisionero o el esclavo solo, necesita sí o sí a otra persona que lo libere.
Confesaos vuestras ofensas unos a otros, y orad unos por otros, para que seáis sanados. La oración eficaz del justo puede mucho.