EL MATRIMONIO CRISTIANO.
Institución divina, establecida desde la creación. Mediante el matrimonio, Dios impide que la humanidad venga a ser una confusa multitud de individuos dispersos; queda así organizada sobre la base de la familia, de la que la célula es la pareja, unida según su voluntad.
Institución divina, establecida desde la creación. Mediante el matrimonio, Dios impide que la humanidad venga a ser una confusa multitud de individuos dispersos; queda así organizada sobre la base de la familia, de la que la célula es la pareja, unida según su voluntad.
Sentido espiritual. El matrimonio, y los desposorios, simbolizan con frecuencia las relaciones espirituales de Jehová con su pueblo (Is. 62:4, 5; Os. 2:18). La apostasía del pueblo de Dios, debido a la idolatría y a otras formas de pecado, se compara con el adulterio de una esposa (Is. 1:21; Jer. 3:1–20; Ez. 16:24; Os. 2), que lleva al divorcio (Sal. 73:27; Jer. 2:20; Os. 4:12). El NT emplea la misma imagen: Cristo es el esposo (Mt. 9:15; Jn. 3:29), la Iglesia, la esposa (2 Co. 11:2; Ap. 19:7; 21:2, 9; 22:17). Cristo, cabeza de la Iglesia, la ama y se cuida de su santificación. Allí se halla el modelo que se presenta para el matrimonio cristiano (Ef. 5:23–32).
Dios hizo a la mujer como ayuda idónea; como compañera además de amante. En su función de ayuda idónea, compensaría las deficiencias del hombre,* al igual que él haría con las de ella. Los dos juntos formarían una unidad fuerte. Adán vivía en un mundo repleto de vida y, sin embargo, Dios dijo que estaba “solo” (cf. v. 18). Necesitaba una ayuda, una compañera. La mujer es imprescindible para su bienestar.
GARANTÍA DE POR VIDA
La gracia le da al matrimonio una garantía de por vida. Esto significa que Dios les dará todo lo que necesitan para hacer todo lo que han sido llamados a hacer en su matrimonio. Pero son ustedes quienes tienen que hacerlo. Su gracia capacita, reconcilia, restaura y repara. Su gracia les enseña y les cambia; les da lo que necesitan para pedir perdón y para perdonar; les capacita para pasar por alto las ofensas menores y enfocarse en lo que es verdaderamente importante. Les ayuda verse a sí mismos con más y mayor precisión y responder a lo que ven en su cónyuge con más y mayor sabiduría. Su gracia les da la fuerza para continuar cuando sienten que ya no pueden más; les da el poder para resistir la tentación, huir de ella y hacer lo recto; les rescata de la obsesión con el amor propio y les invita al gozoso esfuerzo de amar al otro. Su gracia les capacita para ser buenos e indignarse al mismo tiempo. Cuando la gracia produce en sus corazones un compromiso con el reino de Dios y su justicia, ustedes se indignarán con lo que el pecado causa en ustedes, en sus seres queridos y en el entorno en el que viven, y esa indignación los motivará a ser instrumentos de cambio. Su gracia les hacer comprometerse con la gracia de la generosidad. Su gracia es una garantía para el matrimonio porque les da lo que necesitan, y lo que les da es su impulso capacitador.
La Biblia ofrece la mejor comprensión que se pueda encontrar acerca de la relación entre esposo y esposa.* Solamente ella nos explica dónde se estropeó la relación, y cómo puede corregirse. Quizá ambos os dais cuenta de que no os habéis sometido totalmente al gobierno de Cristo y de su Palabra, y por eso os parece extraño el constante hincapié que hemos hecho en lo que dicen las Escrituras. Ahora es el momento de tomaros a Cristo en serio y reconocer que Él murió para quitar vuestro pecado, a fin de que podáis abrir vuestras vidas a la nueva dirección de Cristo, y Él os dé una relación fuerte el uno con el otro para el futuro.