EL SEÑORÍO DE CRISTO SOBRE LA IGLESIA (Colosenses 1.24-28; 2.8-13)
Propósito: Reconocer la autoridad de Jesucristo mediante el desarrollo de nuestra nueva vida.
La palabra inglesa «church», igual que sus otras formas relacionadas como kirche, kerk, kirk, vienen del adjetivo griego to kuriakon, palabra que primero se usó para referirse a la Casa del Señor y después para referirse a su pueblo. Nuestra palabra española «iglesia» es una transliteración del griego ekklēsia, que es una palabra que aparece en el NT, y que se usa para una asamblea pública citada por un heraldo (Hch. 19:32, 39, 40). Sin embargo, en la LXX significa asamblea o congregación de israelitas, especialmente cuando se reúnen delante del Señor con propósitos religiosos. Por consiguiente, se usa en el NT para la congregación que el Dios vivo reúne alrededor de su Mesías Jesús. De esta forma, la iglesia es la familia espiritual de Dios, la comunión cristiana creada por el Espíritu Santo a través del testimonio de los grandiosos hechos de Dios en Cristo Jesús. Dondequiera que el Espíritu Santo una las almas que adoran a Cristo unidas, allí está el misterio de la iglesia.
DEFINICIÓN DE LA IGLESIA. Explicado más ampliamente, la iglesia no es una institución, sino una entidad sobrenatural que está en proceso de crecer hacia el mundo venidero. Es la esfera de acción del Señor resucitado y exaltado. Todos sus miembros están en Cristo y están unidos unos a otros por una relación sobrenatural. Todos sus dones y actividades son la continuación de la obra de Cristo por el poder del Espíritu Santo, se originan en Cristo y son coordinados por él hacia la meta final. Entonces la iglesia aparecerá en la era venidera como el pueblo de Dios unido en una congregación ante el trono, como la ciudad celestial—la nueva Jerusalén.
Cuatro hechos del significado del Señorío de Cristo
1. FUIMOS CIRCUNCIDADOS CON EL
2. FUIMOS SEPULTADOS CON EL
3. FUIMOS RESUCITADOS CON EL
4. FUIMOS VIVIFICADOS CON EL
ASPECTOS ESENCIALES DE LA IGLESIA
1. En cuanto a pertenencia
2. En cuanto a posición
3. En cuanto a naturaleza
4. En cuanto a Jerarquía
5. En cuanto a conducta
Eduardo aceptó a Cristo como su Salvador personal hace tres años. Desde entonces su vida ha sido diferente, pero no tanto como él quisiera. Sigue luchando con varios problemas internos. Parece que se enoja con demasiada frecuencia con un compañero de trabajo. A veces siente la tentación de tomar algo que no le pertenece, tal vez de poco valor y que a nadie le hará falta. En otras ocasiones lucha con el orgullo, o con la atracción física hacia una mujer llamativa.
Aunque quiere agradar a Dios, se da cuenta de que su deseo y el poder para hacerlo no siempre se ponen de acuerdo. Le da gracias al Señor porque su vida ya no es como antes, pero todavía no es lo perfecta que desearía. ¿Qué más puede hacer? ¿Qué le hace falta?
Algunos le han dicho que debe dejar de vivir conforme al patrón del mundo y hacerlo conforme a las normas que Dios ha decretado. Pero, ¿cómo? La hista de reglas que le han dado no le da poder para cumplirlas.
¿Cómo podemos llevar una vida verdaderamente cristiana que agrade al Creador? Después de haber recibido la vida eterna, ¿cuál es el secreto para andar de manera digna, de acuerdo a la grandeza de la obra que el Padre celestial ha hecho en nosotros?
Ya hemos visto los dos principios fundamentales que sostienen la vida espiritual:
1. Se vive por fe (2:6–7).
2. El que está en Cristo tiene todo lo necesario para ser espiritual (2:9–10).
En Colosenses 2:9–15, el punto principal que Pablo quiere dejar claro en nuestra mente es que la verdadera espiritualidad es el resultado de la obra del Salvador y que en él tenemos todo lo que nos hace falta. Puesto que la totalidad de Dios está en Jesucristo, cuando estamos en él, estamos completos (2:9–10).
Parte de la razón por la cual Eduardo tiene esas luchas al igual que nosotros, es que no ha comprendido los diversos aspectos que la provisión divina incluye.