El Verdadero Servicio Crsitiano

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EL VERDADERO SERVICIO CRSITIANO

Romanos 12

 

INTRODUCCIÓN.

 En la noche de ayer escuchamos un electrizante mensaje de labios del pastor Ismael Claudio  que nos levantó e incrementó nuestra fe y nos gozamos grandemente.  Sin embargo, es necesario hacer un alto en nuestras actividades, dejar lo que estamos haciendo, aunque sea por un momento y examinar cómo le estamos sirviendo al Señor.

     Marta y María, las hermanas de Lázaro, son un ejemplo de esto.  Mientras una estaba afanada con los quehaceres, la otra estaba sentada a los pies del Maestro aprendiendo.  Lo importante es combinar ambas cosas, porque en la iglesia hay creyentes que quieren estar solo sentados y no ejercitarse en los trabajos y dones que Dios les ha dado, y hay otros que están tan ocupados en tantas actividades que ni siquiera quieren sentarse por un momento y escuchar Palabra de Dios.  Ambos extremos son malos, lo importantes es saber combinar ambas cosas y caminar en un equilibrio entre lo que escuchamos y lo que hacemos.  Hay oficios en donde usted tiene que prestar mucha atención para entender las instrucciones y luego realizar la tarea que se le ha asignado, porque si no escucha bien lo más seguro que ocurrirá es que no realizará correctamente lo que se le ha encomendado.  No es mi deseo que al final de esta jornada, cuando nos presentemos al Señor, su trabajo en el Señor sea descalificado o no sea tomado en cuenta debido a que se puso a realizar labores que Dios no le encomendó; pero tampoco quiero que a otros se les pregunte ¿qué hiciste en mi Viña? Y que ellos contesten, Señor yo no tenía talento, o, no sabía qué talento tenía, o, ni siquiera sabía que tú tenías una Viña.

     I.-  DIOS SIEMPRE HA ESTADO BUSCANDO PERSONAS.

     Dios siempre está buscando personas para enviarlos a trabajar en Su Viña. 

·         Moisés: Moisés no encontró por casualidad una zarza ardiente en el desierto.  No fue Moisés quien vio la zarza primero, sino que fue Dios quien primero vio a Moisés y se le apareció en medio de una zarza ardiente para hablarle y llamarle al ministerio que tenía para él. 

·         Saúl: No fue casualidad que al padre de Saúl se le perdiera unas asnas y tuviese que enviarlo a buscarlas.  Era Dios quien había planeado este acontecimiento para facilitar el encuentro entre Saúl y el profeta Samuel para que éste le comunicara los planes de Dios.

·         David: Mientras el joven David pastoreaba las ovejas de su padre, no se imaginaba que ya Dios lo estaba viendo hasta el día que el profeta Samuel llegó a su hogar.  Cuando se levantó el gigante Goliat y atemorizó al ejército de Israel, era Dios que estaba creando una situación para que el pueblo comenzara a fijarse en un joven a quien Dios estaba llamando.

·         Jeremías: Un caso más impactante fue el del profeta Jeremías quien en una ocasión expresó: “No me acordaré más de él, ni hablaré más en su nombre; no obstante, había en mi corazón como un fuego ardiente metido en mis huesos; traté de sufrirlo y no pude.”   Al parecer a Jeremías se le había olvidado las palabras con que Dios le llamó, Jer. 1.5: “Antes que te formase en el vientre te conocí, y antes que nacieses te santifiqué, te di por profeta a las naciones.”  Dios conocía a Jeremías antes que el propio Jeremías se conociese a sí mismo.  Lo interesante es que Dios dice te di por profeta a las naciones.  Uno no da algo, si primero no lo posee, es decir, es dueño de eso.  Antes que Dios te envíe, Él quiere ser tu dueño y para ello tú debes entender que ya no te mandas a ti mismo, que no son tus planes, sino los de Él.  Es interesante ver cuántas personas quieren que Dios los use y los envíe, pero ellos no se quieren rendir primero a Dios. Dios nunca te podrá usar como Él quiere si primero no ocurren dos cosas: a) que tú te rindas a Él, y b) que Él te santifique.

·         Los discípulos: Cuando Jesús inició su ministerio, vamos en Mateo 4.18 como un día el comenzó a caminar a orillas del mar de Galilea y comenzó a llamar a sus discípulos, gente ocupada en sus quehaceres para ganarse la vida, pero Él los llamó para un servicio aún más excelente.

II.-  DÓNDE EMPIEZA EL VERDADERO SERVICIO A DIOS.

     Hoy en día es común escuchar entre cristianos la expresión: yo le sirvo al Señor.  Y a veces pienso que se abusa de esta frase y se usa tan a la ligera que cualquiera pensaría que en verdad le está sirviendo al Señor, pero pregúntele a esa persona y en qué tú le estás sirviendo al Señor, o cómo tú le estas sirviendo al Señor.  Examine luego su respuesta y determine si en verdad le está sirviendo al Señor.

     El servicio cristiano empieza con una dedicación personal y voluntaria al Señor.  En esta obra nadie debe trabajar obligado o a la fuerza, sino más bien, según tus fuerzas.  El cristiano que fracasa en su vida personal es porque primero fracasó en su altar personal, el ejemplo de esto es Saúl.  Y el motivo de nuestra dedicación al trabajo del Señor debe ser el amor.  Pablo no dice, Os ordeno, sino más bien, Os ruego.  Y la razón por la cual nosotros podemos servir al Señor es por lo que Él ya ha hecho en nosotros.  Nosotros no servimos a Dios para recibir sus misericordias, sino porque ya la hemos recibido y en agradecimiento le servimos.

      El servicio empieza primero por dedicación, y la verdadera dedicación es presentar nuestro cuerpo, mente y voluntad en rendición a Dios todos los días a través de la oración y nuestra obediencia.  Tú no puedes depender de que alguien te diga qué hacer para el Señor, Dios mismo pondrá en tu corazón una carga que no podrás pasársela a otro. 

     Lo primero que tienes que hacer es renovar tu mente.  No puedes rendir un servicio a Dios si estás lleno de resentimientos, si hay amargura en tu corazón, por lo que te hicieron o lo que no te dieron, o porque no te tomaron en cuenta, o porque tengo complejos.  Estos últimos se manifiestan de dos maneras: los complejos de inferioridad –te crees tan poco cosa que no piensas que Dios pueda hacer algo bueno en ti o contigo-;  o te crees tanto que lo que tienes es “delirios de grandezas” y piensas que cuando cantas, o predicas, o haces cualquier cosa para el Señor, el mundo entero se tiene que rendir a tus pies.

     Si quieres rendir un verdadero servicio al Señor tienes que despojarte de esa manera de pensar.  Dios no te va usar por lo que tú tienes, sino por lo que Él pone en ti.  El apóstol Pablo lo dice en 2 Cor 4.7: “Pero tenemos este tesoro en vasos de barro, para que la excelencia del poder sea de Dios, y no de nosotros.”    

     Cuando uno está en este Camino, puede ser o un conformista o un transformador.  El conformista es aquél que anda conforme a como se vean las cosas.  Busca agradar a los demás, se siente bien en el mundo y con el mundo, aunque viene a la iglesia.  Viste como la gente del mundo, habla como la gente del mundo, actúa como la gente del mundo, le gusta las mismas cosas que le gustan a la gente del mundo.  Son personas que dicen una verdad a medias: yo no estoy en el mundo, pero lo que no dicen es: el mundo está dentro de mí.  Y ¿cómo es que el mundo está dentro de uno?  Cuando tú escuchas la misma música que escucha el mundo, cuando ves los mismos programas de televisión que ven la gente del mundo.  Tu mente y tu corazón se están conformando con las cosas de este mundo.  Dios no quieres que tú te parezcas al mundo, Dios quiere que te parezcas a Él.  Una de las cosas que hace reconocible a los hijos es su parecido con sus padres.  En el ámbito espiritual es lo mismo, tú sabes que eres de Dios cuando te agradan las mismas cosas que agradan a Dios.  La gente del mundo reconocerá eso.

     Sabes ¿por qué tanta gente cristiana se esfuerza por hacer las mismas cosas que hacen los que están en el mundo?  Sencillamente porque no quieren sentirse rechazados.  Quieren que el mundo los acepte y no los mire raro.  No obstante, la Palabra de Dios nos enseña algo totalmente distinto.  Observe lo que Jesús les dice a sus discípulos en Juan 15.18-20: Si el mundo os aborrece, sabed que a mí me ha aborrecido antes que a vosotros. 19Si fuerais del mundo, el mundo amaría lo suyo; pero porque no sois del mundo, antes yo os elegí del mundo, por eso el mundo os aborrece. 20Acordaos de la palabra que yo os he dicho: El siervo no es mayor que su señor. Si a mí me han perseguido, también a vosotros os perseguirán; si han guardado mi palabra, también guardarán la vuestra.

    No te conformes con las cosas del mundo, ni trates de buscar un espacio en el mundo; porque el Señor te sacó del mundo.  No tienes que usar las cosas que usa el mundo, Dios tiene mejores cosas para ti.  No llegamos a este mundo para quedarnos aquí.  Solo estamos de pasada, nuestra ciudadanía está en el cielo, pero el que quiera un lugar en el mundo, se va a quedar en el mundo.  Jesús solo se llevará a los ciudadanos de la Patria Celestial.

     El papel de un creyente en Cristo es el de uno que trasforma.  Transforma el lugar donde llega, porque la Presencia de Dios está en él. Esto lo vemos en la vida de Jesús, Juan el Bautista, Pablo, los apóstoles, etc.  Cuando llegaban a los lugares había revuelo.  No era porque ellos querían traer conflictos, sino porque se producía un choque entre dos reinos.  Las cosas ya no podían ser iguales.  Hay una transformación que comienza a suceder, primero dentro de uno y luego fuera de uno.  Primero Dios trabajará en ti y luego a través de ti.

 

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