Sermón sin título (5)
LA VERDADERA ORACIÓN
«Padre nuestro que estás en los cielos, santificado sea tu nombre. Venga tu reino. Hágase tu voluntad, como en el cielo, así también en la tierra. El pan nuestro de cada día, dánoslo hoy. Y perdónanos nuestras deudas, como también nosotros perdonamos a nuestros deudores. Y no nos metas en tentación, mas líbranos del mal; porque tuyo es el reino, el poder y la gloria, por todos los siglos. Amén» (Mateo 6:9–13, RVR-77).
INTRODUCCIÓN: La oración es el idioma del Espíritu. Por medio de la misma el cielo se acerca a la tierra. Orar es hablar con Dios. En la oración modelo del Padrenuestro, nuestro Señor Jesucristo nos enseña los elementos de la verdadera oración.
I. La verdadera oración es adoración (Mateo 6:9–10):
1. La adoración conoce una sola ruta, y ésta es la del cielo.
2. El adorador no busca resaltar su propia persona, se esconde detrás de la gracia divina, y en el pedestal de sus palabras levanta la persona de Dios.
3. El adorador busca ser ministrado por Dios. Busca llenarse de esa presencia divina.
4. Adorar es pasar por el atrio con los sentidos, es pasar por el lugar santo con las emociones y es entrar al lugar santísimo con el espíritu (Juan 4:24).
II. La verdadera oración es petición (Mateo 6:11–13):
1. Por provisión – «El pan nuestro de cada día, dánoslo hoy» (verso 11). Dios suple todas nuestras necesidades. Nos da justamente lo que necesitamos. Nos viste. Nos alimenta. Nos cobija.
2. Por perdón – «Y perdónanos nuestras deudas, como también nosotros perdonamos a nuestros deudores» (verso 12). En la medida que oramos a Dios por perdón, y lo recibimos, también perdonamos a otros, y se lo expresamos. El que cancela sus deudas con Dios se las cancela a otros.
3. Por liberación – «Y no nos metas en tentación, mas líbranos del mal» (verso 13). Esa expresión «del mal» en griego también se puede traducir «del maligno». Oramos para ser librados y protegidos de todo mal y de todo el que es malo. Dios es nuestro defensor, es nuestro socorro, es nuestro protector.
III. La verdadera oración es alabanza (Mateo 6:13):
1. Es alabar a Dios por su reino – «porque tuyo es el reino…» Dios es Rey supremo del universo. Es el Rey de la Iglesia, la cual encarna su reino espiritual. Donde está la Iglesia, allí está Dios reinando. Donde hay un creyente cristiano, allí encontramos un súbdito del Rey eterno.
2. Es alabar a Dios por su poder – «porque tuyo es… el poder». Dios lo puede todo. Jesucristo, por medio del Espíritu Santo, ha delegado de ese poder divino a la Iglesia (Hechos 1:8). Somos recipientes del poder divino. Lo que hizo Jesús de Nazaret ayer, hoy lo continúa haciendo por intermedio de la Iglesia (Hebreos 13:8).
3. Es alabar a Dios por su gloria – «porque [tuyo] es… la gloria». Esa gloria es su presencia. La cual nos acompaña y acerca a Dios a nosotros. Produce refrigerio espiritual en nuestros corazones.
CONCLUSIÓN: ¿Qué tiempo ocupa la oración en su devoción personal y privada? ¿Ha tenido usted buenos resultados con la práctica de la oración?