Lecciones aprendidas
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INTRODUCCIÓN
La Biblia es un libro maravilloso que Dios nos ha dado para que podamos saber cómo vivir, quién es Él y por qué lo necesitamos para lidiar con nuestro pecado y encontrar paz y gozo.
Génesis, el primer libro de la Biblia, es la base para las de- más enseñanzas de la Palabra de Dios. En los tres primeros capítulos encontramos lecciones importantes que el Señor desea que aprendamos.
Personalidad. Dios es una persona, de manera que noso- tros también somos seres con personalidad.
Moralidad. Poseemos un conocimiento interno para diferenciar lo malo de lo bueno.
Espiritualidad. Podemos relacionarnos con Dios de manera espiritual.
DESARROLLO DEL SERMÓN
En
26 Entonces dijo Dios: Hagamos al hombre a nuestra imagen, conforme a nuestra semejanza; y señoree en los peces del mar, en las aves de los cielos, en las bestias, en toda la tierra, y en todo animal que se arrastra sobre la tierra.
27 Y creó Dios al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo creó; varón y hembra los creó.
28 Y los bendijo Dios, y les dijo: Fructificad y multiplicaos; llenad la tierra, y sojuzgadla, y señoread en los peces del mar, en las aves de los cielos, y en todas las bestias que se mueven sobre la tierra.
29 Y dijo Dios: He aquí que os he dado toda planta que da semilla, que está sobre toda la tierra, y todo árbol en que hay fruto y que da semilla; os serán para comer.
30 Y a toda bestia de la tierra, y a todas las aves de los cielos, y a todo lo que se arrastra sobre la tierra, en que hay vida, toda planta verde les será para comer. Y fue así.
31 Y vio Dios todo lo que había hecho, y he aquí que era bueno en gran manera. Y fue la tarde y la mañana el día sexto.
Génesis 1.26-31 se describe la creación del hombre. Los seres humanos somos diferentes a todo lo demás que el Señor ha creado, pues fuimos hechos conforme a su imagen. Hay tres cualidades que describen la manera en que nos asemejamos a Él.
se describe la creación del hombre. Los seres humanos somos diferentes a todo lo demás que el Señor ha creado, pues fuimos hechos conforme a su imagen. Hay tres cualidades que describen la manera en que nos asemejamos a Él.
Personalidad. Dios es una persona, de manera que nosotros también somos seres con personalidad.
Moralidad. Poseemos un conocimiento interno para diferenciar lo malo de lo bueno.
Espiritualidad. Podemos relacionarnos con Dios de manera espiritual.
Lecciones aprendidas en el Edén.
Lecciones aprendidas en el Edén.
Los primeros tres capítulos de Génesis nos enseñan principios valiosos acerca de Dios y de las advertencias que nos da acerca del pecado.
Dios es Dios de amor, creatividad, belleza y generosidad. Todas esas características se reflejan en su creación y en su provisión y cuidado hacia nosotros.
Dios desea que seamos productivos en nuestra labor. De acuerdo a Génesis 2.15, la responsabilidad de Adán era la de cultivar y cuidar del Huerto del Edén. Dios también dijo: “No es bueno que el hombre esté solo; le haré ayuda idónea para él” (v. 18); y creó a Eva. Juntos debían cumplir aquello que les había encomendado; y ese es aún su voluntad para nosotros.
dad. Todas esas características se reflejan en su creación y en su provisión y cuidado hacia nosotros.
Dios desea que seamos productivos en nuestra labor. De acuerdo a Génesis 2.15, la responsabilidad de Adán era la de cultivar y cuidar del Huerto del Edén. Dios tam- bién dijo: “No es bueno que el hombre esté solo; le haré ayuda idónea para él” (v. 18); y creó a Eva. Juntos debían cumplir aquello que les había encomendado; y ese es aún su voluntad para nosotros.
Dios es protector.
Dios es protector.
El Huerto del Edén estaba lleno de árboles frutales, de los cuales Adán y Eva podían comer, pero había uno en el medio del huerto, el “árbol de la ciencia del bien y del mal” del cual no debían comer (v. 16, 17). Dios les dio la opción de escoger amarle y obe- decerle. Y, como les amaba, también les advirtió de las consecuencias desastrosas que trae la desobediencia: “el día que de él comieres, ciertamente morirás” (v. 17).
Escuchar a Satanás siempre tiene un alto precio.
Escuchar a Satanás siempre tiene un alto precio.
Dios nos da principios para vivir, pero si escuchamos al diablo, al igual que la primera pareja, pagaremos un alto precio.
Satanás es un mentiroso muy astuto.
Satanás es un mentiroso muy astuto.
De manera directa contradijo la advertencia que Dios había dado a Adán y Eva al decirles: “No moriréis” (
4 Entonces la serpiente dijo a la mujer: No moriréis;
). Aunque miles de años han pasado desde ese evento, el diablo no ha cambiado. Sigue siendo un mentiroso que trata de contradecir lo que el Señor ha dicho.
). Aunque miles de años han pasado desde ese evento, el diablo no ha cambiado. Sigue siendo un mentiroso que trata de contradecir lo que el Señor ha dicho.
Dios siempre cumple sus promesas.
Dios siempre cumple sus promesas.
Había advertido a Adán que la desobediencia traería muerte, y cumplió con su palabra. Aunque Adán y Eva no murieron de manera inmediata, sufrieron la muerte espiritual al comer del fruto prohibido. La Palabra de Dios también se cumplirá en nuestra vida. Cada vez que optemos por desobedecerle, nuestro deseo y dependencia hacia Él también comenzarán a morir.
No podemos escondernos de Dios.
No podemos escondernos de Dios.
Después de que Adán y Eva pecaron, trataron de esconderse entre los árboles al escuchar la voz del Señor (
8 Y oyeron la voz de Jehová Dios que se paseaba en el huerto, al aire del día; y el hombre y su mujer se escondieron de la presencia de Jehová Dios entre los árboles del huerto.
). Sin embar- go, nadie puede esconderse de Dios, pues está presente en todo lugar y nada se oculta de su vista. El pecado nos hace avergonzarnos y desear ocultarnos; pero Dios nos amó tanto que envió a su Hijo a morir por nuestros peca- dos para que pudiéramos ser perdonados.
). Sin embargo, nadie puede esconderse de Dios, pues está presente en todo lugar y nada se oculta de su vista. El pecado nos hace avergonzarnos y desear ocultarnos; pero Dios nos amó tanto que envió a su Hijo a morir por nuestros peca- dos para que pudiéramos ser perdonados.
La desobediencia siempre acarrea dolor y decepción.
La desobediencia siempre acarrea dolor y decepción.
El diablo le dijo a Eva que, al comer del fruto prohibido, le haría ser semejante a Dios; pero muy pronto descubrió que no había obtenido nada, sino solo dolor y decepción. Ella y Adán quedaron separados del Señor y sufrieron
las consecuencias de su pecado. Aprendió que la desobediencia nunca nos llena, pues separados de Dios nadie puede tener gozo.
comer del fruto prohibido, lo llevó a pecar y le costó su hogar en el huerto. Cada vez que nos sintamos tenta- dos a desobedecer a Dios con tal de complacer a otros, debemos recordar que un día estaremos ante el trono del Señor para rendir cuentas por toda nuestra vida.
El remordimiento no borra la pena del pecado.
El remordimiento no borra la pena del pecado.
Inmediatamente después de haber desobedecido al Señor, Adán y Eva se lamentaron por la decisión que habían tomado. Primero, sintieron vergüenza, y trataron de cubrir sus cuerpos con hojas de higuera, pero eso no arregló el problema. No había nada que pudieran hacer para borrar la pena de su pecado.
Consecuencias inesperadas.
Consecuencias inesperadas.
Adán y Eva solo habían vivido en un ambiente perfecto, en el que recibían todo lo que necesitaban. Pero después de haber desobedecido al Señor, sus vidas cambiaron drásticamente de una manera inesperada. Aunque no murieron en ese momento, perdieron su inocencia y Dios los expulsó del huerto. Aunque no suframos el juicio del Señor en el momento en el que pecamos, podemos estar convencidos de que nos juzgará.
No puede evitar la pena de su pecado culpando a alguien más.
No puede evitar la pena de su pecado culpando a alguien más.
Cuando la primera pareja fue confrontada por Dios, Adán culpó a Eva, y ella culpó a la serpiente. Sin embargo, sin importar lo que otros hagan, el Señor nos hace responsables por cada uno de nuestros pecados.
El deseo de complacer a otros puede traer graves consecuencias.
El deseo de complacer a otros puede traer graves consecuencias.
El deseo de Adán de complacer a Eva al comer del fruto prohibido, lo llevó a pecar y le costó su hogar en el huerto. Cada vez que nos sintamos tentados a desobedecer a Dios con tal de complacer a otros, debemos recordar que un día estaremos ante el trono del Señor para rendir cuentas por toda nuestra vida.
El pecado tiene un alto precio.
El pecado tiene un alto precio.
Como un Padre amoroso que desea lo mejor para sus hijos, el Señor advirtió a Adán y Eva acerca de las consecuencias de la desobediencia. Pero después de haber pecado, el Dios que solo habían conocido como su buen Creador y Proveedor, los expulsó del Edén y puso querubines con una espada encendida para guardar el camino del árbol de la vida (
Echó, pues, fuera al hombre, y puso al oriente del huerto de Edén querubines, y una espada encendida que se revolvía por todos lados, para guardar el camino del árbol de la vida.
). Su pecado les costó todo y la humanidad entera ha sufrido como resultado de esa desobediencia.
El pecado siempre trae consecuencias. Adán y Eva sintieron el resultado de su pecado inmediatamente, pero Dios le concedió a Adán que viviera más de novecientos años. Nunca dejó de amarlos, así como no deja de amarnos a nosotros. Por eso envió a su Hijo a este mundo, para que muriera en la cruz y así expiar el pecado de toda la humanidad. Es al creer en Jesucristo que podemos recibir el perdón de nuestros pecados y una vida nueva.
REFLEXIÓN
¿De qué manera Dios le ha amado y le ha protegido al advertirle acerca del pecado?
¿Ha habido momentos en los que ha ignorado sus advertencias?
¿Qué ha sucedido como resultado?
¿Qué precio ha pagado por su pecado?
¿De qué manera ha lidiado con su desobediencia?
¿Acaso ha depositado su fe en Jesucristo para recibir su perdón?