Un Destello de su Gloria
El Lugar.
Al tercer día se celebró una boda en Caná de Galilea, y estaba allí la madre de Jesús;
2 y también Jesús fue invitado, con sus discípulos, a la boda.
CANÁ = «caña». Nombre de lugar, por ejemplo: Caná de Galilea, mencionado sólo en Juan (2:1, 11: bodas de Caná; 4:46; 21:2). Se discute sobre su ubicación exacta: probablemente no es el actual kerf kenna (lugar de peregrinaciones), sino hirbet qana, unos 10 km. más al norte. || Caná de Aser (¿actual qana?), mencionado en la lista del sorteo en Jos. 19:28.
No había una ceremonia como hoy día. Se llevaba a la novia de la casa de su padre a la casa de su novio.
En gran manera me gozaré en Jehová, mi alma se alegrará en mi Dios; porque me vistió con vestiduras de salvación, me rodeó de manto de justicia, como a novio me atavió, y como a novia adornada con sus joyas.
¿Se olvida la virgen de su atavío, o la desposada de sus galas? Pero mi pueblo se ha olvidado de mí por innumerables días.
El Problema.
3 Cuando se acabó el vino, la madre de Jesús le dijo*: No tienen vino.
4 Y Jesús le dijo*: Mujer, ¿qué nos va a ti y a mí en esto? Todavía no ha llegado mi hora.
Hecho de las uvas, Gn 40:11; 49:11; Is 25:6; Jr 40:10, 12; de las granadas, Cnt 8:2. Conservado en cántaros, Jr 13:12; 48:12; en cueros, Jos 9:4, 13; Job 32:19; Mt 9:17; Lc 5:37, 38; en botellas, Jos 9:4, 13; Job 32:19; Jr 13:12; 48:12; Mt 9:17; Lc 5:37, 38. Bodegas para, 1 Cr 27:27. Nuevo, Hag 1:11. Viejo, Lc 5:39. Uso medicinal del, Pr 31:6, 7; recomendado por Pablo a Timoteo, 1 Ti 5:23. Usado en las comidas, Mt 26:27–29; Mr 14:23. Hecho por Jesús en la fiesta de la boda en Caná, Jn 2:9, 10. Uso ceremonial del, Mt 26:27–29; Lc 22:17–20. Prohibido a los sacerdotes mientras estuvieran en el cumplimiento de su deber, Lv 10:9; Ez 44:21; a los nazareos, Nm 6:2, 3
26 Y cuando Jesús vio a su madre, y al discípulo a quien El amaba que estaba allí cerca, dijo* a su madre: ¡Mujer, he ahí tu hijo!
27 Después dijo* al discípulo: ¡He ahí tu madre! Y desde aquella hora el discípulo la recibió en su propia casa.
13 Y ellos le dijeron*: Mujer, ¿por qué lloras? Ella les dijo*: Porque se han llevado a mi Señor, y no sé dónde le han puesto.
Jesús nos enseña aquí a poner los intereses y el llamamiento de Dios por encima de los lazos de carne y sangre.
Éste es el verdadero corazón del Evangelio de Juan: el sacrificio de Cristo es la demostración del amor de Dios para el mundo, y por medio de este sacrificio y glorificación podemos ser hechos “sus hijos/as” al creer en su Hijo.
El Recurso.
5 Su madre dijo* a los que servían: Haced todo lo que El os diga.
6 Y había allí seis tinajas de piedra, puestas para ser usadas en el rito de la purificación de los judíos; en cada una cabían dos o tres cántaros.
Los fariseos, y algunos de los escribas que habían venido de Jerusalén, se reunieron alrededor de El;
2 y vieron que algunos de sus discípulos comían el pan con manos inmundasa, es decir, sin lavar.
3 (Porque los fariseos y todos los judíos no comen a menos de que se laven las manos cuidadosamente, observando así la tradición de los ancianos;
4 y cuando vuelven de la plaza, no comen a menos de que se laven; y hay muchas otras cosas que han recibido para observarlas, como el lavamiento de los vasos, de los cántaros y de las vasijas de cobre.)
5 Entonces los fariseos y los escribas le preguntaron*: ¿Por qué tus discípulos no andan conforme a la tradición de los ancianos, sino que comen con manos inmundasb?
El Proceso de Solución.
7 Jesús les dijo*: Llenad de agua las tinajas. Y las llenaron hasta el borde.
8 Entonces les dijo*: Sacad ahora un poco y llevadlo al maestresala. Y se lo llevaron.
El Resultado.
El Propósito.
El texto dice que Natanael creyó en él (1:50), y los demás discípulos ciertamente creyeron en él hasta cierto nivel, hecho indicado por haber dejado sus tareas y comenzado a seguirlo. Pero hay niveles de creencia y cada señal que Jesús realizó confirmó, ahondó, amplió y maduró la fe de los discípulos.
Aplicaciones:
Moisés respondió, y dijo: ¿Y si no me creen, ni escuchan mi voz? Porque quizá digan: “No se te ha aparecido el SEÑOR.”
2 Y el SEÑOR le dijo: ¿Qué es eso que tienes en la mano? Y él respondió: Una vara.
3 Entonces El dijo: Echala en tierra. Y él la echó en tierra y se convirtió en una serpiente; y Moisés huyó de ella.
4 Pero el SEÑOR dijo a Moisés: Extiende tu mano y agárrala por la cola. Y él extendió la mano, la agarró, y se volvió vara en su mano.
5 Por esto creerán que se te ha aparecido el SEÑOR, el Dios de sus padres, el Dios de Abraham, el Dios de Isaac y el Dios de Jacob.
6 Y añadió el SEÑOR: Ahora mete la mano en tu seno. Y él metió la mano en su seno, y cuando la sacó, he aquí, su mano estaba leprosa, blanca como la nieve.
7 Entonces El dijo: Vuelve a meter la mano en tu seno. Y él volvió a meter la mano en su seno, y cuando la sacó de su seno, he aquí, se había vuelto como el resto de su carne.
8 Y acontecerá que si no te creen, ni obedecen el testimonio de la primera señal, quizá crean el testimonio de la segunda señal.
9 Y sucederá que si todavía no creen estas dos señales, ni escuchan tu voz, entonces tomarás agua del Nilo y la derramarás sobre la tierra seca; y el agua que tomes del Nilo se convertirá en sangre sobre la tierra seca.
(1) El que honra el lazo matrimonial. No nos debe sorprender esto, puesto que según la descripción de Juan (3:29; cf. Ap. 19:7) Cristo mismo es el Esposo que, por medio de su encarnación, obra de redención y manifestación final, se une a su Esposa (la iglesia). ¿Cómo, pues, no iba a honrar lo que era un símbolo de su propia relación con su pueblo?
(2) El que derrama sus dones pródigamente, sin restricción. Naturalmente, el que provee con tanta abundancia en el campo físico no será menos generoso en el espiritual. Su generosidad no tiene límites. Y sus dones son de la mejor calidad. Llega incluso a ayudarnos en nuestras situaciones embarazosas.
(3) Aquel cuyo amor infinito se hace efectivo por medio de su poder igualmente infinito.
(4) Aquel que, en consecuencia, es el Hijo de Dios, lleno de gracia y de gloria.
Instancias de intoxicación de: Noé, Gn 9:21; Lot, Gn 19:32; José y sus hermanos, Gn 43:34; Nabal, 1 Sm 25:36; Amnón, 2 Sm 13:28, 29; Asuero, Est 1:10; reyes de Israel, Os 7:5; discípulos falsamente acusados, Hch 2:13.
Lv 10:9; Nm 6:3; Jue 13:4; Pr 20:1; Pr 21:17; Pr 23:29–32; Pr 31:4, 5; Is 5:11, 22; Is 24:9; Is 28:1, 3, 7; Jr 23:9; Jr 35:2–10, 14, 18, 19; Ez 44:21; Os 4:11; Lc 1:15; Ro 14:21; Ef 5:18; Tit 2:3
Si hubiera alguien que, por no entender las gloriosas lecciones que aquí se revelan, dedujera del relato de este milagro la conclusión de que, en nuestra compleja situación actual (con el tránsito abrumador, la tensión nerviosa, etc.), este pasaje apoya el uso limitado de los licores, debería leer y considerar los siguientes pasajes: 1 Co. 8:9; 9:12; 10:23, 24, 32, 33.