Elegidos para adorar

¡Dichoso aquel a quien tú escoges, al que atraes a ti para que viva en tus atrios! Saciémonos de los bienes de tu casa, de los dones de tu santo templo.

Salmo 65.4

El salmista considera la adoración como una dicha. Ser seleccionado para adorar es un privilegio honroso.

Canto: Atrae mi corazón (Marcos Brunnet)

El privilegio de la presencia de Dios

Salmo 84.10 NVI

Vale más pasar un día en tus atrios que mil fuera de ellos; prefiero cuidar la entrada de la casa de mi Dios que habitar entre los impíos.

El salmista, quien había vivido muchas experiencias, consideraban que ninguna de ellas era tan grandiosa como el estar en los atrios.

¿Qué es el atrio? ¿Qué lo hacía tan especial?

El atrio era lo primero con lo que nos encontramos al entrar al Tabernáculo, es un patrio amplio. Para el salmista, era más dichoso quien permanecía ahí, cerca, que quien estaba alejado de la presencia de Dios.

Canto: (Danilo Montero)

El altar del holocausto

Éxodo 27.1–8 NVI

»Haz un altar de madera de acacia, cuadrado, de dos metros con treinta centímetros por lado, y de un metro con treinta centímetros de alto. Ponle un cuerno en cada una de sus cuatro esquinas, de manera que los cuernos y el altar formen una sola pieza, y recubre de bronce el altar. Haz de bronce todos sus utensilios, es decir, sus portacenizas, sus tenazas, sus aspersorios, sus tridentes y sus braseros. Hazle también un enrejado de bronce, con un anillo del mismo metal en cada una de sus cuatro esquinas. El anillo irá bajo el reborde del altar, de modo que quede a media altura del mismo. Prepara para el altar varas de madera de acacia, y recúbrelas de bronce. Las varas deberán pasar por los anillos, de modo que sobresalgan en los dos extremos del altar para que éste pueda ser transportado. El altar lo harás hueco y de tablas, exactamente como el que se te mostró en el monte.

Éxodo 27.El pueblo tenía acceso al patio (atrio), ahí, el sacerdote ofrecía sacrificios de animales para el perdón de los pecados.

El pueblo tenía acceso al patio (atrio), ahí, el sacerdote ofrecía sacrificios de animales para el perdón de los pecados.

El altar del holocausto representa sacrificio y es símbolo del sacrificio de Cristo en la cruz, como expiación por nuestros pecados.

El cuerno es símbolo de abundancia y poder. Con razón el salmista consideraba el atrio como un lugar tan especial, obtenía el perdón, la provisión y la protección de Dios.

La fuente de bronce

Éxodo 30.17–21 NVI

El Señor habló con Moisés y le dijo: «Haz un lavamanos de bronce, con un pedestal también de bronce, y colócalo entre la Tienda de reunión y el altar. Échale agua, pues con ella deben lavarse Aarón y sus hijos las manos y los pies. Siempre que entren en la Tienda de reunión, o cuando se acerquen al altar y presenten al Señor alguna ofrenda por fuego, deberán lavarse con agua las manos y los pies para que no mueran. Ésta será una ley perpetua para Aarón y sus descendientes por todas las generaciones.»

La pila de bronce representa purificación. Los sacerdotes, antes de ejercer su ministerio, debían lavarse no solo sus manos sino sus pies.

Con las manos servimos, con los pies nos desplazamos. La purificación no solo debe ser en lo que hacemos para Dios sino en todo nuestro caminar.

La Adoración provoca santidad

Al llegar a adorar:

Ofrecemos sacrificios para el perdón de pecados.

En nuestra carencia y debilidad nos aferramos a la providencia y poder de Dios.

Somos purificados en nuestro servicio y forma de vivir.

No podríamos estar ante la santidad de Dios si no lavamos nuestras manos y pies en las aguas de la purificación.