Purificación del templo.
2. La fiesta duraba siete días y, durante este tiempo, se ofrecían a Dios muchos animales como sacrificio (v. Nm. 28:16–25). El día 14 del mes de Nisán (a primeros de abril) se inmolaba el cordero macho, de un año, sin mancha. La fiesta incluía: (A) Una oración de gracias, hecha por el cabeza de familia, y se bebía la primera copa de vino; (B) se comían hierbas amargas, en recuerdo de la amarga estancia de Israel en Egipto; (C) el hijo mayor preguntaba: «¿en qué se distingue esta noche de las demás?» A lo cual respondía el padre de familia y explicaba la historia de la liberación; (D) se cantaban los salmos 113 y 114 y se lavaban las manos; (E) se trinchaba y comía el cordero con panes sin levadura, que son emblema de pureza; (F) terminada la comida/cena, se cantaban los salmos 115 al 118, también llamados «el gran Hallel». A este día seguían los siete días de la Fiesta de los Panes sin levadura.
Introducción.
El Templo Contaminado.
a. Una oración de acción de gracias a cargo del jefe de familia; a continuación se bebía la primera copa de vino. Se seguía bebiendo durante toda la fiesta.
b. Como recuerdo de la amarga esclavitud en Egipto, se comían las hierbas amargas.
c. La pregunta del hijo: “¿Por qué es esta noche distinta de las demás?” era seguida de la respuesta correspondiente del padre, que podía ser leída o narrada.
d. Canto de la primera parte del Hallel (Sal. 113, 114) y lavamiento de manos.
e. Se empezaba a comer el cordero junto con el pan sin levadura. El cordero se comía en conmemoración de lo que se les había mandado hacer a sus antepasados la noche en que el Señor hirió a los primogénitos de Egipto y liberó a su pueblo. (Véase Ex. 12 y 13.) El pan sin levadura era un recordatorio de los primeros días del viaje en que comieron este pan de prisa. Era, también, un símbolo de pureza.
f. A continuación la comida en la que cada uno podía comer lo que deseara, siempre que hubiera comido primero el cordero.
g. Canto de la última parte del Hallel (Sal. 115–118).
Después del día en que se mataba el cordero, se celebraba la fiesta de los Panes sin Levadura, que duraba del quince al veintiuno de Nisán.
El Templo Azotado.
El Templo Restaurado.
TEMPLO. El templo de Jerusalén fue el centro de adoración del pueblo judío. El templo era el único lugar donde se podía ofrecer sacrificios y también era la habitación de Dios sobre la tierra.
Se diseño el templo de Jerusalén de acuerdo al modelo del tabernáculo utilizado en el desierto en los comienzos de la historia de Israel. David tuvo la visión de edificar un lugar permanente para la adoración a Jehová, pero fue Salomón quien construyó y dedicó el templo a Dios. Tal como el tabernáculo, el templo se construyó de acuerdo a especificaciones, con un atrio exterior, uno interior, el lugar santo y el lugar santísimo. El mobiliario del templo fue el mismo del tabernáculo: el altar, la mesa de los panes de la proposición, el candelero, el altar del incienso, un velo y el arca del pacto.
Símbolo de las cosas que vendrán. Cada parte del templo y cada mueble tenía un significado simbólico. La Epístola a los Hebreos los llama “figuras de las cosas celestiales” (9:23). “Porque no entró Cristo en el santuario hecho de mano, figura del verdadero” (v. 24). El candelero y los panes de la proposición señalan a Cristo, la Luz del mundo y el Pan de Vida. Se simboliza a Cristo en el altar del incienso como el intercesor constante ante Dios. Cuando Jesús murió en la cruz, el velo del templo se rasgó en dos (Mr. 15:38), anunciando que ya no había separación entre el lugar santo y el lugar santísimo, para dar a todos los seres humanos acceso directo a Dios. Cristo fue el sumo Sacerdote que ofreció sacrificio por el pecado una vez y para siempre.
El cuerpo. La Biblia también habla de nuestros cuerpos como templos. Pablo preguntó: “¿O ignoráis que vuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo, el cual está en vosotros, el cual tenéis de Dios, y que no sois vuestros?” (1 Co. 6:19). En la Epístola a los Hebreos el cuerpo se conoce como el templo “no hecho de manos” (He. 9:11).
La iglesia. El verdadero significado y propósito del templo encuentra su cumplimiento en la iglesia de Jesucristo (véanse Ef. 2:21; 1 P. 2:5–6). Esta designación se aplica también al cuerpo local de creyentes (1 Co. 3:16–17; 2 Co. 6:16). Pablo advierte a los corintios: “Si alguno destruyere el templo de Dios, Dios le destruirá a él, porque el templo de Dios, el cual sois vosotros, santo es” (1 Co. 3:17). Al respecto A. T. Robertson dice: “Al destructor de la iglesia, Dios lo destruirá” (Word Pictures, 4:99).
El Templo Restaurado.
Así, destruid (λύσατε, es un término que se puede aplicar tanto a la demolición de un edificio como a la destrucción de un cuerpo humano. Este templo (τὸν ναόν τοῦτον) podría referirse al santuario sagrado (normalmente los lugares Santo y Santísimo, pero en el versículo 20 probablemente significa todo el templo, incluyendo los patios, pues de otra forma los judíos no hubieran dicho cuarenta y seis años); pero también podría indicar el cuerpo físico del hombre considerado como habitación del Espíritu. Y, por último; levantaré (ἐγερῶ) es una expresión que se puede usar tanto para la reconstrucción de edificios como para resurrección de personas.
“A pesar de que vosotros los judíos estáis destruyendo claramente con vuestra maldad el santuario de mi cuerpo (véase versículo 17), y a pesar de que, como resultado, estáis destruyendo vuestro propio templo de piedra y todo el sistema de ceremonias religiosas unido a él, yo, no obstante, levantaré este santuario en tres días (refiriéndose a su resurrección de los muertos) y, como resultado, estableceré un nuevo templo con un nuevo culto: la iglesia, con su adoración al Padre en espíritu y en verdad”.
Aplicaciones:
Por medio de la purificación del templo Jesús:
(1) atacó el espíritu mundano de los judíos. Las cosas santas no se deben corromper;
(2) denunció el robo y la codicia;
(3) condenó el espíritu antimisionero: el patio de los gentiles se había construido como una invitación para que éstos adoraran al Dios de Israel (cf. Mr. 11:17); pero Anás y sus hijos estaban usando para sus ambiciosos propósitos lo que se había diseñado para bendición de las naciones; y
(4) cumplió la profecía mesiánica (Sal. 69 y Mal. 3).