CREADOS PARA DESEAR
Pre@mbulo:
A. ¿Por qué tengo deseos?
1. ¿Son instintos o deseos diseñados?
2. ¿Por qué Dios me creó con deseos que me prohíbe saciarlos?
a. Dios nos dio este deseo natural para unir la relación matrimonial.
b. Dios nos dio este deseo natural para disfrutarlo en el matrimonio.
c. Dios nos dio este deseo natural para preservar la familia con el matrimonio.
B. ¿Por qué los deseos matan?
1. Privan tu libertad.
Pablo limita el proverbio a lo que no es inmoral, a cosas no malas per se. Pero incluso en este caso la libertad no es licencia.
1. πόρνη (de πέρνημι, «vender») significa literalmente «ramera a sueldo» (las rameras griegas por lo general eran esclavas).
2. πόρνος significa «licencioso, hombre que acude a prostitutas», y después «prostituto».
3. πορνεία significa «inmoralidad sexual» o «fornicación» (raro en el griego clásico).
4. πορνεύω significa a. «prostituir» (en pasiva «prostituirse») y b. «fornicar».
5. ἐκπορνεύω significa «vivir licenciosamente».
a. No todo es provechoso. v.12a
«de provecho» Este es un término griego compuesto el cual significa «reunir para el beneficio propio»
b. Puedes caer en una adicción. v.12b
Todas las cosas me son lícitas, pero yo no me dejaré dominar por ninguna.
3) ninguna libertad, preferencia, ni tentación personal tenía control sobre él
Pablo está decidido a no ser esclavo de nada que en sí mismo sea inofensivo. Mantendrá su dominio de sí mismo. Da un sano consejo a los que tanto hablan acerca de la libertad personal.
2. Dañan tu cuerpo.
Dos palabras dominan el argumento actual: «inmoralidad sexual» (porneia, RVR «fornicación») y «cuerpo»;9 y hay dos pasajes que indican específicamente que el problema incluye ambos elementos juntos: «el cuerpo no es para la fornicación» (v. 13c); «el que fornica, contra su propio cuerpo peca» (v. 18c)
El cuerpo humano tiene una misión más elevada que la mera gratificación del apetito sensual. El sexo es obra de Dios para la propagación de la raza, no para la prostitución. Pablo ya había declarado que Dios mora en nosotros como el santuario del Espíritu Santo (3:16ss.). Esta más elevada función del cuerpo la presenta frente a la baja filosofía griega de aquellos tiempos que ignoraba completamente la idea de Pablo, «el cuerpo es para el Señor, y el Señor para el cuerpo» (dativo de interés personal en ambos casos). «El Señor Jesús y la porneia se enfrentaban por la posesión de los cuerpos de los cristianos; por lealtad a Él tenían que renunciar a aquello, y cediendo a aquello renunciaban a Él» (Findlay).
La respuesta que da Pablo va en tres partes: (1) En los vv. 12–14 arguye directamente contra las falsas premisas de ellos: en el v. 12 contra su distorsión de la libertad cristiana, y en los vv. 13–14 contra su comprensión errada de la naturaleza del cuerpo. En el v. 13 hace la afirmación básica que domina la mayor parte del resto del argumento: «El cuerpo es para el Señor, y el Señor para el cuerpo», lo cual queda demostrado por la resurrección, tanto la de Cristo como la nuestra (v. 14). (2) En los vv. 15–17 elabora entonces sobre esta base teológica y arguye en contra de la prostitución. Ellos han pasado por alto completamente la naturaleza tanto del acto sexual («los dos serán una sola carne») como de la conversión cristiana («el que se une al Señor, un espíritu es con él»), y el hecho de que esas dos «uniones» son mutuamente excluyentes. (3) Por último, en los vv. 18–20, por si acaso no lo han oído todavía, prohíbe expresamente la inmoralidad sexual (v. 18a), pero otra vez con un fundamento teológico: que ese pecado es contra sus propios cuerpos (v. 18c), que no son propiedad de ellos sino que pertenecen a Dios por medio de una «compra divina» (vv. 19–20).
Sería algo así: «Todo pecado que un hombre cometa, cualquiera que sea, está fuera del cuerpo», decís vosotros (o: ¿decís vosotros?). «Pero al contrario, hay un pecado en particular que es contra el propio cuerpo físico, a saber, la inmoralidad sexual.»
Al fornicar con una prostituta el hombre separa su cuerpo (que es templo del Espíritu, comprado por Dios y destinado a la resurrección) de la unión con Cristo y lo hace miembro del cuerpo de ella, colocándolo así bajo la «potestad» de ella (v. 12b; cf. 7:4).