Los frutos de la oración
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· 1,207 viewsLa perseverancia y la fe son dos frutos de la oración
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¿Cómo nos cambia la oración?
¿Cómo nos cambia la oración?
Por muchos años hemos orado pensando que con ella cambiamos la voluntad de Dios, sin embargo, el cambio real ocurre en nosotros.
Uno de los efectos más poderosos de la oración es que puede cambiar a uno: a mi.
“Cuando era joven, quería cambiar el mundo. Descubrí que era difícil cambiar el mundo, por lo que intenté cambiar mi país. Cuando me di cuenta que no podía cambiar mi país, empecé a concentrarme en mi pueblo. No pude cambiar mi pueblo y ya de adulto, intenté cambiar mi familia. Ahora, de viejo, me doy cuenta que lo único que puedo cambiar es a mí mismo y de pronto me di cuenta que, si hace mucho tiempo me hubiera cambiado a mi mismo, podría haber tenido un impacto en mi familia. Mi familia y yo podríamos haber tenido un impacto en nuestro pueblo. Su impacto podría haber cambiando nuestro país y así podría haber cambiado el mundo.”
La oración me hace buscar la justicia
La oración me hace buscar la justicia
En el contexto de la parábola la injusticia y la corrupción eran una opción.
Antes de orar podríamos vernos tentados a utilizar medios indebidos para conseguir fines propios.
Al orar a Dios, quien es justo y perfecto, sabemos que la respuesta que obtengamos seguirá la vía justa y correcta.
Nuestra oración nunca puede ser pidiéndole a Dios que intervenga rompiendo las leyes que Él mismo ha establecido.
La oración me lleva a reconocer mis limitaciones
La oración me lleva a reconocer mis limitaciones
“Viuda” se traduce como “desamparada” o “dejada vacía”.
Dios es protector de los indefensos e impulsa a su pueblo a cuidar de los débiles.
La condición de la mujer no le dejaba oportunidad ni para sobornar al juez (quien gustoso hubiera aceptado).
La oración nos hace reconocer que necesitamos a Dios en nuestra vida porque tenemos limitaciones.
La oración nos hace persistentes
La oración nos hace persistentes
Esta es la frecuente historia del fuerte injusto contra la indefensa víctima. Una lucha que en la sociedad siempre gana el fuerte.
La parábola muestra el efecto que puede tener el débil si utiliza un poderoso recurso llamado: persistencia.
No había nada que pudiera hacer la viuda para presionar al juez, pero logró meterse en sus pensamientos, obligarlo a pensar en su caso más allá de su trabajo y actuar según su petición.
Es más fácil renunciar; apagar la luz y retirarse. Es más fácil huir que insistir. La persistencia nos enfrenta con nuestros temores, por eso, nos cuesta ser insistentes y nos rendimos tantas veces. Cargamos con más facilidad con el peso de la debilidad que con el del temor. Enfrentamos con más atrevimiento la opinión de los demás que el autoconcepto.
La oración nos enseña la fe
La oración nos enseña la fe
El ejemplo que Jesús usaba se trataba de algo más que solo la petición de una mujer en angustia. Esta es una parábola escatológica, habla de la segunda venida de Jesucristo.
La fe es más que solo una respuesta que esperamos que Dios conteste, es la certeza de que un día Él restaurará todas las cosas, entonces la injusticia no predominará más y la justicia por fin triunfará, de manera definitiva.
Jesús pregunta si cuando el Hijo del Hombre regrese hallará esa fe. Y es que quienes pedimos justicia y deseamos que Dios restaure todas las cosas en este mundo de dolor, hemos dejado de esperarlo, nos hemos cansado, nos hemos mezclado con las filosofías del mundo y dejamos de creer en Él.
Cuando tenemos fe podemos ver el panorama completo, podemos alzar la vista de las circunstancias presentes y observar los planes futuros.
De hecho, considero que en nada se comparan los sufrimientos actuales con la gloria que habrá de revelarse en nosotros.